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A Jimin le gustaba Yoongi

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A Jimin le gustaba Yoongi. No tenía mucho tiempo de conocerlo, pero a él realmente le agradaba. Y mucho.

Casi todos sus colegas en la Universidad decían que era un sujeto extraño y aburrido; comentaban entre risas que lo único bueno que tenía era que sabía mucho sobre todo, pero que por lo demás preferían no hablarle. No querían relacionarse con alguien tan serio. Alguien que parecía estar muerto en vida.

Los estudiantes, por otra parte, le tenían miedo. Yoongi tenía fama de ser un profesor estricto, indiferente y críptico, a pesar de jamás haber sido realmente duro o autócrata con alguno de ellos. Por supuesto, también tenía un pequeño grupo de jóvenes que lo adoraban por sus clases que, contrastando con su personalidad callada, eran bastante interesantes. Yoongi sabía cómo ofrecer información de calidad sin caer en el aburrimiento, para sorpresa de todos.

Jimin no sabía mucho al respecto, pero, aunque Yoongi jamás mencionaba nada sobre su vida profesional, parecía realmente disfrutar de ser profesor y de convivir con sus alumnos. Bien podría tener una mueca inerte en su rostro la mayor parte del tiempo, pero era ese pequeño brillo que Jimin veía en sus ojos cada que entraba en su salón de clases lo que le decía a que no era tan indiferente como todos (hasta Yoongi) creían.

Jimin siempre había sido muy perceptivo y empático. Nunca se había equivocado con respecto a las personas; su compañero de piso no podía ser su primer error. Yoongi tenía un corazón bonito, solo que parecía estar un poco... Tibio. Taehyung bromeaba constantemente, diciendo que o lo tenía muerto o lo tenía congelado. Y Jimin creía que muerto no podía estar porque evidentemente Yoongi estaba ahí respirando, para suerte de todos. Congelado, por otra parte, como él ya había dicho, tampoco podía ser.

Tibio. Tibio era la palabra correcta. Yoongi no era frío en absoluto, sólo necesitaba entrar en calor. Así como hasta el hielo se derrite, un corazón frío también se puede calentar, ¿no?

Se dió cuenta el primer día de haberse mudado, que su compañero de piso necesitaba mucha calidez. Era bastante obvio que Yoongi tenía frío. Había pensado que tal vez se encontraba deprimido o algo, pero conforme los días fueron pasando, comenzó a sospechar que algo más ocurría. Algo extraño. Yoongi parecía estar... Como vacío. Jimin se sintió mal de pensar así de la persona que tan amablemente lo había acogido, pero pronto dejó de lado ese incómodo sentimiento para tratar de comprenderlo.

Aunque, por mucho que lo analizara, no llegaba a nada. Salvo, claro, a la idea de que Yoongi tenía frío. Lo notaba incluso en otros aspectos externos, como su casa que lucía abandonada, a pesar de que no lo estuviera. Cuando llegó, se había sentido tan mal de verla en mal aspecto que no pudo evitar ponerse manos a la obra. Fue así que llamó al técnico que compuso la calefacción, a la fontanera que arregló el goteo del baño y al departamento del hogar del centro comercial para ordenar dos galones de un amarillo mantequilla. 

Jimin incluso se tomó el tiempo de preguntarle a los vecinos sobre Yoongi; lo que descubrió fue perturbador: Nadie lo conocía. Todos a su alrededor decían que rara vez lo habían visto o que, cuando habían llegado a hacerlo, pronto olvidaban su rostro. Otros aseguraban que la casa llevaba años en venta o que estaba embrujada. De hecho, muchos de sus vecinos lo trataban como si él fuese el nuevo propietario. Jimin jamás se había sentido tan fuera de lugar como en esos momentos. Por mucho que les explicó que Yoongi seguía habitando la casa, nadie realmente le creía.

Tibio [my + pj]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora