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Jimin resultó ser una persona muy abrazadora. Cuando Yoongi abrió los ojos, se encontró con que el hombre tenía una de sus rodillas encima de su cintura y uno de sus brazos aprisionándolo por el cuello.

Parecía ni siquiera darse cuenta de su posición porque su rostro, levemente escondido en el hombro de Yoongi, se mantenía sereno e imperturbable. No era precisamente una imagen angelical por el exceso de sudor en su frente y la boca completamente abierta, pero el hombre seguía tan deslumbrante como de costumbre.

Cuando le pidió quedarse con él un momento, no sé imaginó que se convertiría en toda una noche. Mucho menos que Jimin se adueñaría de casi toda la cama y que lo escucharía hablar hasta dormido.

Aunque, a decir verdad, Yoongi no creía que fuera algo por lo cual alarmarse. Si Jimin quería asfixiarlo con su enredo de extremidades, y balbucear en su oído en la madrugada, pues que lo hiciera. Él no podía sentir mucho calor ni podía morir, así que no había problema en ello; Jimin podía decir cuánto quisiese porque incluso entre sueños, él pensaba escucharlo.

Había tenido que pasar más de una vida para encontrar alguien que finalmente llamara su atención como para ignorarlo así como así; Yoongi había estado a punto de perderse entre la nada tantas veces y sus pensamientos vacíos y oscuros casi lo habían consumido por completo que ningún otro escenario lucía más desolador que eso.

Se sentía (¡Sentía!) bien de tener algo nuevo en su existencia. Jimin había aparecido al lado de Taehyung de una manera inesperada. Le habían robado su tranquilidad y constantemente lo obligaban a salir de su zona de confort, pero qué más daba.

Sabía que ese par no era su salvación. Ciertamente, no podían quitarle la maldición ni podían quitarle todos esos años que cargaba encima, pero vaya que ellos sí habían sido un recordatorio de que todavía podía vivir algo interesante, de que seguía vivo, al menos por el tiempo que los tuviese.

Jimin se iría, al igual que todos, y Taehyung también.

Pero Yoongi había dejado de sentir miedo o desesperación mucho tiempo atrás como para preocuparse por algo así. Si algo había aprendido con el pasar de los años había sido que no debía de aferrarse a lo que no podía controlar. Fluía con la vida que, en su caso, era eterna.

Por fin, decidió levantarse. A diferencia de él, que aún tenía libres unas horas antes de su primera clase en la universidad, Jimin debía de estar listo antes de las diez si deseaba llegar con tiempo a la sesión con su asesor de tesis. Cómo sabía que el chico tardaba tiempo suficiente en arreglarse, se removió debajo de él y lo instó a despertar, diciendo repetidamente el nombre del pelinegro.

Inesperadamente, su voz había salido ronca e inestable, sorprendiéndolo de alguna forma. Era normal que en las mañanas su garganta se resecara, pero no al punto de desconocer su propio timbre habitual, por lo que dedujo que la presión que su compañero inconscientemente ejercía sobre su cuerpo debía de ser la razón. Su cuerpo seguía siendo el de un humano, después de todo.

Lo menos que quería era asustar a Jimin, así que volvió a intentar levantarse para dejarlo cómodamente dormido, cuidando de no moverlo mientras se iba. Pero como el mundo quería reírse de él esa mañana, Jimin se lo impidió, girando hacia él para aprisionarlo de nuevo con un abrazo que le robó el aliento.

—Creo que esto será incómodo para ti cuando despiertes—Yoongi volvió a hablarle, aunque apenas podía hacerlo por la falta de aire; llevó una mano a la cabeza de Jimin y lentamente movió sus yemas sobre el cuero cabelludo contrario para ver si con eso se despertaba.

Fue así que pudo sentir como la suave respiración sobre su cuello se volvió una inhalación sorprendida.

—Lo volví a hacer, lo siento tanto...—Jimin por fin despertó. Se alejó de forma abrupta del enredo corporal que había hecho y negó resignado. Sus mejillas tenían un color rojizo que pronto ganó fuerza cuando las golpeó con ambas manos—. Olvidé decirte que soy un necesitado de afecto.

Tibio [my + pj]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora