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Los días posteriores a la muerte de la señora Kim fueron muy dolorosos. Cada vez era más evidente su ausencia en todos los aspectos posibles, especialmente para Taehyung, quien, como era de esperarse, se aisló del mundo para poder sanar. Durante un mes completo, Yoongi y Jimin no supieron absolutamente nada de él y, aunque ciertamente estaban preocupados (especialmente Jimin), decidieron esperar a que su amigo regresara por voluntad propia. Sabían de antemano que el chico se había refugiado en casa de sus padres, por lo que no se preocuparon de que hiciera algo descabellado. Además, ellos tampoco la estaban pasando nada fácil y necesitaban reponerse de su propio duelo.

A veces, Jimin miraba hacia la casa de su vecina con la esperanza de verla. No sabía si era porque sentía una gran necesidad o qué, pero a menudo creía verla espantando a los pájaros, como había sido su costumbre. Sin embargo, al volver a mirar, descubría que la casa se había convertido en un gran punto de reunión para las aves.

Yoongi, por su parte, caminaba por los mismos sitios donde sabía que ella solía estar, esperando sin sentido que el destino se apiadara de él y le permitiera verla una última vez. Ni siquiera comprendía su propio actuar o sus pensamientos irracionales. Lógicamente, sabía que la señora Kim había muerto y que jamás volvería a verla, pero, contrariamente, no se podía quitar aquellos pensamientos que carecían de razón.

—No solo son pensamientos, son sentimientos—dijo Kim Seokjin, su colega, mirando a Yoongi desde su escritorio. Yoongi había ido a visitarlo impulsado por la inercia de su cuerpo, sin que su cerebro tuviera oportunidad de intervenir.

—No comprendo porqué los sentimientos y los pensamientos no estarían relacionados—respondió Yoongi con expresión inexpresiva, aunque en su interior se sentía confundido. Sabía perfectamente que la señora Kim no iba a volver.

—¿No has oído eso de que el corazón nunca escucha a la razón?

—El corazón no escucha—aunque Yoongi comprendía que Seokjin había utilizado un dicho, no podía darle un sentido lógico. Caminó con las manos en los bolsillos de su pantalón y se acercó a la única ventana del cubículo.

—Si quieres saber qué te pasa, te lo explicaré—Seokjin cerró su laptop y cruzó las manos encima de ella. Tenía el aspecto de un hermano mayor preocupado—. Estás en duelo. No sé si comprendas el término, pero, a mi parecer, es lo que te ocurre.

"Estar en duelo". Yoongi sabía a lo que se refería. Había leído mucho al respecto y también había conocido a personas que le habían dicho "estar en duelo". Alguna vez, una compañera de trabajo le había comentado que le había costado superar la muerte de su perrito. También había escuchado en el autobús a una persona que decía estar en la etapa "del enojo" con respecto a su pareja.

—No estoy en negación. Yo sé que murió. Tampoco estoy enojado. Es un proceso natural.

—No soy un especialista, así que no puedo darte una explicación "lógica" para ti, pero lo que sí te puedo decir es que todos vivimos el duelo de manera distinta. ¿Te conté cuando perdí a mi Jjanggu? Al igual que tú, en mi mente sabía que mi perro no iba a regresar, pero mi corazón se negaba a aceptarlo. Durante un tiempo, me encontré buscando señales de su presencia, como si aún estuviera allí conmigo.

Yoongi pudo sentirse identificado. Seokjin pausó unos segundos, esperando que su colega reflexionara un momento. Continuó:

—Te animo a que te enfrentes a tus propios sentimientos, por más confusos y contradictorios que puedan ser. Permítete vivir el duelo, reconoce la tristeza y la nostalgia que sientes.

Reconocer la tristeza y la nostalgia era algo que carecía de sentido para Yoongi, pero lo intentó. Durante la siguiente semana, se sumergió en una profunda reflexión sobre su supuesto "proceso de duelo". Tal vez no lo entendía, pero podía intentar "sentir". Ya lo había hecho alguna vez, ¿por qué no podía aprender a hacerlo de nuevo?

—Jimin, la señora Kim murió—. Y eso hizo, intentó darle inició a su duelo, decidiendo que recordaría la cuestión cada que se encontrara buscando ilógicamente a la abuela de Taehyung.

—Ya es la cuarta vez que me lo dices en el día—por suerte, Jimin era muy paciente y, también por suerte, Taehyung no podía escuchar aquello—. ¿Estás tratando de que yo no lo olvide?

—No. Estoy tratando de reafirmarlo.

Jimin suspiró y miró a la nada. Apreciaba a Yoongi, pero a veces simplemente no sabía que pasaba por su cabeza. Volvió a suspirar y dejó lo que estaba haciendo en la cocina para ir hacia Yoongi, quien estaba en el sillón, para pasarle la mano por el cabello.

— ¿Te cuesta creerlo? ¿Necesitas hablarlo?

—Yo sé que está muerta.

—Entonces, ¿quieres hablarlo?

—No.

Yoongi no respondió, en su lugar, cerró los ojos y permitió que Jimin le acariciara el cabello. Había notado que este gesto se repetía con mayor frecuencia, pero no se quejó al respecto. Si él quería hacerlo, que lo hiciera; a Yoongi casi todo le daba igual.

Además, extrañar era muy confuso. Durante muchos años vivió en la nada absoluta, sin emociones ni razones, pero ahora podía reconocer que, entre todo el vacío, finalmente podía "sentir". Muy poco, pero podía.

—Sí, yo también la extraño —dijo Jimin, sentándose a su lado—. A veces siento que todavía está aquí. Que Taehyung entrará con contenedores llenos de comida, que ella nos dirá que vayamos a pintar su casa o que hacemos mucho ruido. Lo que sea... La extraño mucho, y realmente es difícil.

Yoongi asintió. De pronto, la idea de que Jimin debía estar pasando por lo mismo que él cruzó por su mente. Lo miró. Era un hombre que parecía suave, pero en realidad debía ser, pensó, alguien muy fuerte. Incluso más que alguien que llevaba muchos años vivo. Lidiar con emociones, reconocerlas, sentirlas, era algo que debía ser muy intenso e insoportable.

Yoongi se aferró a la esencia de Jimin. Había una sensación muy rara en su pecho. Sin decir una palabra, llevó su mano hacia la de él y entrelazó sus dedos, sosteniéndola con tanta fuerza que Jimin soltó un respingo; una mezcla de sorpresa y alivio.

—Nunca se van de nuestra memoria. Ellos. A los que... queremos. Nunca se van.

Yoongi creía que eso era cierto. Sus abuelos nunca se habían desvanecido de su mente, incluso cuando se sentía al borde del vacío.

Jimin sonrió con cariño. Su mirada estaba puesta fijamente en él.

—Las personas llegan repentinamente a nuestras vidas y, cuando menos te das cuenta, les quieres. A veces pienso en lo curioso qué es eso. No es algo que puedas tocar, ¿cómo sabes qué existe? ¿Lo sientes? No creo que todos sintamos lo mismo, ¿por qué le damos nombre?

—Eso es realmente existencialista—Yoongi miró nuevamente sus manos. Sus dedos jugaban con los de Jimin. Alguna vez lo hizo, cuando estuvo enamorado.—Tú llegaste a mi vida repentinamente.

Jimin se sacudió el cabello. Se veía nervioso.

—Sí, digo, apliqué para esto, no fue tan repentino. ¿O a qué te refieres?

—No lo sé —era verdad, no lo sabía, no lo entendía. Pero al igual que Jimin, Taehyung y su abuela, quienes habían llegado repentinamente, Yoongi deseaba que permanecieran mucho tiempo en su memoria—. Tú eres diferente a todo. 

Tibio [my + pj]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora