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Su casa, ya completamente pintada de amarillo mantequilla, lucía muy diferente a como Yoongi la recordaba.

La vieja valla maltrecha se había convertido en una refinada extensión de madera blanca, con una hermosa decoración de girasoles que Taehyung muy amablemente había pintado unos días atrás.

Los vecinos, hasta ese entonces ajenos al hogar de Yoongi, habían comenzado a acercarse para elogiar la valla mientras Jimin se iluminaba y presumía lo talentoso que su amigo era.

El jardín, dónde antes había pasto espeso que albergaba vinagrillos, ahora estaba bien podado y con una variedad de flores que ambos puntualmente se levantaban a regar todos los días con los consejos de la señora Kim.

En el interior, los viejos muebles habían sido reemplazados por otros más coloridos, de mejor material y de mejor gusto. Todos acomodados de una forma práctica, pero dejando fluir la luz natural que entraba por las ventanas decoradas con blancas cortinas nuevas.

De aquel sitio oscuro y tétrico ya no quedaba nada porque Jimin se había encargado de hacerlo brillar. El hueco silencioso se había rellenado con sus risas constantes y con los quejidos exasperados de Taehyung. A veces, con palabras profundas de Namjoon o con los ronquidos sonoros de Jungkook, hasta con las bromas telefónicas de Seokjin, cuando marcaba al nuevo teléfono instalado en la sala.

Yoongi no podía decir en qué momento exacto todo había cambiado, pero ¿Qué más daba? Él estaba bien con los acontecimientos de las últimas semanas. Muy bien. Especialmente, porque todos ellos lo habían llevado a ese momento, en el que Jimin le enredaba lentamente las yemas de los dedos entre su cabello.

— ¿Esto te gusta?

La respuesta era un sí. En la creencia popular, los vampiros tienen una vida de excesos y lujos, entregados al placer de los vicios mundanos, pero en su caso particular, podía considerar como un rotundo éxito el simple hecho de tener un poco de contacto físico con alguien como su compañero de piso.

No era que realmente le hubiera importado en el pasado. No fue hasta Jimin que recordó que su cuerpo podía perfectamente reaccionar ante los impulsos. Nada demasiado notorio, por supuesto, apenas y sentía las suaves caricias sobre su piel, pero repentinamente había vuelto a experimentar unas peculiares cosquillas cada que Jimin lo tocaba. En ocasiones, el chico únicamente lo sostenía para cruzar la calle, pero su cuerpo traicionero parecía verlo de otra forma, ya que reaccionaba bastante bien ante el tacto. Podía ser con un simple estremecimiento o con un tenue cambio ronco en la voz.

Cambios que Jimin había notado. Pero era lo suficientemente amable como para no decir nada.

—Creo que te ves más guapo así, ¿por qué no te ves al espejo?

Jimin finalmente alejó sus manos del cabello de Yoongi. Había pasado más de diez minutos tratando de darle forma para hacerlo lucir presentable en la estruendosa reunión de la abuela de Taehyung, pero sus mechones no cooperaban y se alzaban cuando el viento soplaba. En esa edición, el club de lectura se había reunido en la casa del vampiro, como antes habían planeado.

Taehyung se había despertado muy temprano para ayudar con la decoración y la limpieza, por lo que prácticamente ya estaba todo listo cuando la gente empezó a llegar. Habían sacado un par de mesas al jardín y habían colocado sombrillas doradas encima de cada una para evitar que las señoras (y señor, sólo uno había llegado) se quemaran bajo el sol. Jimin, como era de esperarse, preparó un montón de platillos por lo que era probable que incluso quedara para los días posteriores. Yoongi, como no se había sentido útil, decidió prestar algunas de sus viejas ediciones de libros y los había colocado en una mesa para que cualquiera que quisiera pudiera leerlos.

Tibio [my + pj]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora