—¡Dame una K! ¡Dame una E! ¡Dame una L! ¡Dame una S! —Tris vociferaba desde las escaleras de la entrada de la casa Lawrence mientras se terminaba de arreglar las uñas, con su ropa perfectamente limpia mientras yo jadeaba y sudaba como una cerda.
—Oh, por favor, dame un respiro —Me quejé mirando al cielo, maldiciendo toda mi existencia internamente, sin dejar de correr por el jardín con Blaze a mi lado, que de seguro pensaba que estábamos haciendo una carrera.
—¿Qué dijiste, Kelsey? ¿Qué quieres correr quince vueltas más? Hecho —Duncan como hermano mayor sobreprotector era una llaga en el trasero. Pero Duncan como entrenador era mil veces más insoportable, sin contar con su maldita voz militar que él sabía que detestaba. Y si a eso le sumábamos los estúpidos gritos de Tris, no sabía cuál de los dos me ponía más de los nervios.
—¿Y qué tenemos? ¡VAMOS, KELS! —Maldito el día que se le ocurrió meterse al equipo de porristas. Parecía que el Sargento Moore y la animadora Steven habían unido fuerzas solo para fastidiarme. Estuve tentada a quitarme un zapato y arrojárselo en la frente para que dejara de recitar sus estúpidos cantos, pero los ojos de Duncan me escrutaban con firmeza, atentos a cualquier movimiento en falso que me hiciera ganarme más vueltas alrededor del jardín.
No sabía cuánto tiempo había estado corriendo, pero mi visión comenzó a tornarse borrosa y pequeños puntos blancos aparecieron, a lo que tuve que parpadear varias veces para enfocarme. Mi perezoso cuerpo me imploraba un descanso, pero mi hermano había insinuado que no resistiría tantas vueltas y mi orgullo no iba a permitir darle la razón. Sabía que esa era la forma que Duncan utilizaba para que diera lo mejor de mí: retándome. ¿Y lo peor? Siempre le funcionaba, mi orgullo era más grande incluso que el amor de Chad por los videojuegos.
—Superada la prueba de resistencia —anunció cuando llegué junto a él. Jadeé en busca de aire mientras me inclinaba y ponía mis manos sobre mis rodillas. Tris aplaudió y silbó desde su lugar, revoleé los ojos, pero en última instancia le sonreí—. Ahora, vamos con la prueba de velocidad. Aunque en ese estado seguro que no superas tu récord —desafió, evaluando mi falta de aire, cansancio y sofoco. Me erguí de inmediato y le di una mirada entre irritada y decidida.
—¿Cómo que no? Toca ese jodido silbato —No me perdí la pequeña sonrisilla que se le escapó y me di la vuelta, dispuesta a correr hasta el árbol del bosque que había marcado. Inspiré hondo y corrí como nunca antes, al mirar de reojo solo podía ver árboles pasar a gran velocidad. Estiré mi mano para tocar el árbol marcado con una gran X roja y me impulsé girando sobre mí misma para trazar de nuevo mi recorrido hasta mi hermano, sintiendo mi corazón bombear a toda velocidad y la adrenalina apoderándose de mi cuerpo. No disminuí mi ritmo sino hasta haber cruzado la meta, y Tris me lanzó una botella de agua que atrapé en el aire.—¿Y bien? —pregunté, mirando directamente a Duncan con el cronómetro en su mano.
—Diecisiete segundos menos que la semana pasada —Aun con la respiración entrecortada, hice un pequeño y ridículo baile infantil para celebrar mi triunfo. Sus ojos se desviaron a un punto detrás de mí, en la entrada de la casa—. Puedes descansar, ya regreso —Me fijé que se dirigía hacia Aaron que acababa de salir al antejardín solo con su estúpido pantalón de pijama y sin camisa, haciéndole señas a Duncan para hablar con él, ignorando mi presencia y la de Tris. Tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural para que mis ojos no se desviaran a su torso esculpido a la perfección y, aunque me costó horrores, salí victoriosa.
Me dejé caer, rendida, frente a la rubia al mismo tiempo que sonaba mi teléfono que se encontraba en el escalón de la entrada, justo al lado de Tris. Ella, con cuidado de no dañar sus uñas, sonrió como el gato de Cheshire cuando lo tomó.
—¡Es Key! —chilló emocionada, aceptando la llamada antes de extendérmelo.
Miré por el rabillo del ojo a los dos individuos que hablaban en voz baja a unos pocos metros de nosotras. Aaron tenía sus brazos cruzados y esa expresión de disgusto que ya se me hacía tan familiar plasmada en su odioso y dolorosamente hermoso rostro. Me puse de pie sin hacer ruido y me alejé varios pasos de ellos antes de llevar el móvil a mi oído, a pesar de las quejas de Tris que se moría por oír la conversación.
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Aaron II - Fanfic
Fanfiction¿Quieres conocer el final de la historia que cautivó miles de corazones? ¿Quieres saber qué pasó con Kelsey? ¿Con Duncan y Mason? ¿Con Tris y Jake? ¿Por qué Tony traicionó a sus amigas? ¿Qué pasó con el bebé de Gina? ¿Los Lawrence hallaron a tiempo...