Capítulo 42. Sangre pura 3/3

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La puerta se abrió y lo primero que captaron mis ojos fue una hilera de figuras delgadas, casi esqueléticas, que avanzaban lánguidas y cabizbajas hacia el recinto. Mi ceño se frunció al notar las cadenas que portaban en sus manos y pies, como si fueran esclavas que alguien había comprado para quién sabe qué fines. En cuanto estuvieron más cerca, pude percatarme de varias cosas: en primer lugar, eran todas mujeres. Segundo, su condición era bastante deplorable. Todas llevaban vestidos blancos y holgados en mal estado, sus cabellos lucían notoriamente sucios, y temblaban de la cabeza a los pies. Por último, lo que hizo que mi corazón se encogiera, fue darme cuenta que eran apenas unas niñas. La más grande de ellas sería tan solo un par de años menor que yo. Sin embargo, la mayoría no parecían pasar de los doce años. Si antes había estado confundida, ahora simplemente me sentía más perdida que en clase de álgebra.

Detrás de las niñas salieron más hombres escoltándolas con expresión neutra, solo que sus rostros, para mi sorpresa, me resultaron conocidos. Escuché el jadeo ahogado de Tris antes de que mi cerebro procesara lo que estaba viendo. No eran hombres, eran los chicos del orfanato, aquellos que solía ver todos los días por los pasillos cuando era niña. Reconocí a Stevie y sus secuaces, al igual que a otro par de chicos que ya había visto antes, cuando Janet y yo habíamos presenciado un enfrentamiento en un edificio viejo hace unas semanas. ¿Cómo habían terminado en este lugar?

Mis manos se hicieron puños al distinguir a Rick, el asqueroso exnovio de Tris, avanzando con una sonrisa confiada y petulante. Me fijé en los Lawrence. Aaron era el único que lo conocía, y no se molestó en ocultar su mueca de desagrado en cuanto lo vio. Chad y Connor tenían cara de no entender nada de lo que estaba sucediendo. Y Duncan y Alex parecían más preocupados que nada. Regresé la mirada al grupo de recién llegados y rápidamente me di cuenta que, a diferencia de las niñas, ellos estaban en perfectas condiciones. Estaban libres. Podía escuchar los engranajes dentro de mi cabeza trabajando a toda velocidad intentando hallarle algún sentido a esto, pero era en vano.

Entonces lo vi.

Allí, junto a los otros chicos del orfanato, estaba Tony. Los músculos de sus brazos se habían ensanchado ligeramente, por lo que la ropa le quedaba ceñida. El cabello lo llevaba prácticamente al ras, no había rastro de la cabellera desordenada que acostumbraba a tener. Su expresión, que solía ser cálida, se había tornado sombría y ausente. Me miró sin rastro de emoción alguna y después miró a Tris, para finalmente desviar la mirada.

No sabía por qué me sorprendía tanto. Era lógico que estuviese con ellos. Al fin y al cabo, yo había visto con mis propios ojos lo involucrado que estaba él en este asunto. Pero eso no evitaba la puñalada en el corazón cada vez que las circunstancias me demostraban que Tony ya no era nuestro amigo.

Las pobres chicas finalmente se sentaron en el suelo por orden de uno de los tipos, recargándose de una de las paredes laterales y haciéndose pequeñitas en su sitio con total sumisión. Sin el rechinar de las cadenas chocando contra el suelo, se instauró un silencio sepulcral entre nosotros.

Hasta que alguien decidió romperlo.

—¿To-Tony? —Tris estaba atónita, miraba a nuestro ex amigo de arriba a abajo, como si no lo reconociera—. ¿Qué se supone que estás haciendo aquí? —Ella había estado demasiado desconcertada cuando le contamos lo de Tony. Nos había creído, claro, pero suponía que escucharlo era una cosa, pero verlo era otra mucho más impactante.

El susodicho ni siquiera la miró. Ignoró por completo su pregunta. Los demás compañeros se dedicaron a custodiar a las chiquillas indefensas.

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⏰ Última actualización: Jan 15, 2022 ⏰

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Aaron II - FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora