Aaron II - Fanfic

Capítulo 33. El cuaderno.

Mi jeep había decidido averiarse, otra vez. Probablemente estaba cansado de escuchar los berridos de Tris cuando intentaba cantar las canciones que se reproducían a todo volumen en su teléfono, porque seguía sin gustarle la radio, entonces se negó a encenderse esta mañana, por lo que ahora íbamos a la escuela en el auto de Duncan. Tris estaba anormalmente callada en el asiento trasero, luciendo bastante distraída. Hasta Duncan se dió cuenta que algo le sucedía, porque la miraba cada cierto tiempo con el ceño fruncido por el espejo retrovisor, seguramente tan confundido como yo de no escucharla parlotear como de costumbre.

Habían pasado dos semanas desde lo ocurrido con mi espalda. Semanas en las que falté a la escuela porque Gina y Jonathan decidieron que era mejor que guardara reposo, además de que debíamos esperar a que por lo menos cicatrizara antes de que cualquiera me viera así. Y lo hizo, con una rapidez que ninguno nos esperábamos. Al finalizar la primera semana, la herida más profunda había cicatrizado por completo. Claro que eso no impidió que me tomara mi licencia de vacaciones adelantadas muy a pecho. Los Lawrence se habían convertido en mis esclavos prácticamente durante esas dos semanas. Chad y Connor se pasaron cada día complaciendo mis caprichos, a pesar de las quejas de Connor y del aire de incomodidad que flotaba entre Chad y yo. Alex, quien se encontraba muchísimo mejor, se había vuelto a acercar a mí y me acompañaba en mis noches de películas de terror mientras tomaba mi mano. Decía que era para que no me diera miedo, cuando en realidad, sabía que era solo una excusa, porque el que les tenía verdadero pavor a esas películas, era él, y lo comprobaba cada vez que volteaba a mirarlo y tenía una mano cubriendo sus ojos y la otra apretando fuertemente la mía. Gina había obligado a Aaron, con esa técnica de manipulación que le salía a la perfección, a que me llevara todo lo que yo quisiera y se asegurara de que no me faltaba nada. Y como me encantaba tener el control de la situación y sabía lo fácil que era fastidiarlo, perdí la cuenta de las veces que lo hice traerme un jugo para luego decirle que cambié de opinión y lo quería de otro sabor. Y así con todo lo que le pedía. Saqué provecho de la situación tanto como pude.

Duncan estaba pegado a mí como un moco, e hizo de enfermero todos esos días. Era el encargado de limpiarme la herida y de cambiarme el vendaje. Además, había descubierto que daba los mejores masajes en los pies. Pero yo ya me encontraba mucho mejor, su excesiva atención y cuidado sobre mí empezaba a fastidiarme. Sabía que ahora que había presentado un posible síntoma de mi muerte, mi hermano no me quitaría los ojos de encima ni un solo segundo.

Apenas llegamos al estacionamiento de la escuela, Tris se bajó del auto con una despedida rápida. No me preocupé, sin embargo, sea lo que sea que le pasaba, terminaría desembuchándolo en cualquier momento. Aun no había juntado el valor para decirle que su mejor amiga se estaba muriendo. ¿Cómo podría decírselo?

"Hey Tris, me estoy muriendo, ¿me pasas los apuntes de inglés?"

O tal vez, "Tris, resulta que tengo un pie más allá que acá"

Quizá debería ser más práctica y decirle un "¡Oye! En cualquier momento estiro la pata, para que vayas preparando el discurso que darás en mi funeral".

Ninguna de esas parecía una buena opción. A pesar de que a Duncan le incomodaba, yo empezaba a tomarme el tema de mi muerte con ligereza, aunque ciertamente me daba algo de miedo. No era que le tuviese miedo a la muerte en sí, más bien le tenía miedo a morir sin nunca haberme encontrado a mí misma.

—Quiero que me envíes un mensaje cada hora reportándote. Y volveré a recogerte a la salida de tus clases, así que nada de saltártelas. Iremos a casa apenas suene el timbre de salida, nada de irte con Donnie por ahí a tomar algo, me esperarás —Duncan había soltado eso apenas me disponía a bajar del auto. Me volteé para mirarlo con incredulidad.