Capítulo 40. La mentira no era mentira - Parte 2

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Lean la nota al final del capítulo, tengo anuncios parroquiales que hacerles <3

Apenas puse un pie adentro, el estómago se me revolvió ante la visión que se presentaba delante de mí. Aaron estaba acostado en la camilla en todo el centro del despacho, manteniendo sus ojos cerrados. Una sonda colocada entre sus costillas parecía estar drenando líquido de sus pulmones. Alrededor de su pecho también había otros cables de los que no tenía idea de su función, al igual que en su hombro derecho. Una venda cubría una parte de su torso, supuse que donde sus padres habían abierto la piel. La sangre ya había sido limpiada, por lo que pude notar su piel más pálida de lo normal, luciendo opaca. Me fijé en sus facciones, que denotaban un cansancio extremo. Su cabello estaba húmedo por el sudor al igual que su frente. Tenía los labios agrietados y su respiración era tan acompasada que no parecía que estuviera inhalando y exhalando en absoluto.

Nunca lo había visto tan vulnerable.

Cerré la puerta con cuidado, procurando no hacer ruido. Sin embargo, el movimiento hizo que sus ojos se abrieran, aunque solo un poco, como si estuviera viéndome a través de rendijas.

Sus pupilas me escanearon de pies a cabeza. Repentinamente me sentí nerviosa. No supe qué decir, ni siquiera sabía cómo sentirme a su alrededor. Entonces, Aaron habló primero:

—¿Qué haces aquí? ¿Vienes a regocijarte al verme morir? —pronunció con dificultad, sin apartar la mirada de la mía. La voz le salió áspera y baja. Aun con toda su debilidad, intentó esbozar esa sonrisita cínica que ya me era tan familiar.

Era increíble que incluso en ese estado siguiera siendo un auténtico imbécil.

—A diferencia de ti, yo no disfruto del dolor ajeno —repliqué, avanzando con lentitud y fingiendo observar el interior del despacho a pesar de que ya lo conocía mientras evitaba a toda costa su mirada penetrante que seguía cada uno de mis movimientos.

—Permíteme desconfiar de tu presencia aquí cuando esta misma tarde entraste a mi dormitorio hecha una furia a lanzar acusaciones y dejaste en claro tu desprecio y odio hacia mí —expresó, agudizando su mirada—. Temo que mi seguridad se vea vulnerada estando a solas con alguien que me odia y me quiere ver muerto, podrías aprovecharte del estado de fragilidad en el que me encuentro —Me dedicó una odiosa sonrisa. Me pregunté qué tan moralmente incorrecto sería golpear a alguien moribundo.

—¿Piensas que he venido a matarte? —bufé—. ¿Que desconectaré esos cables y antes de que alguien pueda venir a socorrerte los conectaré de nuevo, pero tú ya serás un difunto y Gina y Jonathan jamás sabrán lo que pasó?

—No, ahora que lo dices, suena como un plan demasiado elaborado para tu pequeño cerebro —se burló, haciéndome rodar los ojos. Luego, volvió a adoptar una expresión seria, cautelosa, antes de soltarme sin un atisbo de educación—: ¿A qué viniste?

Arrastré el pequeño banquillo que había a un lado de la camilla para sentarme junto a él, que seguía observándome con suspicacia. Era todo lo que podía hacer. No me imaginaba cuán impotente debía sentirse por el hecho de estar inmovilizado.

—He venido por respuestas. Tengo preguntas. Bueno, en realidad solo son dos —aclaré, pretendiendo que no me daba cuenta cuánto se le estaba dificultando mantener los ojos abiertos.

—Uno a punto de morir y todavía tiene que soportar tus estúpidas preguntas. ¿Qué clase de castigo es este? —se quejó en un murmuro que fue apenas audible y que casi me hizo sonreír.

Aaron II - FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora