Capítulo 35. Tocar el cielo.

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La fiesta estaba en pleno apogeo. Eran alrededor de las tres de la mañana, y yo me encontraba bailando con Tris y los gemelos. Jake había estado yendo y viniendo sin quedarse con nosotros demasiado tiempo. Tris seguía preocupada, por supuesto, pero fingía que no le importaba en lo absoluto. Connor había vuelto a sentarse junto a sus hermanos luego de nuestro intenso baile. Donnie lo había presenciado, al igual que todo el mundo, pero no había hecho ni un comentario al respecto.

—¡Otro trago! —Le grité a mi amigo para que me alcanzara uno de los chupitos que estaban en la mesa.

—¿Cómo es que sigues en tus cinco sentidos después de haberte bebido hasta el agua de los floreros? —Me preguntó Donnie, dudoso de si debía entregarme el vaso o no. Se lo arrebaté y me lo bebí de golpe.

La verdad era que también me lo había preguntado. Estaba sorprendida de mi reciente resistencia al alcohol, antes un tercer trago me habría pateado el trasero fuertemente, y ya había perdido la cuenta de cuántos llevaba esta noche. Fuera del hecho de que me encontraba jodidamente radiante y era obvio que el alcohol era el principal responsable, no sentía ningún otro efecto que indicara un estado de ebriedad. Al contrario de Tris, que ya se le habían subido los tragos y estaba cantando a todo pulmón las canciones de desamor que sonaban por los parlantes junto al equipo de porristas de la escuela, con el que hasta hace unos días no se hablaba. Me reí mientras la observaba y negué con la cabeza.

Los adolescentes hormonales que asistían a Oak Hills en este punto se encontraban, en su mayoría, ebrios, extasiados o cachondos. Había parejas besándose por los rincones, otras prácticamente estaban teniendo sexo con ropa. Los que no, estaban haciendo el ridículo en la pista de baile de lo borrachos que iban, y uno que otro se estaba drogando en los baños. Tal vez sí se nos había salido un poco de control. La posibilidad de que alguien muriera de un coma etílico y nos hicieran responsables a Tris y a mí se me cruzó por la mente.

De pronto, sentí una mirada en mi nuca que me hizo voltear de inmediato hacia el culpable. Key estaba en el otro extremo del gimnasio y me observaba fijamente. En cuanto notó que lo miraba, sonrió con todos sus perfectos dientes y yo le devolví la sonrisa, repasándolo tal como él estaba haciendo conmigo. Donnie me dió un codazo nada disimulado y me giré a verlo.

—¿Y esas miraditas con Contray? —Sus cejas hicieron un extraño baile que casi me hace reír.

—Nada, somos amigos —contesté, encogiéndome de hombros y simulando inocencia, a pesar de que no podía negar que sí hubo miraditas de parte de ambos en varios momentos de la noche.

Donnie volvió a mirar hacia donde se encontraba Key, frunció las cejas y negó con la cabeza, para luego girar a mirarme con escepticismo.

—Definitivamente Dios sí tiene sus favoritos.

—¿Eh? —emití, confundida.

—El universo te pone a semejantes bombones a tus pies y tú los rechazas —Antes de que terminara de decir la oración, yo ya estaba golpeando su hombro sin mucha delicadeza.

—No digas estupideces —Revoleé los ojos—. Además, yo no rechacé a Key.

—En ese caso, estarás feliz de saber que tu crush está viniendo para acá justo ahora —Los ojos de Donnie adquirieron un brillo travieso mientras veía detrás de mí y sonreía maliciosamente.

—¡¿Qué?! ¡Donnie, espera! ¡Donnie! —Lo llamé a los susurros, viendo cómo se alejaba de mí y me dejaba sola. Mientras caminaba de espaldas, me guiñó un ojo. Lo iba a matar.

Sentí la respiración de alguien muy cerca de mi nuca y en cuanto me giré, mi rostro tuvo que inclinarse hacia atrás para poder mirar directamente a esos ojos verdes y felinos que me observaban con una chispa de diversión.

Aaron II - FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora