Sus ojos siguen mirándome fijamente como si me dijeran que no van a dejarlo ir tan fácilmente.
Su olor sigue subiendo por mis fosas nasales, creando un aroma que siempre recordaré como "el de la segunda vez que Cristina Soto y yo casi nos besamos en mi habitación".
Por otro lado, el constante lamido de sus labios me hace desear saborearlos como si fuera un moribundo y fueran mi última comida.
-Cristina por favor...- logro decir en un susurro que le pone la piel de gallina a juzgar por sus brazos.
-Shh... sé que tú también lo quieres... -me dice, y sin añadir nada más, se abalanza sobre mis labios.
Sí, tienes razón, yo también lo quiero.
Pero está mal.
Es malo.
Es contraproducente para ambos.
Pero entonces, ¿por qué no puedo detenerme?
¿Alejarte como yo quiero?
Sus labios son tan suaves, tan llenos.
Se mueven vorazmente sobre la mía, incendiando cada una de mis células.
Los míos responden a sus movimientos sin falta.
Parecen haber sido creados para estar en contacto unos con otros.
La carga de pasión, inicialmente lenta, empieza a crecer más y más hasta que mi corazón estalla como si acabara de inflarse como un globo, más allá del límite permitido.
Le muerdo el labio inferior y luego tiro de él con los dientes mientras ella gime en mis labios, lo que me vuelve más loco de lo que debería.
Vuelvo a besarla, dejando que mi lengua acompañe a la suya en sus movimientos, haciendo de ese beso el más perfecto que he recibido.
Siento que sus manos me aprietan la espalda y que sus uñas atraviesan ligeramente mi carne por debajo de la camiseta del pijama, y eso me carga aún más.
Cris deja de besar mis labios y sigue hasta mi cuello, y yo se lo permito, aunque por dentro sólo quiero parar.
Me pregunto qué le parece el sabor de mi piel.
Me pregunto a qué sabe.
El timbre del móvil lo interrumpe todo y, por una vez, me alegro de que lo haya hecho.
-Es mi hermano... perdón... -le digo antes de que vuelva a sentarse a mi lado, sin decir una palabra.
Tomo el móvil en mis manos y contesto a mi hermano pequeño que me llama desde Argentina.
-¿Hola? -pregunto mientras al otro lado la voz de mi hermano suena menos que de costumbre.
-Chesko... sí cuéntame todo, mamá...
Mamá acaba de ser hospitalizada. Tuvo otro ataque.
-¿Qué? ¿Lo hizo de nuevo? No puedo creerlo. ¿Por qué no la has vigilado? ¿POR QUÉ?
No puedo vigilarla todo el tiempo Jo. Yo también tengo mi propia vida. Seguramente es por la persona con la que está ahora. ¿Quién crees que se la va a llevar? Yo no.
-Al menos dime que no usó el dinero que te envié para comprarlo... -No.
No, he pagado las facturas con él, estoy bien. Te mantendré informado sobre mamá. ¿Cómo te va? ¿Alguna vez olvidaste la rubia sexy que me mostraste? ¿O la conseguiste?
Ante la pregunta de mi hermano, miro de reojo a Cristina, que sigue tocándose los labios sin decir nada.
-Te lo diré tan pronto como pueda. Ahora son como las tres de la mañana aquí, y estaba a punto de quedarme dormido junto a la señorita Cristina..- Confieso, antes de escuchar su risa resonando al otro lado del teléfono.
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Blush
FanfictionJoana tiene 18 años y un día es llevada a trabajar como niñera por el joven millonario Ramón Soto, que vive con su mujer y sus dos hijas, Cristina y Gaia, una niña de 6 años a la que Joana tiene que cuidar. A partir de ese día, la vida de la joven a...