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Cris y yo estuvimos mirando casas toda la mañana y, al final, elegimos una y la compramos enseguida con la mitad del dinero que Cris tenía en su tarjeta.

Cuando por fin llegamos, dejamos las maletas e inmediatamente vamos a abrir la habitación.

Lo hacemos durante muchas veces, llegando siempre al orgasmo, y cuando la chica rubia se tumba a mi lado, y me mira fijamente con la cabeza apoyada en mi pecho, le sonrío.

-Había echado mucho de menos esto, Jojo...- me dice con una sonrisa en los labios.

-Yo también, mucho- comento, sonriéndole de nuevo, antes de besar su frente y luego la punta de su nariz.

-Sabes... cuando estaba en la celda... no podía dibujar porque los bolígrafos y los colores eran armas para ellos y yo no podía tenerlos... -empiezo a decirle- entonces prácticamente cerré los ojos y con mi dedo dibujé tu cara en el aire...- concluyo mientras su rostro cambia de expresión.

Me mira con ternura y me besa la punta de la nariz.

-Eres tan dulce...- dice antes de estrecharme en un abrazo en el que me refugio con todo mi ser.

Chesko y yo no hemos hablado desde anoche, y ni siquiera le hemos dado la dirección para que venga.

Mañana por la noche haremos una fiesta de inauguración, pero no será bienvenido, y ya se lo he dicho a Cris también.

Ha intentado por todos los medios hacerme cambiar de opinión, tratando de hacerme entender que mi hermano no lo hizo deliberadamente, pero como le volví a decir ayer, ese no es el problema sino el hecho de que me ocultó todos sus problemas y se mezcló con las personas que perdimos a nuestra madre a lo largo de nuestra infancia.

En mis 20 años de vida, he sido más madre de Chesko que nuestra propia madre.

Y el hecho de que Chesko, con sólo 18 años, haya conseguido caer en el inframundo, me entristece y decepciona porque significa que no ha aprendido nada de mis enseñanzas, y de todo lo que nos ha pasado.

Lo perdí todo para facilitarle la vida, para que no se perdiera nada, y aun así eligió el inframundo.

-No pienses demasiado en ello. No es tu culpa. Quiero decir que no es tu culpa..- comenta la chica rubia sabiendo por su cara que estoy pensando en mi hermano.

-Tal vez hice algo mal... no puedo entender por qué se negó a esos tipos en lugar de venir a pedirme ayuda... -digo pasándome las manos por el pelo.

Cris me mira y se encoge de hombros.

-Deberías preguntarle. Mañana que venga y tal vez hablar con él .. ¿de acuerdo?

Sacudo la cabeza porque no quiero.

-No seas terco. Hazlo por mí. Habla con tu hermano.

Resoplo porque cuando me dice que haga cosas por ella nunca me puedo negar y, hasta esta vez es así.

Como recompensa, Cris vuelve a hacerme el amor dentro de nuestra nueva cama de matrimonio, y cuando se queda dormida a mi lado, me quedo tumbado admirándola.

Su belleza es realmente algo absurdo.

Cada vez que la miro no puedo evitar preguntarme cómo una chica así pudo enamorarse de mí.

Dice que yo también soy guapa, que soy una persona maravillosa y que todo el mundo se enamoraría de una Joana Bianchi si la conociera, pero yo no me lo creo.

Joana Bianchi no es nadie. Nadie se enamoraría de ella, por eso me sigue sorprendiendo esta relación entre la chica rubia y yo.

Ver a Cris dormir, escuchar el sonido de su respiración, me relaja.

BlushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora