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Las cosas se están poniendo tensas entre Cris y yo.

Hoy es el primer día de los cuatro restantes en que estamos solos en casa.

Selene ha dicho que vendrá por la tarde para terminar el proyecto que tenemos que presentar en la universidad el viernes, así que hoy, hasta las cinco aproximadamente, tengo que pasar el tiempo respirando el mismo aire que Cristina.

Son las diez cuando bajo vestido con mi ropa de casa, es decir, pantalones cortos y una camiseta de Rick y Morty tan larga como mi culo.

Me dirijo a la cocina para desayunar sin siquiera saludar a la chica rubia que está hablando por teléfono probablemente con Amira, sin siquiera notar mi llegada.

-Me está volviendo loca Amy. Te juro que ya no la soporto- le dice la rubia a su mejor amiga con tono despectivo.

-Cris, cálmate. En vez de gritarme por teléfono por qué no se lo dices a ella y te quitas esto de encima, porque a ella también le importa por lo que me cuentas..-

-No. No le importa en absoluto, de lo contrario recordaría mi cara y la suavidad de mi piel bajo sus dedos. ¡Pero me confundió con ese gata muerta!-

-¿Y no crees que lo haya hecho a propósito?-

Oigo un minuto de silencio y luego la chica rubia empieza a hablar de nuevo.

-Soy un maldito idiota. Tienes razón. Ah, pero ahora voy a hacerle pagar todo-

Oigo los pasos de la rubia llegando a la cocina y la oigo de pie frente a mí desayunando una rebanada de pan con mantequilla de cacahuete.

La miro fijamente sin decir nada como para preguntarle qué pasa y ella se cruza de brazos.

-Lo has hecho a propósito admítelo- dice y yo la miro sin entender a qué se refiere.

-¿El Qué? -pregunto con curiosidad.

-Decir el nombre de aquella gata muerta después de tocarme a mi ayer-

Oh, eso es a lo que se refiere.

Sigo comiendo sin escucharla porque quiero volverla loca.

-Responde Joana. Sé que es cierto. Puedes reconocer mi piel después de haberla tocado, todos reconozcon mi piel despues de haberla tocada-

Tiene razón. Su piel es diferente. Es perfecta, y después de haberla explorado, no podrás olvidarla.

-Aparentemente yo no- le digo fingiendo ser el mayor imbécil del planeta.

Me levanto, limpio la mesa y me dirijo al salón, colocándome en el sofá.

Todavía molesta se une a mí sentándose a mi lado, la punta de su rodilla rozando la piel de mi pierna.

- Estás mintiendo como un bellaco! -dice elevando el tono de voz, sonando casi como un cuervo, aunque simpático.

-¿Es tan difícil para ti pensar que te he olvidado? Y sin embargo lo hiciste conmigo un segundo después de que estuviéramos en la cama...- Digo señalando aún allí donde todavía me quema y probablemente la quemará a ella también.

Y efectivamente ahí está, la cara de alguien que se siente morir porque la otra persona acaba de tocar una llaga.

-Tienes razón, y está bien que te enojes conmigo por esto, pero no pasa un día sin que me odie por ello!-

Escuchar esas palabras viniendo de ella me deja aturdido por un momento, y por un instante nuestras miradas vuelven a ser simples, sin ira ni deseo de destrucción.

BlushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora