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Eiji's POV

16:00pm
Si tenía que nombrar una cosa buena de lo que hasta ahora había sido mi estadía en Brighton, sería las horas que podía pasar con el profesor Ibe después de clases. No importaba lo tarde que fuera o lo duro que hubiera sido su día, Ibe siempre tenía una sonrisa y una silla a su lado para ofrecerme, justo como ahora.
—¿Podrías archivar estos también, por favor? —me preguntó mientras señalaba un montón de hojas de block arrugadas por el exceso de pintura en ellas. Eran los trabajos de arte de los alumnos que aún no había corregido— de verdad lamento pedirte que hagas estas cosas, ¿estás seguro de que no te estoy quitando tiempo?

Negué con la cabeza. Me gustaba ayudar a las personas; además, no tenía mucho que hacer aparte de asistir a clases y esconderme de mis compañeros.
—¿De qué clase son estos? —pregunté luego de tomar las hojas con manchas de pintura nada prometedoras.
—Los hicieron tus compañeros

Traté de no demostrar mi decepción, pero era difícil con esas composiciones tan faltas de técnica, prolijidad y, pues... alma.
—Sé que a primera vista no se ven muy bien, pero el trabajo del artista es encontrar la belleza hasta en los rincones menos pensados.

Asentí a pesar de que era difícil ver arte en esos trazos indefinidos y escondidos tras manchas de comida por todos lados. Entonces me fijé en los nombres de los artistas al reverso de la hoja, pero me di cuenta de que ninguno de ellos me sonaba todavía: Stuart Jones, Edward Miller, Joshua Mitman, Aslan Callenreese...

Mis dedos se detuvieron en este último. Ante mis ojos, el dibujo de una jaula abierta de par en par ocupaba la totalidad de la hoja.
—Ese es de Ash —dijo Ibe al ver que me había detenido para observarlo.
—No se le da muy bien dibujar —comenté mientras pasaba los dedos sobre la pintura seca, un segundo antes de darme cuenta de lo grosero que había sido— l-lo siento, no quise decir eso
—Descuida —contestó en medio de una carcajada— Ash tiene muchos otros talentos. Me alegra que se lleven bien.

Sonreí para llenar el espacio tras sus palabras, pero ni eso lo convenció
—No me digas que Ash no habló contigo

Parecía desconcertado y no me animaba a contarle lo que había ocurrido después de la última clase de arte
—Sí hablamos... o algo así. No lo recuerdo muy bien. Ash parecía muy determinado a que lo ayudara con algo y...
—¿Fue muy violento contigo? —completó el resto de la oración sin titubear. Parecía conocerlo bien— ese muchacho. Lamento que hayas tenido que pasar por eso, en realidad es un buen chico. Solo necesita algo de apoyo y cariño.

Le contesté que no hacía falta que se disculpara, pues no había sido su culpa. No quería causarle más problemas de lo que ya hacía.
—Tengo que ir a buscar unos papeles a la sala de profesores —me dijo de pronto— vuelvo en seguida

Asentí con la cabeza y él salió de la sala. Una vez más estaba solo, únicamente rodeado por las pinturas.
—Así que Aslan Callenreese —dije para mis adentros. Mi rubio compañero de clases era dos personas a la vez.

La puerta se abrió nuevamente y escuché pasos que se acercaban hacia mí. Me giré animado, pues pensaba que era el profesor Ibe que venía a buscar algo había olvidado, pero me di cuenta de lo equivocado que estaba en cuanto tres figuras altas entraron a la sala.
—Así que lo que decían era cierto —dijo uno de ellos— el nuevo se pasa todo el día en la sala de arte

Todos sonreían, pero ninguno de ellos parecía especialmente contento de verme, sus sonrisas eran más bien como las de un grupo de cazadores apunto de atrapar a su presa; no pude evitar estremecerme.
—¿Quienes son? —pregunté aferrándome al respaldo de la silla en un intento de mantener la calma— el maestro no está aquí.

Los tres tipos soltaron risas secas y se acercaron hasta quedar a mi al rededor: uno a cada lado y el que había hablado al frente.
—Eso está bien —dijo con una sonrisa aun más ancha— no le importará que te tomemos prestado un rato, ¿cierto?

Tragué saliva. Las cosas en Brighton parecían ir de mal en peor.

16:15 pm
Esa parte de la escuela, los terrenos destinados al jardín botánico, estaban atestados de gente después de las clases, por eso a nadie le pareció extraño ver a tres chicos escoltándome hasta lo más alejado; esas eran cosas que seguramente pasaban a diario.
—Métanlo ahí dentro —dijo el más musculoso de todos, quien para ese entonces había descubierto que se llamaba Joe cuando llegamos detrás de la cabaña del jardinero. Hasta entonces no tenía idea de qué pretendían con todo eso, yo no les había hecho nada; sin embargo, el estómago me dio un vuelco al ver un cuarto alto y estrecho en el que guardaban las herramientas.

Los otros dos chicos me empujaron dentro como si todas mis fuerzas no fueran nada en comparación a las suyas. Quería irme de ahí, estaba aterrado y lo estuve más en cuanto mi cuerpo chocó contra la madera húmeda de la pared del fondo.
—¿Por qué? —pregunté con un hilo de voz. Para ese entonces, Joe se había metido también en el cuarto de herramientas y me bloqueaba el paso.
—Vigilen que no venga nadie —les dijo a sus compañeros mientras con una mano me agarraba la barbilla— vamos a ver si los rumores sobre ti son ciertos

¿Rumores? No tenía idea de qué rumores estaba hablando, pero tampoco quería quedarme a escucharlos, de modo que hice lo que cualquiera habría hecho en mi lugar; mas cuando intenté empujarlo, uno de sus puños fue a parar a mi mejilla con un ruido seco.
—¿A dónde crees que vas? —preguntó ya sin sonreír. Su paciencia se estaba agotando— esto apenas comienza.

Me llevé la mano a la mejilla aún con la mirada perdida y el calor comenzó a esparcirse desde el punto en el que me había golpeado.
—Si cooperas puede que llegue a gustarte —dijo bajando su mano hasta mi cinturón.
—¡No! —grité y traté de apartarlo una vez más, pero esta vez no sentí un golpe, sino su mano cerrándose en torno a mi cuello.
—Te dije que te quedaras quieto

Sentía su aliento caliente y húmedo junto a mi oreja y su mano izquierda abriéndose camino entre el cierre de mi pantalón. ¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué? No paraba de pensar mientras las lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos, no sabía si por el miedo o por que el agarre de Joe me estaba dejando sin aire. Aquella fue la primera vez desde que puse un pie en Brighton que realmente quise volver a casa.
—¡Qué mierda...! —escuché un grito cercano y luego el golpe de un cuerpo pesado caer al suelo. Justo en ese momento Joe se giró abruptamente para ver qué ocurría y tuve la oportunidad de verlo yo también. Entre la bruma en la que se había convertido mi visión, vi al muchacho de cabello rubio, Ash, saltando sobre ambos chicos sin titubear ni un instante.
—¡No les dije que vigilaran, par de inútiles! —gritó Joe, soltándome por fin. Sus dos compañeros habían caído, pero eso no lo intimidó, ni siquiera cuando Ash se acercó para sacarme de un tirón de aquel apretado cobertizo.
—Hazte a un lado —me dijo mientras se limpiaba el sudor de la frente. Yo había quedado en el suelo y lo miraba todo como si ocurriera en cámara lenta.
—Tú eres el que debería hacerse a un lado— gritó Joe— deja que tu novio se defienda solo o que se muera

Para ese entonces, Ash estaba de espaldas a él, por eso el otro no vio el momento en que se agachó para tomar del suelo una pala oxidada. Apenas tuve tiempo de cerrar los ojos, pero ni así pude librarme del sonido que hizo el metal al chocar contra la cabeza de Joe.
—¡Eres un monstruo! —gritaron los otros chicos que hasta hace poco estaban en el suelo, pero que se habían puesto de pie a pesar del dolor con tal de alejarse corriendo de ahí— ¡un monstruo, un monstruo!

Abrí los ojos de a poco. Para entonces, Ash había soltado la pala y su pecho subía y bajaba de forma irregular, pero su rostro permanecía impasible.
—¿Puedes levantarte? —preguntó y tuvieron que pasar varios segundos para darme cuanta de que me estaba hablando a mí— ven, dame la mano

Acepté su ayuda y como pude me puse de pie, pero eso hizo que todo fuera incluso peor que antes. Apoyado sobre el brazo de Ash, podía ver perfectamente el cuerpo de Joe tirado en el suelo mientras la sangre comenzaba a brotar de su cabeza. Me llevé una mano a la boca para detener las nauseas.
—¿Eh, qué pasa? —preguntó Ash en cuanto sintió que me resbalaba y lo llevaba al suelo conmigo— ¡Eiji!

Pero no llegué a oír más. Lo último que recuerdo era la sensación fría y húmeda del pasto bajo mi cuerpo y unas manos tibias sosteniéndome por la espalda antes de cerrar los ojos y caer.

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<3

Academia Brighton (Banana fish)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora