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Ash's POV
La oficina de Blanca era una versión ligeramente más ordenada de los vestidores en donde guardábamos la ropa mientras hacíamos ejercicio. Un escritorio en medio, un librero con archivadores y una repisa en la que guardaba cajas de cartón con prendas extraviadas. Eiji y yo estábamos sentados en las sillas, él temblaba en su lugar con la mirada fija en sus rodillas, yo no le quitaba la vista de encima a Blanca mientras, con los brazos cruzados, me preguntaba por qué tanto alboroto; si planeaba suspendernos, podría hacerlo de una vez.
—¿Vas a decirnos por qué tanto misterio? —le pregunté— no tenemos todo el día, ¿sabes? Tenemos gente que ver, clases a las que asistir y escapes que planear.

Eiji se tensó aun más a mi lado.
—Solo quiero saber qué pretendes con todo esto —dijo cruzándose de brazos también— ¿qué se supone que vas a hacer una vez fuera?
—Lo que pase conmigo fuera de Brighton no es asunto de los profesores —respondí. Blanca suspiró y juntó las manos como si estuviera buscando paciencia en su interior.
—Sabes que no podrás escapar de Dino, incluso si lográs salir de aquí —dijo como si quisiera calmar a un niño, pero eso solo conseguía enfurecerme aun más— en cuanto sepa que te escapaste empezará a buscarte para encerrarte en un lugar peor.
—¿Por qué te preocupa tanto lo que pase conmigo?
—Porque sé todo el potencial que tienes, Aslan —dijo bajando la voz al pronunciar mi nombre, aquel nombre que tan pocas personas conocían— nunca quise que terminaras en este lugar.

De haber estado solo, seguramente sus palabras no me habrían importado, pero el asunto era que no lo estaba y me resultaba imposible pasar por alto la expresión confundida en el rostro de Eiji que nos miraba a ambos tratando de entender. Me mordí el labio y solté el aire que tenía contenido en los pulmones. Él no tenía por qué enterarse de cosas que solo conseguirían asustarlo más.
—Entonces pudiste haber hecho algo para evitarlo —dije y sin molestarme en recoger la mochila, pues sabía que quedaría confiscada, salí para tomar aire y poner unos cuantos metros de distancia entre Blanca, el pasado y yo.

Sí alguien hubiese querido ayudarme, lo habría hecho, dije para mis adentros mientras recorría con grandes zancadas el patio. Si a alguien le hubiera importado realmente al menos lo habría intentado.

Incluso si Blanca había cuidado de mi durante los años que pasé en la mansión Golzine y ahora se las quería dar de buena persona preocupándose un poco por mi suerte. Por mucho que personas como Max Lobo aparecieran en mi vida de vez en cuando para darme consejos. Por mucho que otros estudiantes trataran de acercarse para pretender que eran mis amigos. Al final siempre estaba solo, pues no había nadie que me buscara sin querer algo a cambio; hasta que él apareció.

Primero fueron sonidos lejanos que se confundían con el viento, pero a medida que se acercaba, la voz de Eiji comenzó a escucharse con claridad, tan fuerte que sentía que provenía desde mi interior, que me quemaba y me abrazaba en partes iguales. Hasta entonces no me había dado cuenta de lo lejos que había llegado con la vista fija en los pies. Cuando levanté la cabeza me giré y lo vi acercándose al trote mientras gritaba mi nombre.
—¡Por fin! —soltó ya sin aire una vez estuvo junto a mí y me tomó del brazo para asegurarse de que no me iría de su lado otra vez— ¿Hasta dónde querías llegar? Estuviste a punto de chocar.

Tenía razón. De forma inconsciente, mis pies me habían llevado hasta el lugar en el que siempre terminaba: la muralla que marcaba el límite de la escuela.
—El profesor dijo que no nos delataría por esta vez, pero que nos anduviéramos con cuidado si no queríamos meternos en problemas —dijo Eiji recuperando la respiración— ¿es una historia muy complicada la suya, cierto?
—Apuesto a que te mueres por saberla —le dije soltando una risa sin un dejo de felicidad y sin quitarle los ojos de encima. De un tiempo a esta parte, mirarlo se había vuelto lo más fascinante del mundo, sentía que podría haber estado horas dedicado a esa tarea sin cansarme. Eiji se encogió de hombros y al igual que cuando estábamos en el desagüe, contestó:
—Solo si tú quieres contármela.

Academia Brighton (Banana fish)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora