Epílogo

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Eiji's Pov
Mamá creía que hacer un viaje sería bueno para mi salud y estado de ánimo, al menos eso fue lo que le dijo el doctor.
—Sé que estás triste por lo que ocurrió con tu amigo —dijo una tarde en la que entró en mi habitación para dejarme una bandeja con comida y llevarse la de la mañana que ni siquiera había probado— pero a él no le gustaría verte así. Necesitas respirar un poco de aire fresco y seguir con tu vida.

No le respondí. Tal vez de haber protestado, en este momento no estaría en la parte trasera de un auto alquilado, escuchando una canción en la radio y con mis dos padres en los asientos delanteros.
—Este parece ser un buen día para ir de paseo, sí señor —dijo papá sin despegar la vista de la carretera. Había viajado desde Japón especialmente para que nos tomáramos las vacaciones que tanto necesitábamos; aunque por la cercanía y complicidad que había visto entre él y mamá desde el día del juicio, sospechaba que había segundas intenciones en su actuar.

Eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos antes de soltar un suspiro. De haber sido otra la situación, quizá me habría alegrado de que mis padres tuvieran planes de volver a estar juntos, pero dadas las circunstancias, aquello no podría importarme menos.
—Tal vez nuestras próximas vacaciones puedan ser en un lugar más tranquilo —dijo mamá— podríamos ir a Okinawa, ¿te gustaría Eiji?

Pero no respondí hasta que se dio vuelta y me miró con ojos llenos de preocupación.
—Okinawa está bien, mamá.

Volví mi vista a la ventana mientras ellos seguían hablando. La pared de pinos aún cubiertos de nieve parecía impenetrable; como casi todas las cosas esos días, no habrían llamado mi atención de no ser porque luego de recorrer un par de kilómetros más, vimos el gran edificio de concreto que se ocultaba del resto del mundo en el último rincón del bosque.

Mi madre jugueteó con sus manos y desvió la mirada, yo en cambio me acerqué a la ventana para ver mejor. Brighton parecía mucho más pequeña cuando estabas fuera de ella y era tan fría y aséptica que todo lo que había vivido tras sus paredes parecía sacado de un cuento de hadas.
—Acelera, por favor —le dijo a papá mientras le acariciaba la mano que reposaba sobre la palanca de cambios— no quiero volver a ver ese horrible lugar.
—No pienses en eso, cariño. Ya todo terminó —dijo él y yo apreté los dedos en la cubierta de cuero del asiento.

Las cosas no podían terminar así.

Ash's Pov

Me habría gustado abrazar a Eiji por última vez, pero estaba seguro de que las cosas eran mejor de esta forma. Quería pensar que estaba haciendo todo esto por él, que salir de su vida de una vez y sin mirar atrás era la forma más rápida de que se olvidara de todo lo que habíamos vivido juntos y que así siguiera con su vida; pero la verdad es que era egoísta y no quise hablar con él porque sabía que si lo miraba a los ojos una vez más, ya no podría dejarlo.
—Ya llegamos —dijo el guardia de la cárcel que me había escoltado hasta mi celda— hogar dulce hogar.

Recorrí el lugar con la mirada y solté un suspiro. Siempre me había quejado de que Brighton era un agujero horrible en el que los padres iban a dejar a sus hijos para que no les dieran problemas en casa, pero la verdad era que en comparación a la cárcel no estaba tan mal. En Brighton al menos teníamos luz en cada habitación.
—¿Necesitas algo antes de que me vaya? —me preguntó luego de cerrar la reja que me separaba del resto de los reos y del mundo.
—Estoy bien —contesté dejando el bolso con las pocas cosas que se me había permitido traer en una silla— gracias.

La cama era un poco dura y las sábanas estaban frías, como si nadie las hubiera usado en mucho tiempo. No había nada en esa habitación que me recordara a la cabaña que Eiji y yo habíamos compartido antes de que todo el asunto del escape de Brighton se nos fuera de las manos. No había cenas calientes ni atardeceres junto al fuego de la chimenea; no había mañanas de domingo en el mercado ni desayunos mientras veíamos caricaturas en la televisión... el rostro sonriente de Eiji ya no sería lo primero que vería al despertar ni lo último antes de dormirme, pero estaba bien.

Si había alguien en el mundo que se merecía una segunda oportunidad, ese era él; y aunque había sido suficientemente egoísta como para no despedirme, ni siquiera yo habría sido capaz de seguir arruinándole la vida. Sí tenía que alejarme de él para salvarlo de mí, entonces estaba dispuesto a asumir las consecuencias de mis actos y los suyos.

Los días pasaban más rápido cuando tenías algo con lo que torturarte, al menos eso era lo que había aprendido. La jornada comenzaba muy temprano en la mañana: nos aseábamos, desayunábamos, hacíamos servicio comunitario hasta la hora de almuerzo y limpiábamos el lugar. Después de eso, casi siempre nos dejaban la tarde libre para hacer ejercicio en el patio o, en mi caso, pasar las horas leyendo en la biblioteca. No era la colección más surtida y rica del mundo, pero era mejor que estar a la intemperie viendo a los otros reos pelear porque uno había mirado feo a otro.

Creí que podría acostumbrarme a una vida sin más ambición que matar el tiempo y cumplir con mi sentencia, hasta una mañana en que mientras escribía unas cuantas notas en mi diario, escuché su voz.
—No tiene de qué preocuparse, puedo controlar a estos tipos —había escuchado desde el exterior de la celda.

Me paré de golpe y por poco me golpeo la cabeza con la parte de arriba de la litera; corrí hasta que mi cuerpo chocó contra a las rejas, pero ni así conseguí ver de qué se trataba. ¿Estaría alucinando?, pensé por un momento, pero su voz se había escuchado muy real como para ser solo una broma de mi imaginación.



A las 13:30, nos condujeron hasta el comedor y no pude evitar quedarme relegado al final del grupo porque me detenía cada dos por tres para observar a mi alrededor.
—No hay nada que ver aquí, camina —me dijo uno de los guardias antes de picarme las costillas con su cachiporra. Tenía razón: Eiji no estaba por ningún lado.

Por más que intentara separarme del grupo para buscarlo, era imposible hacerlo en los horarios que no eran libres. La seguridad era mucho más estricta que en el reformatorio y mis posibilidades de ver a Eiji, infinitamente más pequeñas. Pensar que iba a encontrarlo dentro de ese lugar, tan lejos del resto de la sociedad era una tontería, pero aun así, no dejaba de escucharlo, de distinguir su silueta con el rabillo del ojo en cada esquina, de escuchar el ruido de sus pasos al andar por los pasillos.
—Debo estar volviéndome loco —dije cuando conseguí llegar hasta la biblioteca para descansar durante un par de horas antes de volver a mi celda.

No tomé ningún libro en esa ocasión, solo corrí una de las sillas hacia atrás y me dejé caer. La cabeza escondida entre los brazos mientras suspiraba y dejaba salir todo el aire que llevaba guardando por tanto tiempo.
—Eiji no está aquí —me dije en voz alta para convencerme.

Entonces escuché pasos detrás de mí.
—¿Tiene autorización para estar aquí? —mi corazón se detuvo durante un segundo. No quería moverme, ni siquiera respirar. Tenía miedo de que si lo hacía, entonces el mundo alrededor explotaría igual que una frágil burbuja de jabón— si no tiene autorización, me temo que tendré que llevarlo de vuelta al patio con el resto de los reos.

Mis manos temblaron cuando me sostuve en la mesa para darme la vuelta. Aterrado por no encontrarlo ahí cuando abriera los ojos, mi corazón bombeaba a mil kilómetros por hora. ¿Por qué?, me pregunté lleno de odio hacia mi mismo por no poder dejar el pasado atrás, por torturarme con el recuerdo de un amor que había nacido destinado a morir. Lo que vi tras de mí fue un joven vestido con el uniforme de los guardias que con una mano enguantada tocó la visera de su gorra como saludo. No podía ver la parte superior de su rostro tras la sombra, pero habría reconocido esa sonrisa en cualquier lugar.
—No puede ser... —murmuré antes de morderme los labios.

El joven guardia se acercó hasta mí y levantó su gorra solo un poco para guiñarme un ojo.
—Hoy me toca a mí hacer guardia en los pasillos de la zona norte —dijo pasando por mi lado en su camino hacia la puerta— ¿estás listo para intentarlo otra vez?

Y por primera vez en mucho tiempo, sentí que volvía a estar vivo.

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Muchísimas gracias por leer mi historia. Espero que la hayan disfrutado.

A pesar de que no tengo tanto tiempo como antes, escribir es lo que más me gusta en la vida y espero poder seguir haciéndolo por mucho tiempo más. Nunca olviden lo mucho que los quiero y lo agradecida que estoy por todo su apoyo y el cariño que me han mostrado a lo largo de los años en Wattpad <3 Son los mejores. 

Academia Brighton (Banana fish)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora