Academia Brighton (Banana fish)

5

Eiji's POV
El pasillo estaba desierto, tanto que mis pasos hacían eco y seguían el ritmo de las gotas de lluvia en el exterior, una melodía bastante lamentable. Solté un suspiro; si iba a pasar el resto de mis días dentro de Brighton siendo la burla del resto de mis compañeros, más valía que me fuera acostumbrando o, al menos, que fuera inventando unas cuantas excusas para faltar más seguido a clases. No quería saber más del mundo por ese día, en especial de chicos rubios y guapos y eso que no eran ni las once de la mañana.
—Podría volver al dormitorio ahora mismo —dije en voz baja a medida que avanzaba contando las baldosas— podría decir que simplemente no encontré la sala de clases

Entonces recordé que estar en el dormitorio era también estar cerca de mi compañero de cuarto y de sus artefactos corto-punzantes. Un escalofrío me recorrió la espalda; aquella era una pésima idea.

Fuera del edificio, el viento arremetía contra los árboles y las ventanas que sonaban como si fueran a romperse en cualquier momento. Dentro del edificio mis pasos habían dejado de ser el único sonido en los pasillos, algo extraño, ya que estaba casi seguro de que todos se habían ido antes que yo. Me giré con algo de ansiedad esperando encontrar al fantasma del edificio o algo así (porque todas las escuelas tenían uno, como mínimo, y daba la casualidad de que yo era una presa fácil incluso para alguien que ya estaba muerto). Mas no se trataba de un fantasma sino del chico que se había sentado a mi lado en la clase que se acercaba a toda velocidad. Mi primer instinto fue el de hacerme a un lado para no interrumpir su carrera; ya tenía varios problemas y no quería agregar otro a la lista. Sin embargo, supe que yo era su objetivo cuando comenzó a gritar mi nombre por primera vez.
—¡Eijiiiii! —el hecho de que un chico tan genial como él recordase cómo me llamaba habría sido un lindo detalle de no ser por lo amenazante en su tono de voz.

Me apegué a la pared y cerré los ojos en un intento de reducir el impacto de su cuerpo, pero ni aún así Ash bajó la velocidad; se recargó hacia un lado y sus pies se deslizaron por las baldosas como si estuviera patinando. No hubo tiempo de hacer nada; para cuando abrí los ojos, ya no veía la luz blanquecina titilando en el techo, pues frente a mí y con un brazo a cada lado de mi cabeza, estaba él.

Oh...

El mundo se había reducido al pequeño espacio que había entre sus brazos y lo hizo aún más cuando levantó la cabeza para mirarme de frente.
—Te encontré —dijo con su nariz pegada a la mía mientras se removía para acomodar el peso de su cuerpo.

En japón teníamos un nombre para lo que estaba pasando en ese momento: kabedon*. No sabía si en América tenía el mismo significado, de la misma forma que no sabía si planeaba aplastarme o darme un beso.
—Tienes que ayudarme
—¿D-disculpa?

Sus manos se cerraron en torno a mis muñecas. Si hasta ese entonces me había sentido incómodo, aquello no se comparaba con el pánico que me invadió al sentir cómo su piel tibia entraba en contacto con la mía.
—¿Acaso no entiendes inglés? —preguntó molesto luego de hacer sonar la lengua, entonces repitió sus palabras, esta vez más despacio y con un tono de voz que intentaba camuflar su impaciencia— necesito que me ayudes a escapar de aquí
No sé con certeza en qué momento mi corazón dejó de latir al ritmo normal. Por muy guapo y genial que fuera, había una alta probabilidad de que la vida dentro de el reformatorio hubiera vuelta loco a mi compañero de clases y no estaba entre mis planes quedarme a ver si mis sospechas eran ciertas; tenía que salir de ahí antes de que me matara.
—¿Qué pasa contigo? —preguntó Ash alzando una ceja y solo entonces me di cuenta de que mis ojos habían comenzado a humedecerse.
—¡D-déjame! —grité lo más fuerte que pude, pero mi garganta estaba seca y de mis labios solo salió un sonido extraño y lamentable; suficientemente patético como para hacerlo soltar su agarre y retroceder. Fue en ese momento que me armé de valor para zafarme y empujarlo antes de empezar a correr.