CAPITULO 22

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NARRADOR

Alex maldijo una y otra vez, pero sin más opción regresó al hospital. A hablar con Mariana de que los padres de Lucía no harían la donación y tendrían que esperar.

- Alex, ¿qué pasó? - preguntó Mariana cuando llegó.

- Nada, sus malnacidos padres niegan tener una hija, todo por estar conmigo- se podía escuchar la amargura y la rabia en su voz.

- Cálmate, Alex. Encontraremos un donante.

- ¿Cuándo, Mar? Se nos acaba el tiempo y mi esposa morirá.

- Ahora debemos ir a hablar con Lucía.

- ¿Qué? ¿Por qué?

- Tenemos que decirle que pasa.

- No, no le diremos. No aún.

- Alex, tenemos que decirle es mi obligación como doctora.

- Me importa un pepino no le diremos, no aún. Por favor, por mi te lo suplico.

- Esto es antiético me pueden demandar, puedo perder mi licencia.

- ¿Demandar? ¿Quién? ¿yo? Osea te lo estoy pidiendo, si otro doctor te pregunta tu di que yo lo dije.

- Solo dos días más, Alejandra. Si en dos días no le dices, yo le diré.

- De acuerdo- suspiró y fue al cuarto.

(...)

Los días pasaron, Lucía llevaba dos días hospitalizada, la excusa era que estaba débil por el tratamiento y la querían vigilar. Ese día Mariana le dijo a Alex que podría traer a sus hijos porque los días de Lucía estaban contados sin ese trasplante y que mejor que hacerla feliz con sus hijos.

- Mamá- la pequeña Mía que desde que su madre estaba hospitalizada no paraba de llorar ahora era la más feliz, aunque aún tenía lágrimas en sus ojos.

- Mi vida, no llores.

- Tú no estas- dijo en un sollozo.

- Tranquila,mamá está aquí.

- Dijiste que no irás más.

- Lo sé, bebé. Pero mamá esta malita- limpió las lágrimas de su hija mientras trataba de retener las propias.

- No te vayas.

- Jamás, mi amor.

Tras unos minutos los niños se tuvieron que ir. Y al parecer Vitaliy aún no entendía muchas cosas, pero si sentía la ausencia de su madre, pues al ser arrancado de los brazos de esta comenzó a llorar con una fuerza que nadie pensaría que sus pulmones no trabajaban como era debido. Alex asustada comenzó a calmarlo temía por que tuviera un ataque de asma, pues cuando lloraba mucho parecía que el aire no llegaba bien a sus pulmones. Mía también estuvo llorando pidiendo quedarse y hasta dijo que deseaba enfermarse para estar con su mamá cuando ella temía a los hospitales y los odiaba.

- Dime, ¿qué pasa, amor? - preguntó Lucía una vez sus hijos se fueron.

- ¿Qué pasa de qué, amor? - preguntó despreocupada acomodándose en la silla a su lado.

- Algo pasa, no dejarían entrar a un bebé de meses con asma si algo grave no pasará.

- No pasa nada, amor. Solo moví mis influencias- se encogió de hombros restándole importancia.

- Alex, dime la verdad, no estoy bien ¿verdad? – era una pregunta a la cual temía la respuesta pero debía saber la verdad.

- Yo...- los ojos de Alex se cristalizaron – ellos no encuentran un trasplante de médula y no vas a sobrevivir sin ella- Lucía se dejó caer en la camilla e hizo una sonrisa triste.

CORAZÓN CONTRA TODO - (Luciale) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora