EN LA TORMENTA

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Bajé incrédula del vehículo, cerrando de portazo la puerta del piloto y caminé directo al sitio, mis mejillas dolían como la puta madre, la piel me hervía, podía sentir cortadas aún cuando mis ojos no lograba verlas; la temperatura estaba en su punto crítico, ya era caótico esquivar la nieve o no hundirte en ella.

Cada paso que daba era un retorcer en el alma, de un modo u otro me aterraba encontrarme algo, que para mi suerte seguro encontraría; cuando más cerca estaba, más mi imaginación jugaba, ¿Ben estaba aquí?, ¿porqué solo esta la patrulla?, ¿estará hablando con joe?, ¿donde esta Hunter?.

Tiré con fuerza de la puerta principal pero esta estaba cerrada, repleta de cadenas y candados bien colocados, no había forma de ingresar, se notaba además habían cerrado por fuera, ¿por donde entraste Ben?; los nervios ya eran innegables, apuntando mi creencia a revisar la puerta trasera de forense.

Mi corazón abrumaba mi escucha, todo el sonido provocado por la ventisca se había pausado, solo me acompañaba el compás breve y lento de mis latidos, no podía escuchar nada más; era una película de horror, y para mis malas noticias, yo estaba a punto de encontrarme con el terror.

Estaba aterrada, exasperada, preocupada, paranoica, sofocada, no podía con el nivel de adrenalina; elevé aquellas manos temblantes a la manija de aquella salida, le rogaba al cielo chocase y se me prohibiera el acceso, que chocara con alguna clase de objeto, deseaba saber no Ben no estaba aquí... pero su crujir, maldición, aquel chillante crujir de metal confirmo mi sospecha, la jodida puerta trasera se encontraba abierta.

A partir de allí, mi concentración cesó, saqué mi glock de la cintura y me contuve a respirar, mis temblores pasaron a ser constantes y mi pulso al punto de un quebranto; lentamente me introduje en el silencio, aquel sitio parecía formar parte de una sala de estar, constaba de un ambiente extraño, sus paredes color olivo y el aroma rancio, externaba tristeza la luz amarilla.

Me desplazaba constante, apuntando a todo lugar, tenía que estar un paso adelante, no uno por detrás; un estruendoso golpe se escuchó tras de mi, notando el estruendo se pronunciaba desde aquella puerta de salida, giré como rayo sobre mi eje y apunté directo, le apunté directo.

- ¿Ben?.- susurré anonadada, contemplando su figura notable con cara de malicia, portando una mirada que conectaba con la mía, transmitiendo un mensaje y portando un nombre; lo sentí.

- ¿Te encuentras bien?.- atravesando el hilo de luz de la habitación, tornando su rostro visiblemente tranquilo, con un leve ánimo de sorpresa; el no me esperaba en lo absoluto, pero de alguna manera yo si.

- ¿Dónde está Joe?.- contestando sin bajar mi arma, teniendo el dedo índice frustrado entre mi temblor.

- Rey.- continuando con su paso pausado, dirigiéndose directo a mí, evadiendo el hecho de ser apuntado por un arma.

- ¿Hunter donde se encuentra?.- retrocediendo con el pánico de mi vida; crujía mi quijada de lo tensa en que estaba.

- Baja el arma.- hablando con una paz, que exaltaba expertis, Ben no estaba asustado, estaba cuerdo, en su total sano juicio.- vamos a hablar.

- ¡Maldita sea!.- grité con frustración, al borde del llanto, quemándome el calor del pecho.- ¡¿dónde está Joe?!.- retrocediendo a la par de la proximidad que tenía con Ben; Los ojos, eso era lo diferente en el, sus pupilas jamás las había notado tan dilatadas, tan negras, profundas, me sumía en la intensidad de sus pensamientos, aspiraba la esencia de su olor, escuchaba su exhalación, percibía su persona... el ya estaba frente a mi.

- Relájate.- susurraba Ben a casi 5 centímetros de distancia, separándonos únicamente la altura entre nuestras personas, sujetó mi hombro y pude ver sus manos, tan suaves, tersas, grandes y muy gruesas, por un instante, su tacto abrazó mi corazón.

Los EnterradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora