Capítulo 10: ¿Podrás continuar?

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Tanto Rumsfeld como yo guardamos un respetuoso silencio mientras Nostradum terminaba su historia, tomando una nueva calada de su pipa. El tiempo había transcurrido de tal manera que en aquellos momentos me era imposible precisar si el sol saldría dentro de poco, o aún faltaban un par de horas para el alba.

En mi mente se aglomeraban tantas preguntas que me era imposible darles orden, y a la vez una mezcla de sobrecogimiento y excitación llenaba cada parte de mí. La historia de Nostradum confirmaba sin duda alguna que las bestias que buscaba verdaderamente existían, y no solo unos cuantos pares, sino docenas o hasta centenares de ellas. Las posibilidades y dudas me abrumaban como si Nostradum me hubiese arrojado a un mar embravecido, en el cual si dejo de luchar me hundiría cual lingote de plomo.

-Es sencillamente... impresionante, tú historia básicamente justifica en más de una forma mi viaje – Fue lo único que logré articular.

-Lo que no me termina de cuadrar es porqué un grupo tan talentoso pasó desapercibido, aún en aquella época – comentó Rumsfeld.

-¿A qué te refieres con aquella época? –

-Tú, como cazador, eres consiente que desde hace un par de siglos perdimos importancia en el mundo, pero aun así la época de la que habla el anciano, que fue poco antes de mi alumbramiento, no éramos tan menospreciados como hoy en día. De hecho, cuando yo era un niño la cacería era un oficio bastante respetado y aún existían gremios o clanes con trabajo abundante; entre ellos el mío cabe decir –

-Muy cierto – comentó Nostradum – y en realidad tienes mucha razón, pues en aquella época aún eran comunes los rumores sobre cazadores que vencían dragones o criaturas por el estilo; no tanto como en épocas antiguas, pero claramente más que hoy en día. Pero la verdadera razón por la que ellos no eran conocidos era que sencillamente normalmente tenían sus batallas en sitios aislados del hombre, y en importantes ciudades nunca extendíamos nuestra estadía lo suficiente como para que los rumores comenzaran –

-En tal caso podría interpretarse que no querían ser conocidos – Agregué.

-Tienes toda la razón, joven, mis compañeros no querían ser reconocidos... o al menos yo así se los sugerí –

-¿Por qué haría algo así? Si grandes señores hubiesen conocido la grandeza de sus hazañas probablemente hubiesen considerado sus servicios, y quizá los cazadores de hoy en día... -

-Es exactamente por eso que no quería que fuesen conocidos... -

Aquellas palabras me intrigaron, al tiempo que me decepcionaron. Si el reconocimiento de los cazadores se hubiese reestablecido en aquellos tiempos quizá mi padre hubiese sido acogido por el Conde Rutherford entre sus allegados, hubiésemos vivido dentro de las murallas del feudo, quizá ellos...quizá ellos jamás...

-¿Por qué...? – Fueron las únicas palabras que logré articular ante la maraña de pensamientos que ahora era mi mente.

-Puedo adivinar por tu mirada que te has visto en situaciones difíciles por el pobre reconocimiento que tienen los cazadores hoy en día, pero la caída de los cazadores no se debió a su falta de habilidad. A pesar de que pareces ser un joven bastante inteligente, y culto cabe mencionar, pues es difícil encontrar a un cazador hoy en día con el don de las letras, excúsame, pero me vi tentado en hurgar un poco en sus pertenencias y descubrí el códex que llevas contigo, no creo que sepas lo suficiente de historia para entender mi postura en aquel entonces.

>>Soy viejo, más de lo que me gustaría reconocer, pues, aunque no lo creas mi edad duplica, y quizá hasta triplica a la de tu compañero y por tanto nací poco antes que la auténtica edad de los imperios comenzara. Incluso un par de cazadores norteños como ustedes deben saber que vivimos en el año 265 de la edad de los imperios, pero dudo sepan la razón por la que los historiadores le llamaron así. Hay quienes dicen que se toma como inicio las fechas cuando el reino Eagleson alcanzó su extensión actual, pero la verdad es que se toma como referencia el nacimiento del imperio Agnarin, en la zona central de Aneal, que inició la ideología en los grandes reinos al sur y al este de expandirse para "compartir" su grandeza a los reinos de menor poder en sus cercanías.

Crónicas de un cazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora