Oblivion | Draco Malfoy (memoria #1) © ✓

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Lethe

—Únete a la Orden —dijo—. Podemos ayudarte, Lethe. Sé que es complicado, ya que tus padre y Draco son-

—Me uniré —interrumpí.

La orden era una asociación creada exclusivamente para luchar contra Voldemort y los mortífagos. Eso era lo único que tenía saber para aceptar. Necesitábamos derrotar a Voldemort antes de que lo hiciera él con nosotros.

—¿Q-Qué?

—Quiero acabar con todo esto. —Tragué en seco—. Y no pienso hacerlo desde el bando de Voldemort.

—Sabes que se viene algo muy feo, ¿verdad? —dijo él.

—Lo sé.

Nos quedamos en silencio, viendo las estrellas brillas , junto a una luna llena grande y hermosa.

—¿Vamos dentro?, es tarde. —El pelirrojo rozó mi brazo para llamar mi atención.

—Sí, vamos —respondí y ambos caminamos hacia el interior de la madriguera.

🥀

Los días pasaban y cada vez me encontraba peor. Las pastillas no me quitaban el dolor de cabeza y el insomnio era insoportable.

La señora Weasley tuvo que conseguirme unas nuevas pastillas, ya que, el frasco que me recetó el sanador después de aquellos días en coma, se había quedado en Hogwarts. El único problema era que no eran las misma, únicamente aliviaban el dolor y conseguían que durmiese más de dos horas seguidas.

Y, en momentos como en los que me encontraba en ese mismo instante, las voces de la gente hablando a la vez me volvían loca.

—¿Desde cuando tienen a Luna? —dijo Fred, el cual me tenía rodeada con su brazo.

Luna Lovegood. Una Ravenclaw a la cual únicamente veía por los pasillos o en el comedor. Nunca hablé con ella, pero se me rompía el corazón al saber que estaba en esa situación. No me imaginaba lo duro que tenía que ser estar en esas mazmorras.

Por lo que tenía entendido, los Mortífagos secuestraron a Luna para evitar que su padre siguiese publicando noticias —de lo que estaba sucediendo— en la revista El Quisquilloso.

—El 20 de Diciembre —contestó Tonks.

Había conocido a Tonks ese mismo día. Pertenecía a la orden, al igual que su marido Remus Lupin.

—¿Cómo lo haremos? —preguntó George.

—No estamos seguros de si de verdad los tienen en la Mansión Malfoy —dijo Lupin.

Al escuchar sobre aquel lugar, se me revolvieron las tripas.

—Necesitaríamos estar seguros —continuó—. A lo mejor podríamos buscar la manera de entrar...

—Yo lo haré —dije, y todos giran la cabeza en dirección a mi.

—Lethe, no sé si eso es lo mejor —dijo Molly.

—No, no lo es —contestó Fred antes de yo poder decir nada—. ¿Te están buscando y quieres meterte ahí?

Levanté la cabeza de su hombro y lo miré.

—Se que es peligroso, pero a la vez soy la persona que más fácil puede entrar.

—¿A qué te refieres? —preguntó el
Señor Weasley.

—Estoy segura de que puedo conseguir bajar las barreras de protección que rodean la mansión —expliqué.

—¿Y si te descubren? —preguntó, cruzando los brazos sobre su pecho—. No tendrás a nadie ahí dentro.