Son las cuatro de la tarde, el despertador del móvil no ha sonado, y Franky se ha quedado dormido. Las voces de sus vecinos son las que le despiertan. Ve que hay demasiada claridad, y que el móvil está apagado. Al cargar algo de batería, enciende el móvil, y se da cuenta de la hora que es. Tampoco es que tenga mucha queja, sus padres estaban de vacaciones, él tenía la casa para el solo, y había dormido muy bien. Fue a la cocina, se calentó en el horno una pizza, y se quedó embobado mirando por la ventana. Fuera parecía que las nubes empezaban a comerle terreno al sol. No le dio más importancia, y se fue a comer. Tras comer se fue de nuevo al cuarto. Preparó la mochila, cogió una toalla, el casco de la moto, unos auriculares, el móvil, y el mp3. Fue al servicio, se lavó los dientes, se echó algo de colonia, y se quedó mirando su reflejo un par de segundos. Hasta ese momento no había recordado a Áfrika. Forzó la sonrisa, y se marchó de su casa. Su destino era aquella playa que tantos buenos momentos le trajo. Aquella playa que era suya y de Áfrika. La de la primera vez. El rincón de paz y tranquilidad que necesitaba. Mientras iba en moto notó que el día se iba nublando un poco, y empezaba a hacer frío. No es que hubiera mirado el tiempo, pero no creía que se pudiera poner a llover. Total, ya estaba a mediados de septiembre, y los días grises empezaban a hacerse algo más comunes. El frío amenazaba de nuevo. Dentro de poco volvería a anochecer a las 6 de la tarde. En definitiva todo lo que odiaba volvería de nuevo. Que odio le tenía al invierno. Para él era la peor estación del año. Llena de frío, de viento. Las calles se vaciaban. Los días eran más cortos. Y el aburrimiento se haría un hueco en la rutina de todos. Por eso debía aprovechar aquel día en su playa. Al llegar no pudo evitar evocar aquellos días del verano pasado, con Áfrika. Aquel primer día que se besaron en esa misma playa. O aquellos intentos por salvar la relación en los que pensaban que la magia que desprendía aquel idílico lugar les salvaría de la ruptura. No todos los recuerdos felices transmiten felicidad. Muchos son tristes. Ver esas sonrisas que ya no volverán. Esas personas que se marcharon. Y cuanto dolieron esas despedidas. Como duele querer volver a vivir algunos momentos de nuestras vidas, y que no podamos nos llena de impotencia. Tan solo nos quedan recuerdos. Supongo que a todos nos pasa factura por igual el tiempo. Tras pisar la arena de la playa, observó que allí no había nadie. Pensó que así sería todo mejor. Colocó su toalla, y se tumbó encima. Se puso los auriculares, y aquella vieja canción de “Our first time" volvió a sonar. Como aquel primer día. Por su cabeza transitaban sin parar todo el montón de recuerdos que no conseguía olvidar. “¿Porqué aun la quiero? ", se preguntaba una y otra vez. Áfrika había sido lo mejor y lo peor que le pasó. ¿Porqué fue capaz de darle sus mejores días si no tenía intención de hacerlo de por vida? Que injusto es el amor. Que hace que demos lo mejor de nosotros a quien menos se lo merece, y que ignoremos a quien de verdad nos quiere. Prefiero pensar que cupido a veces le gusta el drama, o que incluso tiene mala puntería a la hora de lanzar sus flechas. Tal vez tan solo sienta celos de no poder enamorarse, y solo nos hace sufrir por pura diversión. De todos he sabido que Franky soportó todo lo que nadie debe soportar en una relación. Celos obsesivos, y mentiras. Yo no seré un experto en el amor, pero si os digo que si os enamoréis no intentéis poseer a la otra persona. Pues no hay nada más bonito que saber que la persona que amas podría estar perfectamente con otras, pero que a pesar de todos los caminos que nos ofrece el destino, ha elegido permanecer con nosotros. Y ahí está lo bonito del amor. Nada de cárceles de celos, el amor verdadero es libre. La verdad es que Franky se quedó bastante rato pensando en todo esto. Las canciones sonaban alto en sus auriculares, al igual que los recuerdos lo hacían dentro de su corazón. Al fin y al cabo ningún amor se acaba por olvidar del todo, ¿verdad? El tiempo avanzó, y el día se puso más gris de lo que ya estaba. Empezó a soplar un poco de aire frío, y antes de que se diera cuenta, empezaron a caer algunas gotas. Corriendo recogió la toalla, y se dirigió a la moto a toda prisa. De fondo sonaban algunos relámpagos. Nada más montarse en la moto, comenzó a llover con más fuerza. No le apetecía para nada mojarse, así que apretó un poco más de la cuenta el acelerador. De vuelta a casa la carretera parecía eterna, y las ruedas de su moto apenas frenaban bien. La lluvia cada vez caía con más fuerza, y los relámpagos sonaban cada vez más. Lo cierto es que no le hacía mucha gracia todo aquello, y pensó que incluso algún rayo le podía impactar. No habían muchos coches recorriendo las calles, y tampoco gente. Se puso algo nervioso, y apretó más el acelerador. Tanto, que a un par de calles de su casa, intento frenar sobre un charco, pero la moto no respondió, y acabó contra el suelo, resbaló en la carretera un par de metros, hasta que un coche que estaba aparcado paró su trayectoria. La calle estaba vacía, o eso parecía, ya que una chica fue corriendo hacía él. La chica le preguntó si estaba bien, a lo que él respondió que tan solo estaba algo magullado, a la vez que se reincorporaba. La voz le pareció algo común, pero con la visera de la moto no alcanzaba a ver quien era. Ya que con la caida se arañó hasta casi nublar la vista. Franky le pidió que le ayudara a aparcar a un lado la moto. La chica le dijo que si, levantaron la moto, que tan solo tenía muchos arañazos, y un retrovisor roto. Una vez que Franky apagó el motor de la moto, y se puso bajo cubierto para no mojarse con la lluvia, se quitó el casco, y para sorpresa de él, aquella chica era Áfrika. Franky la miraba a los ojos, estupefacto. No se acababa de creer que era ella.
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Destino por casualidad.
RomanceContinuación de mi anterior libro titulado "Gritándole al silencio." En esta ocasión Franky se enfrenta a intentar recuperar la rutina que tenía antes de su relación fallida con Áfrika. Celos, nuevos romances, viejos amigos, y un pasado que no consi...