Capítulo 14.

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Áfrika no da señales de vida. No se conecta al whatssap, ningún tuit, nada de aparecer por ask. Ni tan siquiera coge las numerosas llamadas de Franky. Sin más explicación que lo citado en el mensaje que recibió, todo eran dudas. Y la interpretación del mismo era libre para el ojo que la leyera. Tal vez celos, malditos celos que atacasen de nuevo. Puede que un malentendido. Que pequeñas se hacen las paredes de nuestras habitaciones cuando los problemas aprietan. La respiración pesa en los pulmones, los nervios afloran en la piel, y el corazón da vuelcos dentro del pecho esperando la estocada final. A fin de cuentas él no había hecho nada malo, aunque pudo, y una parte de él lo deseaba. Cierto es que Áfrika era todo para él. Su primer amor y esa chica que no conseguía quitarse de la cabeza por mucho que pasara el tiempo, y por mucho que las putadas pesasen en sus hombros. Tras mucho insistir, y todos los palos que recibió al fin estaban juntos. De mala manera, y sin saber exactamente que son. Pero siendo algo en definitiva. Pero que raro todo, que aun así se sentía más solo que en soledad. Tal vez sea cierto que no hay mayor soledad que estar acompañado de la persona equivocada. Como también es cierto que querer no es lo más importante a la hora de estar con alguien. Somos tan complicados cuando todo se vuelve tan sencillo. Hay cosas que duelen, que amargan la existencia, cosas que ni por amor se llegan a olvidar. Os hablo de oportunidades que no regresan, besos que no saben igual aunque sea la misma boca la que te vuelva a besar. A veces todo se resume en un ahora o nunca. Y nosotros, idiotas enamorados, pensamos que siempre habrá una segunda oportunidad a la hora de amar. Y no es así. No se puede amar de la misma forma cuando tienes ya el corazón roto. Entre los huecos de tu corazón rotos se esfuma como la niebla todo nuestro dolor acumulado, la desesperanza, y los recuerdos negativos de todo lo que un día fue ilusión. Tan simple como eso para explicar la situación de Franky. Él estaba enamorado de Áfrika. Pero no de la de ahora, sino de aquella chica con la que salió una primera vez. Ni tan siquiera de la misma forma. Esa chica que ya nunca volvió a ser la misma, y puede que por culpa de él. El amor nos cambia, ya sea para bien o para mal. Pero una vez que te enamores nada será lo mismo. Ni el sol brillará igual, ni las canciones las escucharás igual. Incluso encontrarás belleza en todas esas cosas que ahora mismo ignoras. Franky se estaba dando cuentas a las malas de que hay errores que no se deben de cometer de nuevo, con la cantidad de errores nuevos por fallar, y aquellos que dejamos a medias. Y aquí os hablo de Ana. Aquella chica de amor imposible que casi llega a abrir los ojos de él. Ya sea destino o casualidad, tenerla cerca de nuevo hizo que algo dentro de él estallara. Mariposas volando de nuevo, y viejos recuerdos cobrando vida de nuevo. El deseo prohibido de besar su boca, y olvidar el mundo y sus putadas. Pero que raro todo ahora, y en tampoco tiempo que de cambios. Él de nuevo estancado en Áfrika, y Ana que ni el tiempo hizo que lo olvidará. Puede que sino hubiese sido por Áfrika, la hubiera besado de nuevo. Ana encajaba muy bien en todo lo que él buscaba en una chica, pero a Áfrika la amaba. De vuelta a noches de pensamientos melancólicos se lanzaba sin paracaídas Franky. Tan solo esperaba una llamada de Áfrika, y que le dijera que tenía celos, que viera el con sus propios ojos que no había cambiado, y así podría tener excusa y razón para pasar página de una vez, y quemar el libro. Cosas del destino, esa llamada no tardó en llegar. Pero nada de explicaciones, solo una hora y un lugar para hablar. Áfrika le indicó de quedar para hablar a las 5 de la tarde en un parque cercano a la casa de Franky.

Esta vez el tiempo pasó muy deprisa. Casi sin querer. Franky ya estaba allí. El día se presentaba frío y gris. Los pájaros callaban sus canciones, y el viento se detuvo. Una calma tensa flotaba en el ambiente. Con un nudo en el corazón salió Franky hacia allí. Siempre antes de tiempo, como de costumbre. Debajo de la sombra de un árbol, sentado en un banco, con gafas de sol y a la espera de la llegada de Áfrika se situaba Franky. Esta le sorprendió al aparecer por detrás, y sin más le asaltó con una pregunta.

Áfrika: ¿Que hacías tu ayer con esa?

Franky: ¿Esa es tu forma de saludar? Empezamos bien.

Áfrika: Mira, saludo como me sale del coño. Que no se de que vas.

Destino por casualidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora