La tonada del diablo

58 14 73
                                    

El autobús escolar viró una y otra vez. Los gritos de los niños no cesaban. Si el conductor hubiese revisado el vehículo antes de iniciar el viaje, se hubiese evitado tal calamidad: caer intempestivamente en un barranco.

Solo un par de niños sobrevivieron al accidente.

Pero, al llegar al hospital ellos murieron, salvo un pequeño: Maqui, de ocho años. Se mantenía lleno de cables y tubos, haciendo lo posible para mantenerlo con vida. Aunque no pudiera exteriorizar todo lo que sentía, en su mente luchaba por mantener esa luz llamada vida encendida.

—¡Dios, ayúdame! —suplicó.

Mas no recibió respuesta.

Se encontraba encerrado en su mente, en un lugar blanco lleno de luz sin sillas, sin árboles, ni rocas. Nada. Caminaba en su mente en un espacio en blanco, aferrándose a ese último aliento. Hizo lo impensado, todo con tal de seguir viviendo, invocó al señor de las tinieblas y le pidió una oportunidad de vida.

—Te daré siete años de vida —pronunció una voz ronca, y Maqui sabía de quien se trataba; aunque no lo viera—. Cuando sea el momento de partir, una tonada de piano anunciará el fin.

Maqui agradeció al diablo por brindarle una esperanza para vivir, ¡qué ser más bondadoso! después de todo, en algún momento fue un ángel.

Para la familia fue un milagro que el pequeño viviera, pues los exámenes que mostraba el medico no eran los más alentadores.

Con su vida entre sus manos, aprovechó al máximo cada día. Retomó sus estudios, fue parte del equipo de matemáticas «la materia en la que mejor rendimiento tenía», disfrutó muchísimos juegos y pudo experimentar de primera mano, las mieles del primer amor; aunque, él sabía que era tontería enamorarse tan joven. No obstante, debía intentarlo y verle el lado más amable a la situación.

Nadie sabía que había hecho un trato con el príncipe de la oscuridad, era un secreto que llevaría hasta que se cumpliera la fecha límite y, la verdad, no le daba mucha importancia a ese día, hasta que llegaron sus quince años.

¿En qué momento pasó tanto tiempo? No lo sabía, pero un mensaje de su madre, le recordó que el diablo pronto llegaría a cobrar lo pactado.

—Debemos ir al cementerio —dijo su mamá—, el tío Boris ha muerto.

Muerte.

El saber que visitarían a un familiar que dejó su vida terrenal, se le antojó como una idea descabellada, ni siquiera tenía una buena relación con el tío Boris; es más, si se saludaron en un par de fiestas o reuniones familiares, era mucho decir. Pero se trataba de un hermano de su padre y no tuvo más opción que acompañarlos, después de todo, para sus padres era importante acudir y con solo hacer acto de presencia, estaría bien.

Pero estaba nervioso, no sabía cómo aparecería, no sabía si llegaría de la nada y lo arrastraría al inframundo; o tal vez cumpliría el trato haciéndolo sufrir, ni siquiera sabía si se volvería un ser corpóreo o estaría invisible a sus ojos.

Finalmente, llegaron al cementerio. El ambiente de tristeza y congoja, era palpable con los dedos. Qué ambiente más tenso, sabiendo que el fin le respiraba en la nuca, todo ello, hacía que luciese desesperado y ridículo.

—¿Estás bien, cariño? —le preguntó su madre.

—Sí, sí, es solo que... este ambiente no me sienta nada bien —confesó Maqui, sin dejar de ver a su alrededor.

—Relájate, hijo, no tardaremos mucho —reconfortó su padre, sonriendo; aunque por dentro, tenía el alma destrozada y no podía llorar, ya había llorado suficiente temprano en la mañana cuando recibió la noticia.

Caminaron hasta la tumba del tío Boris, donde muchos familiares esperaban para darle cristiana sepultura y, en mitad del trayecto, se vieron distraídos por un viejo piano abandonado junto a un árbol. ¿Cómo había llegado a ese lugar? ¿Era posible que solo ellos pudieran verlo? Porque, a decir verdad, los demás se veían envueltos en sus respectivos asuntos.

—¡Qué curioso! —señaló el padre de Maqui—. ¿Quién pondría este piano aquí? Recuerdo que tome clases cuando estaba en el instituto.

El piano comenzó a sonar, una dulce melodía que irradiaba una gran tristeza y melancolía: esa era la señal.

—Es hora de cumplir con el trato —susurró el diablo al oído de Maqui.

Este dio un respingo y en cuestión de segundos desapareció. Ahora, se encontraba en un espacio negro, como si hubiese caído en un pozo que no llevaba a ningún lugar.

—¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? —bramó Maqui hacia aquella nada.

—Lucifer es estricto con sus negocios —respondió una voz gutural—. Te prometí siete años y se han cumplido, espero hayas disfrutado tu mundana existencia.

Sí, lo había disfrutado, fueron siete años en los que pasó por todas las emociones y por todo tipo de sentimientos y experiencias. Ahora debía cumplir, no había marcha atrás.

Los padres de Maqui, saliendo del trance causado por el encanto del piano, miraron a su alrededor y no encontraron a su hijo; en su defecto, encontraron una carta donde se supone que él debía estar.

Queridos mamá y papá,

Cuando tenía ocho años estuve a punto de morir, seguro recuerdan ese triste acontecimiento, marcó nuestras vidas cruelmente; y no, Dios no me dio la oportunidad de vivir, lo hizo Lucifer: el señor de las tinieblas, el príncipe de la oscuridad o como quieran llamarlo. Me dio los siete años más hermosos de mi vida y los disfrute bastante. Lamento haber mentido, pero no tenía el valor suficiente para decir algo tan loco como eso.

Gracias por el amor, la compañía; incluso, por los llamados de atención. Esta es mi única forma de decirles adiós.

Los amo,

Maqui. 

La mujer, después de leer en voz alta la carta, arrugó la hoja, puso sus manos en el pecho con la hoja entre sus manos y comenzó a llorar; aunque era algo absurdo y si bien tenía toda la pinta de ser una broma, no lo era. Ella así lo sentía. Se vio envuelta por los brazos de su esposo, lloraron por el tío Boris y por la repentina y extraña partida de su adorado hijo.

 Se vio envuelta por los brazos de su esposo, lloraron por el tío Boris y por la repentina y extraña partida de su adorado hijo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En multimedia encontrarán la canción que escuché cuando escribí este relato.

La historia fue inspirada en un sueño, básicamente era eso: un niño haciendo un pacto con el diablo en su lecho de muerte.

Espero haya sido de su agrado y hasta un próximo relato ✨

Catarsis © [antología de relatos] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora