Mensajes Encriptados

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Anna había recibido muchos mensajes de cumpleaños. Su mejor amigo le envió un mensaje prometiéndole llevarle un pastel cuando saliera de su universidad y, temprano en la mañana, tuvo una videollamada con sus padres que se encontraban en otra ciudad a unos cuantos kilómetros.

Cuando llegó a la oficina, esperaba ser aludida o, al menos, ser felicitada por su jefe y sus compañeros de oficina. Los primeros minutos fueron tensos, era un día especial y esperaba que se mantuviese así el resto del día. Sin embargo, cada uno estaba sumido en sus propias funciones y simplemente se limitaron a darle el saludo de buenos días.

Recordaba que el primer día de trabajo le habían preguntado su fecha de cumpleaños y, ella muy armónica les dio a conocer la fecha; tal vez era porque llevaba poco tiempo y no lo tenían presente, tampoco iba a mencionarlo porque no estaba necesitada de atención, pero, de alguna forma, se sintió ignorada. No obstante, le restó importancia ese detalle y se concentró en sus labores.

Su trabajo consistía en organizar información: todas las llamadas recibidas a la oficina estaban consignadas en una agenda y su tarea consistía en insertar esos datos en una hoja de Excel y, de igual forma, guardarlos en la plataforma web de la empresa. Era un tarea tediosa y aburrida, pero tenía una buena paga y estaba segura que con el tiempo tendría tareas más interesantes.

A lo largo de la jornada, todo marchaba normalmente, como si de un día común y corriente se tratara. Anna no le daría más vueltas al asunto; si no se acordaban, ella no se molestaría en recordarles que era una fecha especial —al menos para ella—, tampoco es que tuviera gran importancia, las personas más importantes en su vida se acordaban y con ello le bastaba.

En medio de su labor, una ventana emergente apareció en medio de la pantalla, un cuadro similar a cuando se le bloqueaba el computador o algún programa no respondía.

En la parte superior de la ventana emergente se podía leer una dirección extraña:

C:\Users\Sac\AppData\Microsoft\Windows
\Help\Corporate\Mayraim.exe

Y en todo el centro de la ventana una sola palabra:

«Ayúdame»

Bajo esa palabra un botón con la palabra «aceptar».

No sabía que pasaría si le daba en ese botón de aceptar y tampoco es que tuviese ánimos de saberlo, lo último que podía esperar era que se bloqueara el computador, o sucediera alguna situación fuera de lo común.

El mensaje tal vez se trataba de una broma por parte de alguno de los chicos de soporte técnico. Anna miró alrededor de ella y cada uno estaba sumergido en sus labores. ¿Qué podía hacer? ¿Y si se trataba de un virus?

Con su teléfono móvil tomó foto de la pantalla, tal vez al final de la jornada le hallara una explicación a tal situación. Tomó una hoja del montón de papeles que reposaban en una caja junto a la computadora, las cuales, usaba cuando necesitaba tomar notas de algo importante. Escribió la dirección de aquella ventana, tal vez se tratara de alguna anomalía con algún programa o algún archivo. Sin embargo, tras entrar a las diferentes carpetas, no había ninguna llamada "Mayraim" y la última carpeta "Corporate" se encontraba vacía.

Pensó por un instante de qué se trataba, pero no tenía respuesta a sus interrogantes. Broma o no, pico sobre el cuadro rojo con el signo de "x" en la parte superior derecha y la ventana emergente desapareció.

El resto de la jornada fue igual, como cualquier otro día y sin mayores contratiempos, no obstante, seguía pensando en aquella ventana emergente, tal vez se sentiría como una tonta al cuestionar sobre ello en la oficina de soporte técnico y no se iba a arriesgar a ser el hazme reír; a pesar del poco tiempo que llevaba en la empresa, sabía claramente que los rumores se dispersaban en un pestañeo.

Catarsis © [antología de relatos] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora