Cuando la tormenta comenzó, Eric se dio cuenta que había sido mala idea invitar a Melinda a pasear en velero sobre mar abierto.
Sí, estaban de aniversario y aquella idea bailó en la mente de Eric desde hacía varios días. Creyó que era el mejor regalo del mundo, pues Melinda amaba el mar y soñaba con algún día navegar sobre él. Aunque ya había conocido el mar en una ocasión anterior, estar en medio del océano, se le antojaba como una idea maravillosa.
El cielo tronaba, la lluvia caía enérgicamente y el velero danzaba, siguiendo el movimiento de las fuertes ráfagas de aire.
Conforme pasaban los minutos, más brusco se tornaba el mar y poco a poco, las olas se manifestaban.
—¡Toma mi mano! —aulló Eric.
Melinda asintió; aunque se sentía trastornada por el repentino cambio del clima. Tomó la mano de Eric y se aferró a él como si su vida dependiera de ello. Y así lo era.
Las olas hicieron tambalear el velero y ambos cayeron al agua. Sus manos se separaron.
—¡Eric! —gritó Melinda, a pesar del rugir de las olas y los truenos que se manifestaban.
Eric movió sus brazos para intentar llegar hasta ella, pero las olas hacían que se alejaran más, y momentáneamente, la perdió de vista. Se sumergió en el agua y comenzó a nadar; sin embargo, su visión era borrosa, y por más que tratara de agudizar su mirada, no veía rastro de Melinda por causa de la tormenta.
Al no notar presencia de su amada, decidió hundirse más y aprovechar los pocos minutos de oxígeno para tratar de localizarla. Era inútil. Melinda había sido tragada por el mar.
Siguió nadando más profundo, lleno de temor y tristeza. Tuvo deseos de gritar, de llorar, pero eso no serviría.
Cuando sintió que su pecho se contraía y perdía la respiración, inesperadamente, unas rendijas aparecieron en sus mejillas; como si de agallas se tratara. Entre sus dedos, una delgada piel que parecía tela, se hacía presente. Su piel se tornó escamosa; era una criatura marina.
El mar le arrebató a su amada, y en cambio, recibió ese nuevo aspecto y esa nueva habilidad de respirar bajo el agua. ¿Una ofrenda, tal vez? No tenía certeza de ello, pero, aunque fuese una criatura marina, nadaría lo que considerara necesario con tal de encontrar el cuerpo de Melinda; aunque no estuviera viva.
Solo eso le bastaba: encontrarla.
No soy una persona de ejercitarse mucho, pero la natación es mi deporte favorito y donde estoy viviendo actualmente, he nadado muchísimo.
Hace un par de semanas mientras nadaba, a mi mente llegó esta historia y no dude ni un segundo en ponerme a escribirla.
Amo todos mis relatos, pero a la fecha, este es mi favorito, porque involucra algo que me gusta y porque el resultado final es maravilloso.
¿Qué tal les pareció?
¿Tienen un deporte favorito?
Gracias por leer ✨
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Catarsis © [antología de relatos] ✅
Storie breviBienvenidos a catarsis, una compilación de cuentos de diversos géneros, entre ellos: romance, misterio, terror, fantasía, entre otros. También, encontrarán relatos con los que participo en los desafíos de los perfiles oficiales de Wattpad. Cada his...