Misión de búsqueda

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Tras cruzar la ventana de aquella casa, se dio cuenta que el piso era de madera y que, con cada pisada, producía un crujido que podría atraer la atención de aquellos monstruos; porque al fin y al cabo eso eran: monstruos sedientos de sangre. Alguna vez fueron humanos, pero un misterioso virus apareció en la ciudad y las consecuencias terminaron siendo enormes.

El origen del virus era todo un misterio, lo que sí se sabía era que, quien lo contrajera tomaba un comportamiento violento y salvaje, llevándolo a perseguir a más personas y contagiarlos. El daño en la ciudad había sido abismal y el objetivo de los que estaban sanos era escapar de la ciudad o, por lo menos, buscar un refugio seguro, si es que surgía otra solución en el camino.

Era una misión de recolección, no podía volver sobre sus pasos con las manos vacías, se ganaría el odio de sus compañeros: un grupo de personas sobrevivientes como él que se abrían paso por la infestada ciudad.

Con el tiempo se dio cuenta que era mejor trabajar en equipo, que abrirse paso por aquellas calles llenas de peligro por su propia cuenta; también, aunque era prácticamente nuevo en el equipo, esa misión de búsqueda sería la prueba fehaciente de que era un elemento valioso para ellos. Podría estar en tertulia con sus demás compañeros, pero prefería estar ahí encontrando elementos que los ayudaran en su supervivencia y el objetivo había sido una casa abandonada junto al campamento temporal que habían creado. 

Caminó sopesando cada paso que daba y, efectivamente, con cada uno de ellos, se escuchaba un chirrido que alertaba al ser que tenía más cercano. Pronto, estaba frente a él, buscando la forma de morderlo; afortunadamente eran demasiado lentos, de lo contrario, ya estaría perdido.

Estampó en su cabeza un cuchillo. Con el tiempo, había descubierto que su muerte en vida cesaba tras un golpe contundente en la cabeza; no importaba con qué fuera: un cuchillo, un martillo, un bate, o lo que sea que se tuviera a la mano, con tal de que fuese un golpe que destrozara internamente el cerebro.

Aparentemente, no había más zombis —así los habían nombrado—, hasta que salió al estrecho pasillo y vio como un par de ellos se aproximaban.

Cruzó hasta la habitación que tenía en frente, pues por donde había entrado no encontró nada valioso. En un rincón de la habitación, encontró a una niña de rostro redondo, pelo oscuro con una coleta alta que parecía cuerno de unicornio, ojos melancólicos tan oscuros como su pelo y unos labios pequeños que no paraban de temblar. Abrazaba un oso de peluche como si su vida se tratara de ello.

Eric se acercó hasta ella, mientras ponía su dedo índice sobre sus labios.

—Sshh —pronunció él—, te sacaré de aquí.

Y, aquella misión de búsqueda, se convirtió en una misión de rescate. Tal vez el grupo dijese que no había lugar para otro más, pero era una niña, no podía dejar a una niña a su suerte y menos siendo tan pequeña; aparentaba unos cinco o seis años.

La niña asintió y con la mano que no sostenía el peluche, se aferró a la mano de Eric y la sintió tan fría que le produjo cierto escalofrío.

«Necesito una distracción», pensó Eric.

Como si su mente se hubiera conectado con la de alguien más, un ruido se produjo en un lugar cercano, un ruido como de maracas; antes de abandonar la habitación, Eric inspeccionó el lugar y no encontró nada valioso.

El ruido se acompañaba de una voz femenina e intuyó que se trataba de una de sus compañeras de grupo.

—¡Eh! ¡eh! —gritaba la chica.

Y, efectivamente, el sonido era de unas maracas que ella había encontrado en aquella casa.

La niña y su salvador se dieron cuenta de cómo los zombis se dirigían hasta el origen de aquel sonido. Decidieron seguirlos con pasos lentos; momento que él aprovechó para atacarlos desde la espalda. En otra ocasión, eso, hubiese sido una jugada deshonesta, pero teniendo en cuenta la magnitud del asunto y la prontitud de las circunstancias, era completamente válido. Era una guerra de vivos contra muertos que habían regresado a la vida.

De las habitaciones próximas encontró cobijas que servirían para esas noches frías y unos palos de golf que serían armas perfectas para atacar a esos monstruos.

Cuando llegó al origen del sonido, comprobó que se trataba de una chica de su grupo e intercambiaron un abrazo por tan brillante idea; aunque ella no presentó reparos por estar con esa niña, el problema se presentaría con el resto del grupo, no obstante, después se encargaría de eso.

La niña sonrió por la gentileza de ambos y esa sonrisa les recordó a ambos la alegría de vivir, no importaba que estuviesen en medio de un Apocalipsis zombi, mientras hubiese un motivo para hacerlo, pelearían con uñas y dientes para seguir con vida.

La niña sonrió por la gentileza de ambos y esa sonrisa les recordó a ambos la alegría de vivir, no importaba que estuviesen en medio de un Apocalipsis zombi, mientras hubiese un motivo para hacerlo, pelearían con uñas y dientes para seguir con vida

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🥉 Tercer lugar en el desafío de temática zombi organizado por WattpadHistoriasCortasES

Espero haya sido de su agrado.

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