Culpabilidad

44 8 49
                                    

El detective Chavalier entró a su oficina con pasos calmados. En su mente daba vueltas la conclusión del juicio al que había acudido temprano en la mañana: inocente.

¿Cómo era posible que haya sido declarado inocente por la muerte de aquella joven? Luego, para contestar esa pregunta que poco a poco lo iba aturdiendo, la respuesta llegó automáticamente, el interrogatorio de aquella chica no era suficientemente sólido, porque al decir: «el asesino enviaba cartas a Lori», no fue suficiente. Al preguntarle a la testigo qué tipo de cartas o qué relevancia tenían, ella se limitó a contestar: «no sé».

No había pruebas contundentes, solo se sabía que aquella chica había muerto en una disco de la ciudad por envenenamiento, "altas dosis de cianuro" había aparecido tras la autopsia y en la escena del crimen no encontraron nada contundente; era obvio, había sido en un lugar abierto al público donde cualquier persona podría pasar desapercibida, sin embargo, el mayor sospechoso era Martin Blair, con quien la víctima estaba "enrollada". No eran novios oficiales, pero los testigos aseguraban que tenían encuentros constantes. Desafortunadamente no había pruebas que lo incriminaran y por esa razón lo dejaron libre.

Chavalier puso en marcha el tocadiscos, donde unas notas de piano le daban la bienvenida a su oficina y luego una voz pausada hizo presencia; eran las notas de "You're Everything" de la banda Return to Forever. René Chavalier encontraba en el Jazz fusión una forma de relajarse luego de un día agotador y Return to Forever le parecía una banda maravillosa.  

Aquel día, se había puesto un blazer negro sobre aquel suéter amarillo con cuello de tortuga y comenzaba a lamentarse por haber elegido esa vestimenta, una onda de calor se iba apoderando del recinto y eso hacia que no pudiese disfrutar de la música como era debido; pero era fanático de vestir lúgubre, a pesar de que los colores sicodélicos y la onda hippie hacían presencia en cada rincón de la ciudad.

Optó por detener el tocadiscos, si bien la música lo relajaba, se sentía demasiado frustrado por el resultado de aquel caso: una chica negra de diecinueve años muerta por envenenamiento. Dentro de sus cavilaciones se sentía muy enojado y, aunque tuvo una participación mínima en la investigación —porque se enteró muy tarde—, estaba decidido a llevar a las autoridades a ese pequeño embustero que había quedado libre.

Se acercó hasta su escritorio donde reposaban un montón de papeles, una pequeña lampara, una máquina de escribir de color negro y un armatoste de color gris, el cual se trataba de una grabadora de voz; le habían compartido las cintas de los interrogatorios y quería cerciorarse si, en efecto, el juez del distrito había cometido un error.

Le dio al botón reproducir y escuchó atentamente:

¿En algún momento de la noche vio a Martín cerca de Lori?  —Era una voz masculina.

No —contestó la testigo.

Pero al inicio manifestó que antes del desafortunado deceso, ellos dos frecuentaban en la universidad, ¿no es así?

S-sí —dijo la chica muy nerviosa—. Supe que él le enviaba cartas, pero no específico de qué se trataban, supongo que eran cartas de amor, parecían muy enamorados.

Eso quiere decir que no conoce el contenido de esas cartas, ¿ella nunca se las mostró?

—No, no lo sé, ella solo me dijo que Martín le enviaba cartas y...

René detuvo la grabación, no necesitaba escuchar más para recordar que el fiscal mencionaba que descartaba agregar esas cartas como una prueba sobreviniente al proceso, y lo detuvo porque una idea formidable llegó a su mente: acudir a la casa de la difunta Lori y encontrar las dichosas cartas; ante un caso como ese, en donde no había muchas pistas, estaba seguro que en esa carta encontraría una respuesta que le ayudara a darle un rumbo diferente al caso.

Catarsis © [antología de relatos] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora