Fénix || ¿Estas Preparado Para Arder?

Capítulo 12: Partiendo otra vez

"Yo no soy un aventurero por elección, sino por el destino"

Vicent Van Gogh.

¿Puedo decir que estaba como nueva?

No.

¿Voy a fingir que así es?

Eso es correcto.

Cuando Gretel me dejó sola, emplee esa media hora que quedaba para darme dirigirme al baño. Las duchas ahí eran cronometradas en su mayoría, pero como no iba a haber nadie fuera de Rosalind (Que le horrorizaba la idea de salir, aunque nunca confirmo si era agorafobica) dudaba que tuviera importancia.

El agua fría duele, pero despierta. Con la mano aún en la perilla de la regadera, entre al cubículo y apreté los dientes dejando que el agua cayera sobre mi. Tenía la piel hiper sensible a pesar de no haber sufrido ninguna herida física como tal. Se sentían como hilos de hielo corriendo en mi cuerpo, pero me sostuve de la pared y alcance el jabón. Después de todo, no tenía más de media hora y todavía faltaba que fuera a desayunar, y luego de haber expulsado todo lo que tenía dentro, lo necesitaba.

Mis pensamientos corrían hasta la noche anterior, todo lo que sentí, todo lo que vi. Unos momentos de inconsciencia en medio del sufrimiento me trajeron una nueva pesadilla, una pesadilla totalmente desconocida. Nunca había tenido sueños muy vividos, siempre que dormía estaba demasiado hecha polvo para que mi subconsciente interviniera en mi descanso. Y aún así, en medio de todos los efectos del SDC, lo pude hacer. Aunque no sé decir si era por los mismos efectos, pero no me parecía tan relevante. Había experimentado en carne y hueso todo a lo que los mayores villanos de la actualidad temían, todo aquello por lo que gente lloraba por evitar. No sabía que me alteraba más, pero tuve pena por aquellos que era algo constante recibirla. Era una tortura inhumana.

Inhumana, incluso para Michelangelo. 

Aunque, después de todo y pensándolo a profundidad, era muy capaz de hacer algo así.

Secando mi cabello, salí cuidando de no resbalarme. Tome unos pantalones que de tanto que me había aburrido llevándolos, tenían marcas de resaltadores, marcadores, incluso una mancha de té, que por mucho que se lavara, no podían irse. Lo ignore, poniendomelos y tomando una camisa y un suéter que le había 'ex-propiado' a Hansel hace unos años. Me seguía quedando.

Con mis zapatos en la mano, como si de un día de campo se tratara, salí de la habitación con una mochila al hombro (Habían varias, preparadas para que cualquiera de nosotros las tomara, con lo necesario), para enfrentarme a todo el mundo.

El ajetreo era común, todos iban de aquí para allá en busca de cosas olvidadas o que necesitaran llevarse. Pero en este momento todo era apacible, la mayoría estaba en sus teléfonos matando el tiempo a la espera de la hora de irse. Agradecí el silencio, la calma del lugar me dejaba descansar un rato de lo que había vivido.

Dolor.

Me abracé los codos, caminando. ¿Alguna vez me olvidaría de lo ocurrido? Esperaba que sí, y si no, que por lo menos ya no molestara.

— Buenos días, estrellitas - Salude poniendo mi mejor sonrisa, aunque los rasguños de mis mejillas estaban tapados con un poco de maquillaje que me había colocado apresurada, eso no evito que me dolieran. Lo disimule y me senté alcanzando mi plato de comida —. La tierra les dice: Estoy hambrienta.