Capítulo 17: La Avenida de los Héroes

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Faith comprobo que, efectivamente, la vida nocturna de San Dàire era mucho mas activa que durante el día. Al llegar a las calles principales junto a Hansel, una oleada de diferentes olores calidos le embriago. Habian quioscos y tenderetes, como en un bazar. El sonido de las voces de vendedores promocionando y de clientes expectantes creaba un ambiente que le hacía sentirse muchos años atrás, donde el olor a pan recién horneado y dulces delicias reinaba también en el aire.

Hansel estaba yendo de acá para allí, de allí para aquí, en todos los lugares (<<¡Bienvenidos a la avenida de los héroes!>> les había exclamado un exageradamente ansioso vendedor, cuyo puesto de velas parecía estar abandonado), mientras gastaba un dinero que Faith no sabía que tenía, y cuando se lo preguntó, respondió mientras guardaba la billetera para acomodar su adquisición:

—Son para Silas, Gretel y Lenora, conociendo a Thorn se burlara de mi por lo que —Sacudió un paquete de chicles ácidos— esto será para él —Y guardó en una bolsa una caja completa de delicias turcas, destinadas para las chicas.

A su madre le gustaban los dulces turcos, recordó. Su papá habría renegado, y se las habría comprado aún así, después de una sonrisa que su madre le dirigiera. Faith solía pensar que sus padres eran el claro ejemplo de que dos seres opuestos podían amarse con toda la fuerza y sus diferencias. Su padre antaño amaba el control, tener cada cosa planeada para él era el sinónimo de bienestar. Y su mayor tormento eran los gastos que él consideraba innecesarios, y no habían muchas maneras de convencerlo de lo contrario. Su padre parecía conocer el precio de todo. Sin embargo, había notado la mirada en los ojos del hombre, del mismo azul que ella se enorgullecía de portar, cuando miraba la sonrisa de su madre. Como si no hubiera un precio lo suficientemente alto para su felicidad, y él estuviera dispuesto a darlo todo por ella. Incluso, si eran cosas tontas, como aquellas delicias. O si eran los ingredientes de alguna comida que había visto pasar por la televisión y deseaba experimentar. Era como repetir la misma escena en distintos escenarios, su madre le hablaría con voz suave y la sonrisa del gato de Cheshire creciendo un poco más cada vez, su padre renegaría y daría sus mil y una razones del porque no deberían hacerlo (Las primeras mil casi siempre eran basadas en algo sostenible, como que no alcanzaba el dinero o el tiempo, y la número mil y una, sería solamente porque no). Y su madre haría como se estaba enojada, y su papá la miraría con los ojos entrecerrados, contorsionando el rostro de un modo que siempre hacía que la pequeña riera.

Luego tomaría el rostro de su madre y lo llenaría de besos, mientras seguidamente iba a cumplir lo pedido, negando para si mismo como si no tuvieran remedio y antes de salir, siempre antes de separarse, se darían una mirada que un niño no debería comprender, pero que imaginaba, se daban todas las personas que se amaban. Como si se dijeran "Es imposible, pero como le amo".

Aún ahora, Faith se preguntaba si alguien podría mirarle así.

—¿No le llevarás algo a Roux? —Inquirio divertida, con los brazos cruzados mientras examinaba unos brownies de sospechosa receta.

—¿Debería? —El castaño alzó una ceja. Al negar, los rizos de Hansel se sacudieron un poco, como pequeños resortes—. Digamos que lo hago, que no lo haré ¿Crees que en todo este bazar vendan suficiente comida para aves como para poder alimentar a semejante pavo real?

Faith se echó a reír, y no paro durante al menos 15 minutos.

Los siguientes puestos eran todos muy parecidos, llenos de chucherías inservibles que sus vendedores juraban que hacían milagros, vistazos a futuros tan engañosamente brillantes como un diamante de fantasía, puestos de comida llenos de postres por los que Faith quería tener mas tiempo y dinero para probarlos. Hansel a su lado, se comía parte de los dulces destinados a sus hermanas, mientras comentaba sobre todo y todos. Era gracioso, sorprendente y tierno como lograba todo al mismo tiempo. Iba tan distraído hablandole que no esquivaba al tumulto de gente, lo cual resultaba bastante útil pues con toda su altura, se abría paso y Faith solamente tenia que ir a su lado y tener cuidado de no pisar a nadie. Faith alzo un poco su cabeza, viendo el firmamento, la noche ya había caído de manera absoluta y se lamento por la contaminación lumínica, le impedía ver las estrellas que seguramente estaban reinando en el firmamento, pero todas eran invisibles para sus ojos. Suspiró un poco, volviendo su mirada al bululú de gente que seguía traginando en el bazar. A las personas poco parecían importarles el hecho de que los astros estuviesen escondidos, lo que a Faith resultaba algo casi injusto. Antes eran tan importantes, y a ella le gustaban tanto, que deseó que los demás también pudieran apreciar la belleza que el cielo podía ofrecer, así tal vez, se esforzarían un poco en conservar su brillante naturaleza, en vez de opacarla.

-¿No quieres comprar un libro, linda señorita? - Una mujer regordeta, de aspecto amable, con un vestido de florecitas acompañado de unos lentes que colgaban como un collar en su voluminoso pecho, mismos lentes que después se colocó para observarla con aires de mucho saber- Luces como una buena jovencita letrada.

Faith rió un poco, deteniendose con algo de duda en el puesto de la mujer, que no había parado de observarla. Le gustaba leer, estaba en lo cierto, pero a veces era muy difícil concentrarse con la vida que llevaba. Antaño, había aprendido a leer mejor y más rápido con la ayuda de Michelangelo, que necesitaba que ella pudiera saber comprender lo que decían documentos e indicaciones, letreros, medicamentos, entre otras cosas. Había sido entrenada por él y adiestrada por el mundo para ser una ladrona especialmente lista.

Fénix || ¿Estas Preparado Para Arder?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora