Capítulo 9

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Maddison...

—y la malteada seria de fresa, solo sería eso. ¡Hola! —reaccione en cuanto el cliente comenzó a agitar su mano frente a mí.

—Claro en un momento le traigo su orden— di vuelta, alejándome de la mesa.

Normalmente mi cabeza solía ser un completo caos; vivía con temor de que Alexander apareciera en cualquier momento, los constates recuerdos de mi pequeño Noah, culpándome diario por no haber hecho más por él. A todo eso le tenía que agregar a un boxeador que no me dejaba ni en sueños. Si pudiese huir de todo lo haría, quizás si fuese menos cobarde.

Mis sueños solían ser sobre mi pasado lo cual no era nada lindo, pero esta vez alguien más se había apropiado de ellos, de tal manera que desperté con un enorme calor recorriendo cada parte de mi ser, aquel sueño había sido tan real, aun podía sentir su piel sobre la mía, lo agitado de nuestras respiraciones, cada sensación que despertaba en mí.

—Maddison.

—¿sí?

—Por Dios chica, andas en la luna. Llevo minutos aquí, diciendo que la orden esta lista.

—Oh, claro. La llevare enseguida— sonreí nerviosa.

Me apresure a tomar la orden para entregarla, mi día estaba siendo de lo más torpe posible, pero aún faltaba la cereza del pastel. Y claro como si pudiese adivinarlo, el culpable de que estuviese tan distraída, hizo acto de presencia y lo peor era la manera en que se presentaba, con un enorme arreglo de flores en las manos.

Me quede sorprendida asimilando la escena, vestido con una sudadera con la capucha puesta, cubriendo su rostro con unos lentes negros, pero lo que más me intrigaba era aquel arreglo floral. Bien, lo admito por dentro sonreí, se veía malditamente guapo y el hecho de que me trajera flores le daba bastante crédito extra. ¿Si eran para mí, las flores o no?

Ahora me sentía como una adolescente nerviosa porque el chico que la llevaba al borde de la locura estaba ahí, insistiendo para que terminara aceptándolo. Soy completamente idiota por querer protegerlo de mi pasado, apenas y lo conocía, aun así, estaba segura de que no se merecía ilusionarse con alguien como yo.

Termine de dejar la orden en la mesa para atender a mi siguiente cliente o más bien atende al chico que me estaba volviendo loca.

—Bienvenido a The Sander, ¿puedo tomar su orden? — le dedique mi mejor sonrisa, no la que llevaba haciendo al resto de los clientes, en realidad la que le regale a él fue sincera y un tanto nerviosa. Puse toda mi atención en la pequeña libreta, para evitar que mis ojos quedaran hipnotizados sobre de él.

—Hola Maddison— al parecer disfrutaba la manera en que reaccionaba ante su forma de decir mi nombre. Decidí que lo mejor era no mirarlo a pesar de estar ansiosa por hacerlo.

—¿Puedo tomar su orden? — repetí, concentrándome en mi trabajo.

—De verdad, ¿ahora me hablaras como si no me conocieras?

—Hola, puedes decirme ¿qué vas ordenar? — esta vez lo mire, perdiéndome por completo en esos hermosos ojos.

—Me gustaría una cita— no dejaba de sorprenderme su seguridad. Lo cual me molestaba un poco.

—¿Disculpa? Si crees que el hecho de ir a casa, apoderarte de mis sueños y traerme flores hará que termine por aceptarte, estas equivocado.

Se quedó callado unos segundos, como tratando de encontrar las palabras adecuadas antes aquello que dije sin pensar y fue un tanto revelador  —Disculpa si te hice creer que las flores eran para ti— si tal y como lo piensan, mi cara en ese momento fue como la de un cómico al cual le lanzaban un tomate en la cara —En realidad quede con alguien, tenía que disculparme por un accidente y le traje flores, de saber que te gustaban hubiese traído para ti— se estaba riendo o más bien burlando de mí y todo por abrir la boca de más.

Lejos de la Bestia (Parte2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora