Parte 17

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La curiosidad me está ganando. No escucho nada.

Veo unos hombres raros a las afueras del motel, como si buscaran algo. Esto no es bueno, no me da buena espina, algo no anda bien. Logro atisbar un bate de béisbol cerca de las habitaciones, agradezco mucho haberlo encontrado. Agarro un pañuelo que me quedó libre y lo envuelvo para no dejar mis huellas. Unos truquitos que me enseñó mi amigo churro. Lo extraño. Me acerco al dormitorio donde dejé a don frío y lo oigo maldecir.

¿No le gustó la sorpresa? Joder, estoy muerta.

«Estamos fritas, querrás decir, querida. Ahora el amo sí nos matará», recalca una Kiki algo temerosa.

Escucho gritos y golpes en el cuarto. Miro mis manos y solo tengo un bate.

Diablos, ¿en qué nos metimos? Veo salir a una de las chicas que contraté. Me escondo en un habitáculo que veo abierto y oigo lo que dice.

—Busca a esa perra, vale oro. Nos darán una buena comisión por ella y por este chocolate delicioso.

—No solo una comisión, sino que muero por saborear a esa ricura. Bueno, será después, cuando el jefe se deleite con ella. Ya sabes que nos toca las sobras del jefe, que es un dios griego.

—La compartes, golosa. No pase como Naty, que te la cogiste sola y ni la prueba nos diste.

«Maldición, muchas gilipollas estas. De esta salimos, que me dejo de llamar Sofía Buzolic. Voy por ti, don frío».

«Hay que rescatar a la damisela en apuros», comenta Kiki y me saca una sonrisa.

Espero a que bajen los escalones y noto que están

aliadas con esos hombres que estaban armados hasta los dientes. Me acerco al cuarto y hallo un panorama que no me agrada para nada. Mi diabla interna se activa. Una de las rubias plásticas degusta a Veneno de don frío. Don frío no se ve nada asustado, sino que disfruta la felación.

Agarro el bate y le doy un buen golpe a la rubia que le apuntaba a don frío con un arma. La otra, al ver caer a su colega, da un brinco y se gana un buen golpe en su horrible rostro. Don frío me mira, sorprendido, y pide que lo desate. Merece que lo deje ahí, pero no vale la pena, pues me lo cobraría luego... y amo mucho mi vida.

—Gran sorpresa, sumisa. Nos tienes en jaque, maldita sea. Desátame ya o los dos somos comida para los perros.

—Esos pobres se atragantarían contigo —gorjeo para suavizar la situación—, ¿no crees, don frío?

—Desátame de una vez, maldita sea.

—Como ordene, coronel.

Lo desate casi corriendo. La situación no está para mis chistes de mal gusto. No soy capaz de mencionar palabra alguna palabra, esos ojos amenazantes me culpan por la situación en la que estamos metidos. No me justifico, pero tampoco sabía que eran criminales. Aparte, él es quien me tiene en jaque por ser un criminal y tener enemigos en cada esquina. Odio que Jeremy me entregara en manos de este bandido, ahora mi vida corre riesgo por él.

Se acomoda su pantalón, coge el arma y salimos de la habitación. Aún no se han percatado de nuestra presencia. Estamos en completo silencio, cualquier ruido será nuestra perdición. Vemos que la rubia sube casi a prisa a la recámara. Es ahora o nunca. Apenas enciende el motor, los hombres se dan cuenta de que tratamos de huir y nos empiezan a disparar en todos lados. Algunos vidrios se van en picada al suelo.

AMO DE LA OSCURIDAD  #TA2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora