EPÍLOGO

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Reviso en mi ropero qué me combina más o qué me quedará bueno con esta panza que crece cada día más. Aún no puedo creer que tengo un bebé creciendo en mi barriga y que sobreviví a toda esa mierda hace seis meses atrás cuando cumplí la promesa que le hice a mi hermano de alejarme de esa vida. Cumplí su última palabra. Recordarlo hace que me duela el corazón de tristeza. Lo recuperé y lo perdí al mismo tiempo. Hubiera sido tan feliz si estuviera ahora a mi lado.

Aún esas palabras de Elijah retumban en mi cabeza, recordándome que fue él quien accionó aquel proyectil que acabó con la vida de churro y rompió mi corazón en mil pedazos. Sé que tenían sus cuentas, pero el dolor es muy grande. Soy yo quien cada mes llora en silencio la pérdida de mi único hermano. No verá crecer a su sobrino que acaba de patear mi pancita. Cada mes debo pegarme a la pared para marcar el aumento de mi panza. Es un loquito e inquieto, igual que su padre.

Vivo en un apartamento pequeño.

No fui capaz de volver al de mi hermano, que resultó estar a mi nombre y me dejó una cuenta muy jugosa. Con ella he invertido en el hogar de paso donde se crio. Es algo acogedor donde me quedo y tengo lo necesario.

Observo la habitación de mi pequeño que fue decorada por su tío Gary, que casi se volvió loco cuando me vio en el supermercado. Lloró de la felicidad, tocó mi barriga y le dio miles de besos hasta dejarla babosa. Brincó como un niño y gritó a los cuatro vientos que será tío. Esa tarde se quedó en casa y decoró el dormitorio de mi bebé. Al otro día llegó con una caja grande que contenía peluches, carritos, robots, entre otras cosas. No tengo idea dónde meteré tantas cosas. Asimismo, agradezco que me guarde el secreto de no decirle nada a Elijah.

Sé que don frío sufre como yo nuestra separación, pero son muchas brechas las que aún están abiertas y que debo sanar. Su desconfianza, su forma de tratarme la última vez y la muerte de churro son circunstancias que me hacen mantenerlo alejado de mi vida, en especial por este bebé que crece cada día más y que en este momento tiene hambre.

Bajo a la cocina por algo de yogur y fruta, nutrientes que me recomendó la médica.

Termino mi media tarde, agarro mi gabardina y me dirijo al cementerio.

Hoy se cumplen seis meses de la muerte de churro, mi hermano.

Estaciono mi carro en el parking y compro algunas flores combinadas para adornar su lápida. Acomodo mi vestido suelto, el único que me entró. Me dirijo a su tumba y me siento con dificultad para contarle mis novedades diarias.

—Hola, mi churrito bello. He cumplido tu palabra de ser feliz, de alejarme de lo que me hace mal. Tu sobrino cada día se hace más grande y creo que será futbolista, pues me da muchas pataditas. Si vieras la panza tan grande que tengo, te sorprenderías. Nada me queda ya. Estaré aterrada cuando llegue el momento de tenerlo en mis brazos, ver su carita, sus ojitos, su sonrisa... Te extraño tanto, hermanito, no imaginas cuánto.

Algunas lágrimas se me escapan. Es hora de partir a casa, el frío me está congelando. Trato de levantarme con dificultad y no lo consigo. Alguien me tiende la mano para ayudarme. No miro su rostro y la agarro; siento una corriente eléctrica que recorre todo mi cuerpo. Alzo mi mirada para encontrarme con esos ojos oscuros llenos de ternura con lágrimas no desbordadas. Mi piel se eriza por completo y miles de sensaciones se instalan en mi cuerpo.

Su interés se clava en mi gran panza.

—Gracias por su ayuda. Debo irme. —Suelto su mano.

—Sofí, han sido seis meses sintiéndome el hombre más horrible sin tenerte conmigo. Tu fantasma no deja de perseguirme y tus últimas palabras me hunden por completo. Me alejé porque tú me lo pediste, pero ahora no lo haré... no ahora. Te necesito en mi vida para poder respirar, para poder sentir que la vida tiene sentido, que no soy un alma vagando en un mundo oscuro y perdido en la soledad.

AMO DE LA OSCURIDAD  #TA2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora