Veintitrés

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Los meses vuelan cuando menos te lo esperas.

Harry tembló frente a la chimenea de la torre Lunaria, no tenía idea de en qué momento había llegado el frío de diciembre ni porque a pesar de su naturaleza tenía un frío de morirse pero realmente ansiaba que llegaran las épocas de calor de nuevo, pero estaban a principio de diciembre y tenía aún largos meses de frío por delante. El menor sintió algo suave caer sobre su cabeza y aunque quiso moverse, no movió ningún músculo, sentía que ante el más mínimo movimiento tendría frío, además de que lo que le había caído encima estaba empezando a calentarlo.

- De verdad no piensas moverte -

- Ni un poco -

- ¿Ni para ver a tu novio? -

- ¿Severus? -

- Mn -

- Hace frío -

- Así que le dirás que no irás a verlo porque tienes frio -

- Capaz ni se entere porque no pienso moverme de aquí -

Milenah soltó una risa antes de tomar la frazada que le había tirado en la cabeza y acomodarla alrededor de Harry formando una bolita de ojos verdes y cabello negro alborotado, el menor la miro y solo se acurruco más en el sillón antes de soltar un suspiro satisfecho.

- Nadie irá a avisarle -

- Entonces llegará a la conclusión de que me quede aquí porque tengo frío, tengo tarea que hacer o porque simplemente me quede dormido -

- Mm, cierto -

Ambos se quedaron en silencio viendo las llamas crepitar, Tymothee salió de su habitación y miro a ambos antes de encogerse de hombros y arrastrar sus pies hacia donde estaba Harry. Sobre la alfombra, con su espalda apoyada en el sillon donde estaba sentado el ojiverde y con sus hombros tapados por la poca frazada que le ofreció Harry, Tymothee comenzó a leer el libro que tenia en sus manos y todo se volvió silencioso nuevamente. Mylenah chasqueo la lengua antes de bajarse del respaldo del sillón, cuando el frío del suelo tocó sus pies, sintió como sus dedos se crispaban del frio pero poco le importo y fue hacia la puerta de cierto rubio.

- Oye rubia, piensas quedarte encerrada esperando a tu príncipe azul o moveras tu trasero a la sala a hacernos compañía -

Draco asomó su cabeza y le mostró la lengua a Milenah junto con el dedo medio antes de volver a cerrar la puerta, pero la azabache contenta volvió a su lugar sabiendo que el rubio saldría dentro de unos segundos de su cueva.

- Draco, me pasas una rana de chocolate que está en la mesita entre tu puerta y la mía -

El rubio no dijo nada pero tomó la caja de ranas de chocolate y las puso sobre la mesita de café antes de sentarse de forma elegante en el sillón en el que Milenah estaba sentada, obviamente que ella estaba en el respaldo y el rubio sobre el asiento.

- No sabía que tenían como pasatiempo de fin de semana joder a la gente -

- No, solo a ti -

Draco rodo los ojos ante la respuesta de Harry que abrió la boca para recibir la rana de chocolate, sin su envoltorio, que Tymothee le extendió. El rubio dejó que la azabache detrás de él envolviera sus brazos alrededor de su cuello y apoyara su cabeza en su coronilla. Últimamente la azabache estaba tomando esa costumbre y a Draco no le molestaba, excepto cuando comenzaba a arrancar pelito por pelito de su cabeza rubia, incluso se tomaba la molestia de tomar un mechón y separlos para poder arrancarlos de la forma más lenta posible. Eso lo irritaba tanto que incluso una vez se paró de golpe y la chica se cayó del respaldo del sillón, y aunque en parte había sido culpa de Milenah, él la ayudó a levantarse y a curar el golpe en su codo.

Dulce MaldicionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora