27🌸

125 5 2
                                    

Mi cabeza empieza a evocar mi pasado, todos y cada uno de los momentos que viví, devolviéndome a esos tiempos donde éramos cuatro y no tres, donde ese cuarto al final del pasillo en la casa de la abuela, no estaba cerrado y silencioso, sino que de ahí solía salir música, perfumes y hasta risas, donde el piano ahí dentro nunca se llenaba de polvo porque sonaba constantemente al ser tocado por esos delicados dedos a diferencia de ahora, a ese tiempo donde mi madre aún estaba conmigo. 

Puedo verme a mí misma junto a ella en el banco, viendo sus dedos acariciar las teclas bicolor, produciendo dulces sonidos mientras cantaba para mí. Recordar cómo me enseñaba ha producir hermosa música, cómo leer partituras, cómo caber cuándo un piano estaba afinado y cómo acomodarlo cuando no lo estaba. 

Incluso venían a mi mente momentos aleatorios como el estar las dos en la cama de ella, su rostro sonriente en tanto que mis dedos delineaban en sus mejillas, las muchas pecas que se veían aún en su piel un tanto más bronceada que la mía, aunque solo a penas. Contemplando el brillo de sus ojos azules que la hacían ver tan jovial a pesar de todo lo que implicaba el criar a una hija pequeña sin su pareja, de que éste la abandonara en cuanto se había enterado y de haber tomado la decisión de quedarse con el fruto de su vientre a pesar de su corta edad.

Era tan hermosa...

-¿Jean?

La voz de Tomoe me trae de vuelta al presente, arrancándome de los brazos del recuerdo de mi mamá de golpe y regreso a la realidad, reemplazando esos iris azules de mi infancia, por unos de tono grisáceo de pupila recta, los cuales me observa con una mezcla de preocupación y curiosidad. 

-Lo siento, yo...

-Esto en serio que te afecta, quizás deberíamos dejar esto para otro momento, para cuando te sientas más cómoda, para cuando creas que estés lista. Puedo esperar. 

-No, no es necesario. Lo siento, solo... Estaba pensando en mi madre. 

-¿Eso era lo que recordabas?

-Sí, estaba pensando en ella. 

-No recuerdo nada sobre mi progenitora, no estoy seguro de haberla tenido siquiera, por lo que no sé si soy completamente capaz de entenderte, porque es complicado cuando uno no ha experimentado lo que el otro está sufriendo, mas quiero que sepas que estoy contigo, que puedes contar conmigo y hablarme cuando sea y de lo que quieras o necesites sin avergonzarte o dudar de que tendrás toda mi atención. Jamás voy a juzgarte, solo tendrás mi comprensión total y mi apoyo en todo momento. 

Sus palabras me presionan el corazón y un par de lágrimas por la emoción que me embarga se me escapan sin poder evitarlo, lo cual parece preocuparlo, sin embargo, antes de que pueda decir algo, lo tomo del rostro y lo beso, acallando cualquier cosa que pueda decir que muestre que piensa que algo malo pasa. 

-Es lo más hermoso que pudiste decirme y en serio que te lo agradezco, significa mucho para mí. Y antes de que preguntes, son lágrimas de emoción, no pasa nada malo. 

-Ya me había preocupado. 

-Lo sé, por eso me adelanté. 

-¿Y entonces? ¿Qué quieres hacer? 

-Hablaré, será bueno descargarse un poco después de pasar tanto tiempo con sus recuerdos solo en mi interior. 

-Está bien, escucharé todo lo que quieras decirme, solo no quiero que te sientas presionada a que debes contarme todo y que no puedes guardarte algo si no quieres decir alguna cosa. 

-Gracias, sin embargo, no tengo nada qué ocultar; sí, me cuesta hablar de ella porque la extraño horrores, no obstante, también su recuerdo es algo que me calienta el alma cuando más lo necesito. 

Promesas en el tiempo. (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora