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Con mucha lentitud, giro la perilla y empujo delicadamente la puerta, encontrándome con un cuarto en tonos sobrios, como el gris en diferentes tonalidades, el blanco y una gama de azul bastante amplia. Piso de madera gris claro, paredes blancas, cuadros de animales como un gato, un pingüino, y hasta un oso polar con su cría, una cama en los mismos tonos con almohadones a juego, un sofá cama con cajonera debajo, mesita de luz, una alfombra en forma de estrella en medio del cuarto con algunos almohadones, algunos juguetes por aquí y por allá... Todo iluminado por dos amplios ventanales que dejan el paso de la luz natural.

El cuarto es precioso, relajante, e inspeccionándolo mejor, noto al pequeño de Ritzu, dormido sobre la cama, tapado con una suave manta y con un pijama o bata puestas sobre su infantil cuerpo. Luce tan adorable dormido.

De puntillas, me acerco a su lecho y me quedo contemplándolo por unos momentos, admirando la ternura de sus pequeños rasgos y todo ese suave cabello plateado que descansa ahora un poco desordenado sobre su rostro y frente. Sus mejillas tienen un tono rosado que lo hace dulce que provoca ganas de acariciarlo como a un gatito. Me pregunto si debería despertarlo, es demasiado adorable como para que sienta deseos de perturbar su sueño. Sin embargo, no es necesario que yo haga nada, en ese momento, sus párpados se mueven un poco y pestañea lentamente, como si estuviera acostumbrándose o le costara reaccionar, que aún estuviera medio dormido. Esos bonitos ojos como los de su hermano, se quedan mirando la nada por unos instantes antes de enfocarse en mí, aún sin mover nada más que esa parte de su anatomía.

 Esos bonitos ojos como los de su hermano, se quedan mirando la nada por unos instantes antes de enfocarse en mí, aún sin mover nada más que esa parte de su anatomía

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-¿Jean?

-Hola Ritzu. 

-¿Sigo dormido?

-No, realmente estoy aquí. Tu hermano me llamó, tuvo que salir y me pidió que te cuidara por el tiempo en que él no esté. 

-Sí, lo sé, él me lo dijo antes de que me viniera a acostar. Estaba cansado.

-Es entendible, entrenar siempre es cansador. ¿Tienes hambre?

-Sí.

-Bueno, entonces ¿qué te parece si bajamos y merendamos? 

El pequeño asiente con una sonrisa y se destapa, bajando sus piernitas de la cama y poniéndose unas pantuflas azules para que ambos nos dirijamos hacia la planta inferior con dirección a la cocina. Como el resto de la casa, cosa que no me sorprende, todo es hermoso y limpio: con colores crema, blanco, y marrón en diferentes tonos, la estancia está distribuida con una gran isla de lo que parece madera en el centro con banquetas, una cocina a gas en acero y negro, muebles empotrados en crema, una campana extractora en negro y crema, estantes y la heladera de color crema también, simulando ser un armario más. Sobre la isla cuelgan dos hermosas lámparas de lo que parece acero moldeado con lámparas como velas (tres en cada una) en el centro de los aros que la conforman.

 Sobre la isla cuelgan dos hermosas lámparas de lo que parece acero moldeado con lámparas como velas (tres en cada una) en el centro de los aros que la conforman

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Promesas en el tiempo. (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora