No tengo mucho tiempo para hacer nada, simplemente me coloco un pantalón largo y me calzo unas zapatillas elastizadas y bajo en el más absoluto de los silencios, agarrando un palo de escoba a modo de arma. No es como si tuviera un bastón bo en casa o una espada... Maldición, quizás debería tener uno.
Una vez en la plata baja, me dirijo a la cocina y trato de observar, aún oculta, hacia el jardín en busca de algo que se parezca siquiera a la sombra que vi moverse hace menos de cinco minutos. Por unos momentos no veo nada, todo parece tranquilo y, si no fuera porque lo vi y escuché, podría jurar que todo fue mi imaginación, no obstante, sé que no es así, que realmente lo vi y que, lo que sea que haya sido, debe seguir ahí y ser una de esas criaturas que solo yo puedo ver.
Lentamente abro la puerta-ventana y me asomo, consiguiendo ver bastante bien debido a mis ojos acostumbrados a la penumbra y con la luz de la luna como ayuda. Bastón en mano, salgo al jardín y me coloco en guardia, atenta a todo mi entorno, a lo que sea que se mueva.
Un sonido ahogado a mi derecha me hace girar rápido y apuntar con el extremo de madera en esa dirección.
-Seas lo que seas, puedo verte, sal de una buena vez y enfréntame si tienes las pelotas para hacerlo. No te tengo miedo.
Aprieto mis manos con fuerza al rededor del bastón y espero un par de segundos, escuchando finalmente pasos nuevamente, acercándose a mí. De entre la negrura, la sombra enorme aparece y lo que ilumina la luna es un enorme cuerpo humanoide, con piel de color rojo, mucho cabello negro renegrido, y grandes dientes y garras expuestas junto con un par de gruesos cuernos surgiendo de su frente. Cuando su voz surge de entre esas mandíbulas casi como las de un tiburón, es gruesa y ronca, francamente monstruosa.
-Deberías estar asustada, humana.
-¿Y por qué? ¿Porque eres un monstruo enorme y yo una simple humana? He luchado con seres como tú desde hace años y nunca he retrocedido, jamás me han vencido. Tú no serás la excepción.
-Arrogante...
-Ven aquí y te lo muestro.
La criatura ruge y se arroja sobre mí, pero lo esquivo, clavando la punta de mi bastón en su estómago, haciendo que el aire salga de golpe de su cuerpo, al punto en que incluso saliva escapa de su boca. Vuelvo a ponerme en guardia y lo veo cómo se agarra el estómago, con evidente furia al observarme.
-Maldita.
-Te lo advertí.
Él se arroja nuevamente sobre mí, no obstante, utilizo el bastón como pértiga y con una pequeña carrera hacia él, salto con mi pie extendido hacia su rostro y lo pateo justo sobre su nariz, empujándome hacia atrás al mismo tiempo para alejarme. El impulso lo hace caer a él también, quedando de espaldas sobre el césped al tiempo en que veo la sangre escurrir por los agujeros de su rostro. Lo veo mareado y aprovecho para atacarlo, corriendo hacia él con el bastón alzado, decidida a asestarle un mandoble. Dejo caer mi "arma" sobre él, mas en lugar de herirlo, él bloquea el golpe con su brazo y la madera se parte en dos. ¡MALDITA SEA!
Una risa cruel escapa de la criatura y me alejo recuperando la mitad que perdí, tomándolas ambas una en cada mano. Aún partido, todavía sirve. Al mismo tiempo, la bestia se pone de pie y me observa casi como si pensara en mí como su cena.
-Vas a arrepentirte.
-Menos charla, monstruo. Tus amenazas no me harán retroceder.
Agarro firmemente los trozos de madera y vuelvo a ponerme en guardia, esperando a ver qué hace. Empezamos nuevamente a medirnos y sus ojos rojos me repasan de arriba abajo una y otra vez, como si buscara algo o si intentara encontrar algo que, al parecer, no está a simple vista.
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Promesas en el tiempo. (PAUSADA)
RomantizmUn amor que trasciende generaciones. Una promesa hecha hace años. Una búsqueda que dura siglos. Una chica poco común. Un zorro enamorado. Y un encuentro que lo cambiará todo.