Un fuerte ruido me sobresalta. Me siento en la cama y miro alrededor tratando de averiguar qué ha pasado. Creo que jamás me he despertado tan rápido y eso que no tengo problemas para ello. No soy de esa gente que remolonea durante un buen rato sobre el colchón antes de conseguir levantarse.
Una corriente de aire fresco me pone la piel de gallina y me estremezco tratando de averiguar qué sucede. Sigo con el albornoz, que se ha abierto dejando a la vista mi cuerpo, y estoy desarropada. Me levanto abrochándome el cinturón con fuerza y veo que la puerta de casa está entre abierta y de fuera vienen ruidos y gemidos raros.
Saco el táser de mi bolso y me dirijo hacia allí descalza y de puntillas, para no llamar la atención de quien sea. El piso está algo revuelto y me doy cuenta de que mi iPad y algunas cosas más de encima de la barra de la cocina han desaparecido. La idea me aprieta la garganta hasta que no puedo respirar. Abro la puerta de un tirón alzando el táser a la vez, pero la escena de fuera me impide moverme.
Pool tiene a Fred sujeto contra la pared, apretándole con fuerza y retorciéndole el brazo hacia atrás. En el suelo está mi iPad y varias carpetas. Las fotos de Christal y Marian se han diseminado por el rellano. La vecina de enfrente, la señora Myers, está asomada también a su puerta.
―¡He llamado a la policía, gentuza! ―me grita, cuando me ve.
No sé qué culpa tengo yo, ni siquiera entiendo qué está pasando. Miro a Pool, que baja la mirada como si estuviera avergonzado. Me cierro mejor el albornoz, pero no creo que sea eso.
―¿Qué pasa? ¿Qué haces? ―pregunto al gigante, porque me parece que Fred es la víctima.
―Le vimos entrar, pero no salir y estaba preocupado, así que vine a hacer guardia a la puerta ―me explica sin mirarme―. Trata de llevarse la investigación, señorita Irons.
Miro mis cosas por el suelo y la cara de dolor y vergüenza de Fred. Ni siquiera está amenazando con detenerle por agredirle, ni nada parecido. Así que sé que lo que cuenta Pool es verdad. Me apresuro a recoger todo del suelo y a abrazarlo contra mi pecho.
―¿Por qué, Fred? ―le pregunto, acercándome a él y haciéndole un gesto a Pool, que lo suelta en el acto.
―¡No puedes meterte en esto! ¡Harás que te maten!
―¿Tú? ―pregunto burlona, aunque los ojos se me llenan de lágrimas―. No quiero que vuelvas a acercarte a mí hasta que acabe la investigación. Después podrás venir a por tus cosas.
―¿Me estás dejando? ―Me mira boquiabierto, como si fuera inconcebible―. No piensas con claridad, Ada.
―Sí que lo hago y veo que me has traicionado. Pensé que de verdad te preocupaba, pero solo querías encubrir tu error, o tu delito, aún no lo sé, pero te juro que lo averiguaré y, si eres culpable, haré que pagues por ello. ―Las lágrimas vuelven a gotearme por las mejillas con libertad y me da mucha rabia, porque me hace sentir más joven y pequeña. Miro un momento a Pool, que tiene su peligroso rostro lleno de compasión―. Nos vamos en diez minutos, tenemos mucho que hacer.
―Sí, señorita Irons, esperaré aquí.
El hombretón cruza los brazos y se planta delante de la puerta, entre Fred y yo, impidiendo cualquier intento de conversación por su parte, por la mía está todo dicho. Entro al piso y doy una vuelta para comprobar que lo tengo todo de verdad. No me gustaría que Fred se hubiera llevado nada importante. Me siento como si hubiera fracasado por dejar que se acercase tanto a mis pruebas y la amarga sensación no me abandona. Culpabilidad. Es horrible.
Pero ya no puedo cambiar lo que he hecho, lo único que puedo hacer es esforzarme el doble por llegar hasta el fondo de esto.
Me pongo pantalones de vestir y un jersey negro. No tengo tiempo para arreglarme, aunque me sujeto el pelo con una diadema rosa con lunares blancos, por darle algo de color a mi atuendo oscuro. Recojo todo lo que necesito y me cuelgo el enorme bolso del hombro. Cuando vuelvo al rellano aún me estoy poniendo los tacones.
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El fuego no siempre quema
Mystery / Thriller🔥Ganadora Watty 2021🔥 Ada Irons quiere llegar a ser fiscal para ayudar a los buenos. Por eso sabe que bajo ningún concepto puede representar a alguien como James Burnside, un pandillero acusado de asesinar violentamente a cinco mujeres. Sin embarg...