Siempre me han encantado los juicios. Pero quizá era porque nunca me jugaba nada tan personal. Estoy de los nervios. Es como si mi cerebro fuera incapaz de conectar del todo y, a la vez, todo queda registrado en algún huequito de este. Como los dedos de Jimmy rozando mi muslo para atraer mi atención. Asiento, porque sé que quiere saber si estoy bien.
Llevamos semanas de juicios, viendo pruebas, interrogando a testigos, juzgando si Jimmy se ensañó con Eileen Gates y Sullivan Robinson. Se ha declarado culpable de homicidio en defensa propia. Ahora el fiscal quiere demostrar que no fue defensa propia.
El juez Relish preside la sala. Eso no nos beneficia, porque fue el que quiso adelantar el proceso la primera vez, supongo que por presiones de la policía. Pero su cara es inescrutable y no sé si le importa lo más mínimo el caso o solo quiere dar carpetazo de una vez.
Al que parece que no le importa para nada es a Jimmy. Sé que es una pose. Recuerdo esa misma actitud de mis primeras visitas a la cárcel. Finge que le da igual, pero no puede ser verdad. No puede estar dispuesto a ir a la cárcel para siempre. ¿Verdad que no? Le tiene que quedar algo en la vida... Algo como yo.
Respiro despacio. Y me centro en el experto forense que habla para el fiscal.
Mi cerebro escucha cada palabra que ya me sé de antemano. Jimmy disparó dos veces a Eileen y dos a Sullivan. Ambos estaban indefensos en el suelo y heridos. Por eso el fiscal se ha negado a aceptar la defensa propia como atenuante. Le dije que no se ensañase. Pero nunca me hace ni caso.
Cuando acaba el experto llaman a Fred. No he hablado con él desde el día después de que acabase todo, cuando me dieron el alta en el hospital. Quedamos en casa y se llevó sus cosas. Entiendo por qué me mintió con lo de mi padre, pero no puedo perdonarle y seguir con él como si nada. Además, mis sentimientos ya no son como antes de que empezase todo, y no sería honesta con él si siguiéramos juntos sin más. Así que espero que suba al estrado y cuente las cosas de la forma más perjudicial para Jimmy posible. Ni siquiera voy a ahondar en por qué le inculpó en falso al principio. Quizá nos ayudase, pero no puedo perjudicarle tampoco, porque sé que hizo lo que hizo en un intento (equivocado) de protegerme.
El fiscal Henderson le hace unas preguntas de rutina y luego le pide que cuente lo que pasó. Estoy escuchando a medias mientras explica cómo los asesinos se llevaron a Kitty y cómo su madre adoptiva apareció en el club para decírnoslo. Me sorprende que mencione ese dato. El fiscal protesta porque se refiera a las víctimas como «asesinos» y Fred le dice que es lo que son. El juez le regaña, pero ya está dicho, el jurado no va a desoír eso.
―Clayton viene a tope ―bromea Jimmy en mi oreja y no puedo evitar un estremecimiento cuando lo hace. Aunque es una sensación que dista mucho del miedo.
Me sorprende lo preciso que es Fred. Cuenta que fue a llevar las pruebas de ADN con la experta y luego empieza lo interesante. Me pongo en tensión, porque me mira un momento antes de hablar.
―Yo estaba efectuando la detención de un sospechoso ―dice Fred―. Como supondrán, había una chica en peligro inminente a la que habían amenazado con asesinar. No teníamos tiempo para pensar. Así que cuando los asesinos... ―se aclara la garganta y se corrige enseguida―. Perdón, los secuestradores, llamaron...
―¡Protesto! ―se queja Henderson―. No estamos juzgando a las víctimas.
―Es su testigo, fiscal Henderson, debería haber aclarado esos puntos con él antes del juicio ―le informa el juez, pero luego mira a Fred―. ¿Podría referirse a la señorita Gates y el señor Robinson con neutralidad, señor Clayton?
―Por supuesto, juez Relish, disculpe el error. Como decía, cuando los presuntos secuestradores ―esta vez no se interrumpe pese a que Henderson resopla, no le conviene que asocien a esos dos con nada negativo, pero Fred no va a permitir que el hecho se pase por alto― llamaron, no teníamos tiempo para pensar. La letrada Irons me informó de dónde estaban y ellos fueron al sitio. Cuando llegué, el señor Burnside estaba en el exterior, evaluando la zona. Sin embargo, la señorita Irons había entrado en un acto desesperado por salvar a la chica. No sabíamos cuántos eran y mis refuerzos no habían llegado aún. Pedí al señor Burnside que entrase para evaluar la situación, mientras yo aseguraba el exterior. La idea era no entrar en contacto con los secue... perdón, con las personas que permanecían en el interior. Después, tras unos minutos, llegaron los disparos. Primero uno. Pasado un minuto otro. Luego otro treinta segundos después. Y, pasados unos veinte segundos, cuatro más, primero dos y luego los últimos dos.
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El fuego no siempre quema
Mystery / Thriller🔥Ganadora Watty 2021🔥 Ada Irons quiere llegar a ser fiscal para ayudar a los buenos. Por eso sabe que bajo ningún concepto puede representar a alguien como James Burnside, un pandillero acusado de asesinar violentamente a cinco mujeres. Sin embarg...