Capítulo 32.- La madrugada

7K 870 118
                                    

Estoy en un extraño estado entre dormida o despierta. Soy consciente de que Jimmy está pegado a mi cuerpo, con una mano sobre mi culo. Mi cabeza descansa sobre su pecho. Da tanto calor que sudo. Se me clava horriblemente el aro del sujetador. Estoy caliente, y no me refiero al calor. Jamás en mi vida he estado tan excitada. Tengo microsueños en los que nos lo montamos. Me toca, me besa y vuelta a la realidad, y al incómodo sujetador y el calor... Y de nuevo vuelvo al sueño. Pero no llega a satisfacerme, en ninguno de los dos lados.

Al final el alcohol gana la batalla. Me muevo con cuidado para salir de la cama sin despertarle y voy al baño. No tengo ni idea de qué hora es, pero seguro que he dormido más rato del que creo, porque ya no me siento nada borracha. Aunque es posible que haya sudado todo el alcohol. Me tropiezo con algo y estoy a punto de caerme de boca. Agacho la mano para coger lo que se me ha enredado a los pies y descubro la camiseta de Jimmy.

Me meto en el baño llevándola y cierro tras de mí, procurando no hacer ruido para no despertarle. Me apoyo en la puerta y suspiro un par de veces. El corazón me late tan fuerte que duele. Vuelvo a respirar y me quito el sujetador, que me oprime demasiado. Lo doblo con cuidado y lo dejo a un lado en el lavabo. Luego me pongo la camiseta de Jimmy, que me queda insultantemente grande.

Se pegaba a sus músculos como una segunda piel, pero para mí es más discreta que el vestido que llevaba. O lo sería si no fuera porque una de las mangas se me cae todo el rato y muestra más piel de la que me gustaría. Aunque al menos me cubre sin problema hasta medio muslo.

Solucionado el problema del sujetador mortal, alivio mi vejiga. Me sorprende comprobar lo húmeda que estoy al limpiarme, y eso que han pasado horas desde el magreo. No es que no me haya excitado nunca antes, pero me parece excesivo. Me planteo darme una ducha, pero no quiero despertar a Jimmy, así que me limito a limpiarme como puedo y luego me lavo las manos y me echo agua en la nuca para refrescarme.

Tengo que respirar para atreverme a salir de nuevo. Mi plan está clarísimo: salgo de la habitación y me voy a dormir a otro dormitorio. Sencillo. Perfecto. Quizá me seque si estoy lejos de esa estufa humana.

Recojo el sujetador (solo me faltaba que lo encuentre Jimmy por la mañana) y salgo de puntillas del baño. No veo nada, la ventana está perfectamente tapada y no deja entrar nada del exterior. De hecho, ahora que lo pienso, ni siquiera llega ruido de la discoteca. Debe estar muy bien aislada.

―Creía que la gente se escaqueaba después de follar, no antes. ―La voz de Jimmy en la oscuridad de la habitación me hace saltar en el sitio.

Estaba tan cerca de la puerta... Me giro hacia él, con las mejillas muy rojas y se enciende la luz de golpe. Tiro el sujetador a un lado, con la intención de que no lo vea, aunque creo que solo he conseguido llamar su atención. Su mirada me recorre muy despacio y esta vez las mejillas me arden.

―Yo... Debería irme ―le digo incómoda.

―¿Dónde? ―pregunta divertido.

―A otra habitación... No quería despertarte, es... yo... Es raro que durmamos juntos, Jimmy.

―Yo no he dormido, si eso te parece menos raro. No podía hacerlo contigo pegada a mí gimoteando. ¿Se te ha pasado la borrachera ya?

Trago saliva con dificultad y me atrevo a asentir un poco. Su mirada para un segundo sobre mis pezones que están duros bajo la tela, porque hace frío lejos de él, no por otra cosa. Supongo que en la camiseta clara se marcan perfectamente.

―Buenas noches, Jimmy ―le digo, dándome la vuelta.

―Buenas noches, pequeña.

No me para, pese a que pensé que lo haría. Me deja abrir la puerta y miro el pasillo desierto delante de mí. Ahora sí llega algo de ruido de abajo, música y barullo de voces y fiesta. Ni siquiera llego a dar un paso hacia el pasillo frío. Vuelvo sobre mis pasos y cierro la puerta. Jimmy sigue con la vista fija en mí y me dedica una media sonrisa de lo más sexi.

El fuego no siempre quemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora