Capítulo 36.- La grabadora

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«Creímos que eran cuatro víctimas y un solo asesino. Pero nos equivocamos. Son docenas de víctimas al menos, y cuatro agresores. Al principio cada uno actuaba por su cuenta. El primer asesino es Haggard. Analicé ilegalmente su ADN, comparándolo con uno de los... ―su voz se quiebra un instante, pero sigue enseguida― violadores de Marian. ¿Ves? Si me hubieras delatado por ser poli no podría haber hecho esto. Da igual. Sospeché de él porque conocía a Jenni, la primera víctima y también a Marian y jugaba a las cartas con Hawk, que se compró a la rusa por correo. Qué asco de jefe de policía. Aunque ser un cerdo no lo convierte en un asesino y también analicé su ADN. Está limpio. El caso es que la relación de Haggard con tres de las víctimas me hizo sospechar, pero... ¿adivina? En efecto, lo mejor fue su coartada contigo. Qué absurdo, ¿no? Él supo que le estaba investigando, porque le pregunté muchas cosas que le hicieron sospechar y... Vaya, la siguiente víctima aparece el mismo día que él está contigo, y misteriosamente se le escapa que era la prometida del jefe de policía».

―¡Por eso te dio una coartada! ¡Fue sin querer! No trataron de inculparte hasta la muerte de Christal, y él quería su propia coartada contra tu hermana ―le digo y asiente un par de veces, conforme con mi deducción.

―Tampoco debía querer que Christal investigara a Hawk de verdad, por eso le dio una coartada también. Solo quería confundirla, supongo.

Asiento un par de veces y vuelvo a darle al botón. Ahora quiero oírlo todo.

«El caso es que lejos de hacer que dejase de sospechar, me hizo darme cuenta de que iba por el buen camino: Haggard ocultaba algo. Así que escarbé. Sus huellas salieron en varios casos viejos. ¿Te acuerdas de ese fiscal? Era un buen tío, ¿adivinas a quién investigaba cuando le mataron? Exacto, a Haggard. Encontré unos papeles del abogado entre la mierda de Haggard. Esto no es muy legal tampoco. Soy una poli pésima. Por eso dimití. En fin. El caso es que Haggard mató por su cuenta a unas seis mujeres, según lo que logró descubrir el fiscal Irons antes de que le matasen. Ni que decir queda que lo más seguro es que le matase Haggard. El caso es que, tras la muerte del fiscal no pasó mucho tiempo antes de que asesinasen a Jennifer. Creo que alguien descubrió lo que hacía Irons y contactó con él. Se aliaron para matar a las siguientes víctimas. No tengo muchos sospechosos y no soy capaz de avanzar más de esto. Trato de conseguir ADN de varias personas más, para poder seguir tachándolos de la lista. Entre mis favoritos están Robert Robinson, porque tiene una sonrisa demasiado falsa. Ah, sí, y porque conocía a Jennifer y a Haggard. Quizá se descubrieron mutuamente como asesinos por la muerte del fiscal y decidieron actuar juntos. Mi siguiente sospechoso es Fred Clayton. Estaba en el caso de esas chicas con Irons, investigaban juntos. Quizá dio el soplo a Haggard de lo mucho que había avanzado el fiscal y juntos se lo quitaron de en medio y empezaron a...».

Lo paro de golpe y suelto la grabadora. No quiero oír el resto. ¿De verdad está insinuando que mi novio mató a mi padre? ¿Qué se dedica a torturar y matar a chicas? No...

No.

No.

No puedo creerlo.

―Respira, pequeña ―me pide Jimmy con suavidad.

De pronto le tengo delante, aunque no sé cuándo se ha movido. Me abrazo a él. Lo necesito. Su aroma me rodea y me siento a salvo. Acaba sentado en el suelo y yo sobre su regazo, con las piernas a sus lados. No hay nada sexual en nuestra postura, pese a lo cerca y pegados que estamos. Solo entierro la cabeza en su cuello y lloro con fuerza.

―Saldré a escuchar el resto, no tienes por qué oírlo ―sugiere.

¿Fred sabía que mi padre estaba investigando algo fuera de la oficina y jamás me lo ha dicho? ¡Me dijo que no había nada más!

El fuego no siempre quemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora