Capítulo 25

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Al concluir las clases de Vallolet la sorprendo llegando por ella, antes de que alguno de los niñitos de esa escuela pudiera hacerle bullying.

Por cierto, es de algo que no hemos hablado, pero a que poco a poco iremos teniendo más confianza, no quiero presionarla y mucho menos presionarme a mí, a su debido tiempo tendré que hablar con ella de...Penélope.

Hasta me cuesta pensar en su nombre, en que pueda estar cerca. No quiero.

La miro de reojo en el asiento del copiloto, mientras me cuenta anécdotas de ella y su familia pasando el frío de enero en Rovaniemi, es hermosa. Deseo que por arte de magia jamás le dé por preguntar más de Penélope, que eso se quede donde pertenece, en el pasado.

Pero sabemos que eso no va a pasar.

La dejo en la puerta de su casa, como debe de ser, pero antes de que ella baje, me pregunta algo que no espero escuchar:

—¿Qué me darás para Navidad, Mairhofer? —mueve las cejas esperando mi respuesta.

La verdad, es que no tengo ni idea, yo no celebré el año pasado la Navidad porque estaba de luto. Y es como si con mi madre se fueron las ganas de celebrar cualquier cosa.

Pero este hermoso ser no tiene idea de nada de eso, y justo ahora no quiero hablarle de aquello.

Así que antes de que caigan todos mis ánimos y buen humor, sonrío un poco inquieto y digo con mi mejor voz:

—Tienes que hacer tu carta, niña. Y si no te has portado bien, Papá Noel no vendrá —me acerco a ella de a poco —. Y por si no fuera poco, también te castigará.

Después de eso beso lentamente sus labios.

Me corresponde con nerviosismo.

—Mmh...ahora no sé si me conviene ser una chica buena o mala —juega con mi abrigo coquetamente.

Sonrío sintiendo los ánimos entrar de nuevo a mi sistema por ese simple comentario de su parte.

—Yo si te daré algo, no lo digo para que me des algo también, si tú no quieres esta perfecto —empieza a hablar mucho, está nerviosa, juega con sus manos tratando de explicar —. A lo que quiero llegar es que, necesito que en la noche del veinticinco de diciembre me regales unas horas de tu tiempo.

Ensancho mi sonrisa, se ve tan adorable pidiéndome algo. Siendo que ella no tiene que pedir nada, todo lo que esté a mi alcance se lo daré.

—Todo mi tiempo es tuyo, Val —hago saber.

Y casi puedo sentí como nuestros corazones se aprietan al mismo tiempo. Ahora ella me besa.

—Ya me estoy acostumbrando a esto —musita cuando nos separamos —. Te veré pronto Mairhofer.

Con eso termina de bajar del auto y a brincos emocionada llega hasta la puerta.

*

Entro al hospital acostumbrado ya a las miradas, me siento un poco ansioso, nervioso, y repentinamente sudoroso con este frío. Hay muchas razones, pero la principal por lo que me encuentro así es por la foto, la chica, ella.

No me doy cuenta cuando estoy ya delante de la puerta de su oficina, me tiembla la mano cuando intento tocar el pomo de la puerta, y no solo mis nervios me lo impiden, también una voz, llamándome.

—¿Frank? —es el doctor Louis.

Puedo sentir su mirada en mi espalda, me giro, dando mi mejor cara.

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⏰ Última actualización: Aug 07, 2021 ⏰

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Culpable o inocente | En curso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora