Capítulo 24

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Estoy más vivo y ansioso que nunca. No me importa que los hermanos Breck estén ahí dentro, que Daniel se parezca tanto a ella.

Solo me importa una sola persona.

Especial, hermosa e inocente.

Vallolet me abraza con todas sus fuerzas después de mi confesión, puedo entender lo que significa para ella que diga esas cosas, aunque no son ni la mitad de las palabras que pienso decirle. Mis sentimientos explotan cuando estoy cerca de ella, literal vuelvo a ser un adolescente. Quiero que sepa y sienta todo lo que tengo para ella.

Ver su rostro apacible en mi pecho me dice que esto va a ser largo, es una chica con poca experiencia. Bueno en este sentido de relación ambos lo somos. Es como si fuera la primera vez, mi única exnovia lo hizo todo por mí, me ayudo a avanzar en eso.

¿Ahora quien lo hará?

Supongo que tendremos que ir aprendiendo.

Quizá me estoy precipitando, pero no me gusta ir despacio. Todo a mí alrededor tiene que ir a mi ritmo, si no suelo ser muy desastroso.

Mi trastorno es algo de lo que no hablo, me hace ver débil y enfermo. Cosa que no soy. Las personas con trastornos suelen ser incluso más inteligentes y fuertes. Pésimo que la sociedad critique sin si quiera conocer.

Por eso dejare mis malos pensamientos y le daré una oportunidad a la sensación que me causa Vallolet. Debo dejar ir mi pasado. Aunque pese cada vez más. El me ensaña a diario que las personas no duran toda la vida y en cualquier momento te pueden arrebatar lo más preciado para ti.

—Por cierto —empieza separándose indignada —. ¿Por qué me rechazaste?

Respiro profundo para no estresarme con lo curiosa que puede ser esta chica.

—Lo siento por eso —vuelvo a acercarla, traga grueso por mi toque —. Y no fue rechazo, niña.

Me encanta verla enojada. Como frunce esos pequeños labios y su frente. Se ve jodidamente sexy.

—¿Entonces por qué te estas disculpando? —desvía la mirada enojada.

—Porque eso es lo que quieres que haga, ¿no es así? —la tomo de la mandíbula con un dedo obligando a que me mire.

Rozo su labio superior con mi pulgar, mi dedo se calienta por el aire que expulsa en un jadeo repentino. Deslizo mi mano a palma abierta hasta su espalda baja y presiono, cierra los ojos. Sonrío, al ver su cara.

Se ve graciosa y tierna.

Aprovechando sus ojos cerrados me acerco a sus labios y beso delicadamente. Lamiendo un poco cada parte de esa boca que aún no termino de conocer.

Alguien se aclara la garganta.

Vallolet pega un pequeño salto, se ruboriza y en cuestión de nada se aleja. ¿Ahora quien está rechazando? Arqueo ambas cejas en su dirección.

—¿Nos vamos, hermanita? —cuestiona entre dientes Violet, su mirada acusadora sobre mí.

Sarah aparece con una sonrisa entre los labios.

—Vamos Violet, tomaremos chocolate —insiste jalándola dentro de la casa —. Chicos, os quiero adentro también, hace mucho frío aquí fuera.

Vallolet toma eso como escape y comienza a caminar rápidamente siguiéndolas. No me toma ni dos segundos alcanzarla, la tomo del codo y la giro.

—Ahora tú me rechazaste —ladeo la cabeza sonriendo malévolamente —. Te costará muy caro eso, niña.

Pierde color, respira por la boca con dificultad. Parece confundida.

Culpable o inocente | En curso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora