Capítulo 8

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—Va a estar bien, solo necesita reposo y algunas indicaciones que le daré señor Will —una voz desconocida se escucha lejana.

Mis ojos se sienten algo pesados y apenas puedo abrirlos, solo veo borrosidad. Distingo figuras, pero no distingo bien sus rostros, la poca luz me hace saber que es de noche y los aparatos sonando por toda la habitación me hacen saber que estoy en un hospital.

Parpadeo muchas veces, mi boca se siente seca y duele. Mi cuerpo pesa, mis manos pesan, las quiero levantar y no puedo.

Me siento adormilado y confundido.

Quiero moverme y cuando lo intento solo consigo mucho dolor en mi cuello lo que hice que suelte un quejido desde mi garganta, mis ojos están levemente cerrados, pero ya estoy más consiente.

Es como una resaca, o peor.

Personas se acercan a mí, cuando puedo levantar mis manos, toco mi cuello con desesperación, al igual que mi boca. Quiero saber porque duelen tanto. Parpadeo muchas veces hasta empezar a ver mejor, ver como la cara de preocupación de Will aparece en mi campo de visión.

Este está hecho un desastre, además de las arrugas de edad que adornan sus ojos, dos manchas violáceas acompañan su mirada. El deterioro en él es claro.

Me hace pensar que pudo hacer muy grave lo que paso para tenerlo en ese estado.

¿Cuánto llevaré en esta cama?

Quiero hablar, pero algo me impide, mi desesperación incrementa, pretendo movilizarme más, pero solo consigo más dolor si es que se puede. Toco el tubo puesto en mi boca con mi mano derecha, la cual está llena de sondas, mi frustración crece cuando no puedo arrancarlo de un jalón, ignoro totalmente el dolor que me hace sentir el movimiento.

—¡Hijo, cálmate! —suspira. —Ahora viene el doctor, necesitas calmarte —toca mi frente acariciando mi cabello después.

Mis ojos se cierran con fuerza para tratar de calmarme, uno de los aparatos empieza a sonar más rápido, mis manos están hechas en puños débiles por el dolor de las sondas.

—Vamos Frank, cálmate, necesitas estar tranquilo hijo —mi padre suena insistente y preocupado. Lo miro con exasperación y confusión. Él sabe que quiero que me diga que paso.

¿Por qué tengo este tubo?

¿Cuánto ha pasado?

—T-te...

—Apártese señor, lo atenderemos —una voz desconocida aparece antes de que el manojo de nervios delante mío me dijera que pasa.

Mi padre asiente levemente apartándose de mi con suavidad. Su mirada aún está sobre mí, cuidadoso y cálido. Ahora que puedo ver todo el panorama, la habitación no es tan grande y hay solo una ventada pequeña. Una chica desalineada abraza a Will, Samanta ha estado aquí también

—Frank, ¿cierto? —el doctor delante mío con serenidad me habla.

Asiento como puedo con el collarín.

—Muy bien necesito que te relajes u otro ataque puede darte —toca mi brazo con suavidad viendo que estoy sudando por la desesperación.

Ataque al corazón...lo sabía.

Aun así, necesitaba confirmar, pero el miedo me llena porque sé que eso no es bueno para una persona como yo, una persona inestable emocionalmente.

—Frank, escucha —me mira tranquilo —. Si no lo haces —suspira —. Tendremos que sedarte.

¡No,no,no,no!

Culpable o inocente | En curso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora