Capítulo 10

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Me siento tan pesado, tan tenso y estresado que lo único que deseo es quedarme aquí en mi habitación por lo que me queda de vida. Saber que personas se han alejado de mí, por culpa de otras me duele, pero que se alejen por mi culpa, simplemente no puedo vivir con eso.

Pero ya estoy acostumbrado siempre he sido un completo desastre relacionando con otros, siendo social, y mucho peor, en una relación sentimental, la tuve, solo tuve una, a la cual me entregué por completo, la única de verdad, la única seria, y me la arrebataron en unos segundos. En cuestión de tiempo perdí todo, literal, todo y ahora que estoy ganando personas buenas de nuevo las alejo de inmediato.

¿Qué mierda te pasa Frank?

Mis pensamientos siempre llegan a lo más profundo, perdiéndome en ellos cada vez más, pero definitivamente debo estar bien, debo salir del hoyo donde estoy o me volveré loco.

Escucho que tocan la puerta de la habitación y mi temperamento empieza a volverse mierda, que palabra de quiero estar solo no entendió Samanta.

—Te buscan —la voz chillante y arrastrada de la amante de Will suena después de que no respondo a la puerta.

—¿Quién? —trato de sonar tranquilo, pero no lo estoy.

—Am —lo piensa —, la pelirroja.

Suelto una gran exhalación.

—¿Nancy? —hablo molesto.

—Sí, creo —está masticando chicle la puedo oír.

—Ya voy —me levanto, me pongo mi sudadera y me encamino para ver que quiere.

Tan temprano y molestando.

—Frank, querido —me abraza suavemente y no lo correspondo —. Tanto tiempo sin verte —se separa y me sonríe divertida.

—Solo ha pasado una semana, ¿qué quieres? —me encamino a la cocina.

—Como te pusiste malito decidí cancelar la fiesta a la que te invité —me sigue hasta la cocina —. Así que vengo a invitarte de nuevo —noto que se acomoda en uno de los taburetes.

—Ya te dije que no iré —estoy preparando mi licuado de proteína.

—No seas aguado, ya te ves mejor —casi puedo ver el puchero que siempre hace.

—No y no insistas —mi voz es un hielo, sin un poco de sentimientos.

—Si lo haré, necesitas relajarte, después de lo que te paso, necesitas eso —ya la escucho un poco molesta.

—Pierdes tu tiempo, Nancy —enciendo la licuadora.

El ruido de la licuadora trabajando me gusta más que la chillante voz de Nancy.

Desgraciadamente tengo que detenerla en algún momento.

Y entonces empieza a hablar de nuevo.

—Va a ver personas de tu edad, conocidos —suspira —. Mi padre me obligo a invitar a mis primas, las aburridas Brooks.

—¿Por qué no te llevas bien con ellas? —no sueno interesado pero la duda me carcome.

—Antes sí, pero la adolescencia nos cambió y lo hizo más con Vallolet —el rostro y el tono de voz de Nancy se torna triste, solo por un segundo veo dolor y tristeza en ella —. Pero así estamos mejor —sonríe.

—No iré —me encojo de hombros y sirvo mi batido.

—Si lo harás —se pone de pie y va hasta donde me encuentro —. Solo un par de horas —hace ese puchero —. Ándale, sí...

Culpable o inocente | En curso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora