Capítulo 11

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Te ves bien arreglaba mi camisa a cuadros azul.

No, mira, voy por mi playera negra caminé hasta mí armario dejándola atrás.

No puede ser Frank sujetó mis muñecas impidiéndome seguir . Te ves de lo más guapo rodó los ojos —. No hagas que te golpee.

No es mi estilo exclamé irritado.

Pero vamos a una fiesta, puedes cambiar de estilo en estás masajeó mi brazo . Te ves bien, amor me sonríe encantada.

Solo a los ojos de esas dos mujeres era hermoso, por dentro y por fuera.

Tú dices que me veo bien porque me amas hice un puchero que nos hizo reír a los dos.

¿Nos vamos? enroscó sus brazos en mi cuello, mirándome pícara.

Si me miras así, lo último que haremos es ir a esa fiesta besé la comisura de sus labios mientras la acercaba a mí desde su cintura.

Creo que ya se me quitaron las ganas de ir hizo un gesto de disgusto.

Ya me obligaste a ponerme esto, ahora vamos sonrío divertido.

Frank...suplicó —. Podemos ir después a otra, me invitan a muchas se escuchaba agonizante.

—Nein —acaricié su mejilla.

No me hables en alemán, sabes que no entiendo arrugó la nariz.

Te quiero enseñar y no quieres dije tranquilo.

Enséñame otra cosa, mejor sonrió de lado maliciosa.

Debemos irnos, ¿no? miré mi reloj soltándola —. Ya es tarde.

Te odio se cruzó de brazos con cara enfadada.

Mentira sonrió —. Me amas la sujeté de nuevo y la besé con suavidad.

Sus labios quedaban perfectos en los míos, eso no había duda, miles de cosas me hacía sentir, amor, paz y felicidad, millones de cosas en pocos segundos.

Me miro un poco más en el gran espejo de mi habitación antes de suspirar y sentir las lágrimas venir a mí, tan solo mirarme a mí mismo me trae recuerdos dolorosos.

¿Cómo voy a vivir?

Si solo verme es un infierno.

Arreglo mi cabello un poco, lo he dejado largo en este año, para no recordar cómo era antes, y la verdad no es tanto mi estilo, pero se mira bien, supongo. Tomo mi teléfono de la mesita de luz y me apresuro a salir de la habitación yendo escaleras abajo con tranquilidad.

—¿Vas a salir? —veo a Will en la puerta dejando su abrigo en el perchero.

—Esos son los planes —no lo miro.

—¿Quieres la camioneta?

—No, iré caminando —le paso por alado.

—Está demasiado lejos Frank, y hace muchísimo frío, recuerda que las noches son aún más frías, es peligroso —exclama haciendo que gire para observarlo —. Además, puede que quieras regresar tarde, o de madrugada, estaré más tranquilo, hijo.

Culpable o inocente | En curso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora