Culpable o inocente | En curso.

Capítulo 18

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Vallolet

Me pierdo en mis pensamientos, no dejando descansar mi atormentada mente ni un momento, mis miedos me consumen y no puedo evitar estar en silencio para escuchar cuando él se vaya.

Porque no quiero que se vaya...

Una o muchas historias tristes están siendo contadas en este momento y cuando piensas que no puede haber peor llega una cambiándolo todo, tus expectativas de la vida, tu visión hacia ella, todo lo que sabes es borrado y reemplazado por tus nuevos conocimientos.

Así me siento ahora, como nueva en este mundo de la incertidumbre, nunca había experimentado dicho sentimiento donde deseas a alguien que lo más probable es que no te haga bien, hasta hoy, porque siempre he dicho que si estas mal, de lo que sea, tienes que buscar personas que si estén bien en ese sentido para no seguir hundiéndote más y más.

Pero claro, soy humana y me fijo en uno defectuoso igual que yo.

Hace algunos años quería crecer, unirme a una comunidad, tener amigos, salir de este pueblo donde la mayoría del año hace frío y se ve triste y desolado por lo mismo, conocer la playa, el sol en todo su esplendor, vivir.

Ahora el pueblo me ha atado a él, como si cada residente nuevo que llega con esperanzas, a lo largo de los meses se van marchitando y se quedan condenados y sepultados a vivir así.

Es un pueblo bonito, con mucha seguridad, pero no es para mí.

A diario me miro en el espejo y veo una maldita enferma por donde sea, pero aun así le repito a mi reflejo que:

¡Yo puedo!

Solo yo soy mi salvación.

Mientras menos pesados son mis pensamientos más ligera me siento, y mis ojos juegan con la oscuridad del dormir de una vez, igual, ¿qué puede pasar?

Mi sueño ligero es una de las muchas cosas que odio de mi familia, bueno, mamá me lo heredo, que más puede decir, pero a veces o más de las que puedo admitir, me ayuda bastante como en este momento, donde escucho un extraño ruido cerca de mi puerta, aún no me quedaba completamente dormida así que eso hace que mi humor se transforme en enojo, comúnmente me cuesta mucho poder dormir, me molesta que me interrumpan en eso.

Me levanto hecha rabia.

Abro la puerta y me paralizo.

Una sombra, más bien una persona que se ve como sombra por la oscuridad de la madrugada.

¿Frank?

Quiero preguntar, pero por terror no puedo hablar.

Se que me está mirando porque siento esa penetrante mirada hacia mí, como cuando sientes que eres observado, el miedo viene desde mi estomago a cada parte de mi piel, me tenso y trago saliva para dar un paso al frente reuniendo valor de donde sea.

Para mi sorpresa la persona hace lo mismo y se acerca un paso, casi retrocedo, casi, porque me sujeta de la cintura inmovilizándome.

Okey, estoy muy asustada.

Me remuevo, pero no logro nada más que dolor físico en la zona, por la fuerza y la fricción.

Estoy a punto de gritar.

—Shhh —presiona mis labios con su dedo —. No puedo — es lo que dice en un susurro ronco.

Estoy al borde del colapso, pero de alguna forma siento que me tranquilizo escuchando esa voz.