Capítulo 23

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Vallolet

Cobarde.

¿Qué dijimos, Vallolet?

Me prometí a mí misma luchar por el chico, dejar de sentirme miserable y no recaer. No puedo estar pensando cosas que no vienen ni al caso. Él me besó, me dijo cosas.

¿Por qué mis pensamientos me traicionan tan feo?

—¿Hola? —mi hermana entra a mi habitación confundida.

Seco las lágrimas rápidamente y me siento en el colchón. Me regala una mirada de desaprobación.

—¿Por qué estas llorando? —se acerca preocupada.

Sí supiera...

—Soy tan patética. Solo han pasado veinticuatro horas, pero siento que Frank no volverá a hablarme —me sincero haciendo pucheros.

Me cuesta retener las lágrimas cuando hablo con mi hermana.

—Cálmate —soba mis brazos —. Me dijiste que ayer todo bien, no encuentro el problema.

Está mujer nunca terminará de entenderme.

Ayer estuve con el chico más sexy de todo este puto pueblo, está bien sentirme insegura ¿no? No me ha marcado, ni mandado un mensaje. Soy un poco intensa, pero presiento que va a desaparecer y me va a dejar sola y deprimida.

Solo, es demasiado bueno para ser real.

—Quieres verlo —afirma. Me conoce tan bien.

La miro como perrito regañado y asiento. No puedo dejar de ser intensa de la noche a la mañana, la verdad es que ahora que sé que puedo tener algo con él no voy a desaprovecharlo.

Entiendo su caso, su trastorno. Estar encima de él no es una buena opción, pero siento algo en el pecho que me dice que algo anda mal, que algo va a pasar o de seguro ya pasó. Ahí es donde entro yo, el idiota, pero atractivo Frank puede mandarme por un tubo si se le complica algo en la vida, se niega a aceptar sus sentimientos.

¿Qué o quién lo ha lastimado tanto?

Su trastorno, no lo creo. He escuchado de personas que pueden vivir con eso, algo más está pasando en su vida que le complica tanto, incluso le quita las ganas de vivir. Soy una persona demasiado curiosa y se leer a las personas.

Y noto que el también tiene eso de leer a las personas.

Frank es un chico que veinticuatro siete trae cara de culo para ocultar la tristeza de su ser.

Como habla, como se desenvuelve, me demuestra que le importa muy poco la humanidad y lo que pase con él.

Carga con algo muy pesado, qué desafortunadamente no quiere compartir conmigo. Sino ya lo habría hecho, ¿verdad?

—Iré a entregarle un pastel al tío Josh, acompáñame —me obliga a ponerme de pie, arregla mis ropas negras.

—Así podré pasar a verlo —me animo un poco acomodando mi cabello entusiasmada.

Violet hace una mueca de desagrado.

—No seas intensa —me golpea el hombro —. Lo vas a espantar ahora sí. Si nos lo topamos, bien, si no, no lo busques. Aguarda un poco.

Mis hombros caen desanimados. Vuelvo a acostarme entre las sabanas con la atenta mirada de mi hermana sobre mí. Me abrazo a mí misma, en serio que vergüenza doy.

—Vallolet Detex Brooks —sentencia jalándome fuera de la cama.

Me resisto con todas mis fuerzas a mi fiel compañera la almohada, a pesar de que soy puro hueso, estoy algo pesadita. Mi delgada hermana no puede conmigo. Me quedaré sumida en mi tristeza, seré una vieja amargada con cuarenta perros—porque no me gustan muchos los gatos—por el resto de mis días.

Culpable o inocente | En curso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora