Una vez allí se quedaron mudos. Aquello sí que era intimidad porque ambos vivían solos y no habría interrupciones de compañeros de cuarto o vecinos por lo que, se esforzaron por romper el silencio curioseando por la habitación mientras Zhan le preguntaba por esto o aquello. Poco a poco se fueron relajando y acabaron sentados en el pequeño sofá de dos plazas que no les permitía estar muy lejos el uno del otro. Abrieron las cervezas y YiBo puso un videojuego para que participaran ambos y así, enfrascados en la partida y animándose con el alcohol, celebraron triunfos y pérdidas con golpecitos y achuchones amistosos hasta que, en una de esas, se quedaron con un brazo sobre los hombros del otro y se miraron a los ojos de otra manera. Los labios se unieron lentamente en cortos besos que se iban alargando conforme aumentaba la excitación. Las lenguas recorrían el interior de sus bocas hasta arrancarles suspiros y estrechos abrazos. Un lio de piernas y manos para recorrer sus cuerpos y pegarse más, casi les hace caer y, con una mutua sonrisa, se fueron a la cama para continuar lo empezado y dar rienda suelta a su mutuo deseo del otro. Ya no había vuelta atrás y ambos lo sabían, pero no hablaron, no se preguntaron, se dejaron llevar por el instinto y la prisa; para eso habían estado haciendo el gilipollas durante meses sin querer pedir una cita primero.
YiBo se quiso imponer porque, en ese momento de su relación, le importaba más seguir siendo el líder, el dominante y Zhan, se supeditó a él porque quería complacerle y que todo fuese perfecto. Fue el de abajo cuando nunca antes lo había sido. Ese fue su primer error, el de los dos, y su primera gran mentira al alegar que no le importaba ser el pasivo y que duró mucho tiempo, demasiado, durante ocho largos años en los que, más de una vez, deseó que las cosas cambiasen y que YiBo reflexionara para adoptar el otro papel. No lo hizo y él, aunque intentó que lo aceptase, la respuesta siempre fue la misma: "lo hablamos mañana, ¿vale?"
En conclusión, hubo sexo malo, apresurado, doloroso, decepcionante pero, como había amor y pasión, creyeron que se solucionaría con el tiempo, cuando se conocieran mejor y no pasó. Llegó la rutina, se hicieron pareja, se fue la pasión de los primeros meses y quedó algo indefinido de lo que seguían sin hablar, sin tratarlo en profundidad.
Ahora recordaba cuando empezaron la convivencia, casi como una solución obligatoria después de ese noviazgo a medias porque, las reuniones en manada, continuaron más de lo necesario.
Al abrir la puerta de su apartamento, Zhan estaba cocinando o poniendo la mesa, porque él así lo quiso y era el que llegaba más tarde porque se iba a tomar algo con los compañeros de empresa o con algún cliente, porque le convenía desentenderse a la hora de hacer cosas que no le gustaban demasiado, dando por hecho que, él, era el mejor para hacerlas y no fue así tampoco, no fue justo. Y lo peor de lo peor, cuando venía con ganas de follar, lo tomaba por la cintura y lo tumbaba en cualquier sitio, ni le preguntaba cómo le había ido el día, o cómo estaba. Eran una pareja, se supone que se amaban, vivían juntos y eso era lo normal, ¿no?
Se le estaba formando un nudo en la garganta y sentía verdadero dolor de corazón al pensar en todo aquello. Tenía muchas ganas de que Zhan se despertara para abrazarlo con ternura. La mano cálida que sujetaba la suya le devolvía las ganas de llorar.
Acercó la boca de nuevo a su oreja y la besó suavemente.
-Zhan, ¿estás dormido?
-Bastante, pero no del todo porque no dejas de tocarme ni de moverte, le dijo con una voz susurrante y burlona que ahora sonaba más clara.
-¿Y por qué te dejas tocar ahora si antes no querías?
-Para ver si te estás quieto de una vez y me dejas dormir en paz la estúpida borrachera que he cogido. Por cierto, no ha sido por tu causa, ¿sabes? Estuve comiendo con un cliente al que le voy a construir una gran casa en las afueras y al tío le encanta beber; llevábamos casi toda la tarde empinando el codo. ¿Y desde cuando pides tú permiso para hacer algo? Te has acostado a mi lado y me has tomado por la cintura, como era de esperar en ti.
-Y tú me estás sujetando la mano sin echarme a patadas.
-Para que la tengas quietecita y te pares ahí, le dijo irónico. ¿Sabes lo que más me molesta?
-No, dime.
-Que cuando estaba bastante pedo me dio la cabezonería de querer verte y no sé si tenía ganas de verdad o no. Le llamé a Anne para despejarme porque, no sé si de forma inconsciente recordé que día era y me apeteció verla, pero ella me metió en una discoteca con un montón de gente.
YiBo rió tomándole por los hombros para que se diera la vuelta y tenerlo de cara pero, Zhan le apartaba para quedarse como estaba.
-¿No quieres mirarme?
-Quiero dormir y que se me pase este malestar que me da dolor de cabeza y me tiene revuelto el estómago.
-¿Quieres ir al baño otra vez?
-No, no tengo nauseas pero estoy mareado todavía. ¿Y desde cuando eres tan amable conmigo y tan sacrificado?, le dijo irónico.
Eso le dolió a YiBo pero no quiso replicar en el mismo tono, como hubiese hecho antes.
-Tal vez he cambiado mucho y, si no me miras ni me das una oportunidad para demostrártelo, no te vas a enterar.
-Lo siento, no te creo. Nadie cambia su forma de ser así como así y creo que, modificar tu carácter por mí no entraba en tus planes, ni antes ni ahora, le dijo girando la cabeza hacia atrás para mirarle por el rabillo del ojo.
-Tienes razón, le respondió risueño y, este timbre de voz, relajado y comprensivo, despertó la curiosidad de Zhan que, entonces, se dio la vuelta para tenerlo de cara.
YiBo continuó:
-Puede que me haya cambiado la vida y el haberte perdido. De todos modos, tú te enamoraste de aquel cabrón tal y como era, ¿no es así? Si hubiese sido de otra forma no te habría gustado. Tampoco sé si aun quedará mucho de él en mí todavía
Esta lógica aplastante en su respuesta le dejó perplejo y bajó los ojos para murmurar:
-A veces, nos imaginamos que somos muy especiales, que tenemos la capacidad suficiente para construir la vida que nos gustaría tener con la persona más importante para nosotros a nuestro lado.
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SOBREVIVIR A TODAS LAS MENTIRAS
RomanceUna noche, Wang YiBo recibe la llamada de una amiga para que se reuna con Xiao Zhan en un hotel. Hace tiempo que se separaron, ha bebido mucho pero, solo desea hablar con él por unas horas.