Cayeron uno junto a otro cubiertos de sudor y de sensaciones nuevas para ambos que, en cierto modo, les desconcertaban y les tenían a la espera de algo que no sabían muy bien qué era pero, les bastó con mirarse a los ojos y sonreírse para aclarar sus dudas sobre lo que acababa de pasar: un cambio de papeles que había estado más que genial, ¡de puta madre!, mejor dicho. ¿Eso se iba mantener para toda la eternidad?, ¿o qué?
Sí, vivieron juntos durante ocho años, durmieron, comieron y pelearon bajo el mismo techo pero, se habían perdido muchísimo más y, ahora, ninguno sabía explicar el por qué de esto y les dolió por dentro a los dos igual, hasta que, YiBo, le abrazó con todas sus fuerzas susurrándole que estaba loco por él y, por muchos sinsabores y malos tragos que hubiesen tenido, eso no iba a cambiar nunca.
Las ideas se agolpaban en sus cabezas, las palabras se les atascaban en la garganta por todo lo que deseaban decirse y no sabían por dónde empezar pero, una cosa estaba clara: tenían que solucionarlo entre ellos, a solas, sin intervenciones de amigos ni consejos de nadie. Solo ellos sabían lo que habían vivido, lo que querían, lo que esperaban del otro y, sobre todo, lo que no deseaban que les volviera a suceder. Era un punto de partida y, la mente racional de uno y la instintiva del otro, coincidieron en algo: ¡se amaban, joder!, desesperada y profundamente y, también para Xiao Zhan, eso no iba a cambiar nunca. Así es que, mejor arremangarse y ponerse a ello con todas sus ganas para trabajarlo a fondo, sin pensar en el "después" o el "mañana". Solo existía el "ahora", el "hoy" e iban a caminar juntos, tomados de la mano, paso a paso, hasta el final del día. Y así se lo dijo YiBo, y Zhan aceptó sin titubear, y se les pasaron los agobios, los malestares y las dudas como por encantamiento, y uno le dijo al otro: "tengo sueño; vamos a dormir un rato, ¿quieres?" y le contestó que: "si, también estoy cansado". Se besaron, se acomodaron, se abrazaron y, al cabo de cinco minutos, dormían plácidamente. No necesitaron mentir.
Eran las 6,45 de la madrugada.
A las 8,30 sonó el teléfono de la mesilla del hotel. El recepcionista les avisaba que ya podían bajar a tomar el desayuno que había solicitado YiBo. Zhan le dio las gracias antes de colgar.
Luego, le observó detenidamente. Había abierto los ojos al escuchar el timbre pero los había vuelto a cerrar. El sol le daba en la mitad de la cara; no parecía molesto. Alargó los dedos para apartarle el pelo; le acarició los parpados con mucho cuidado, siguiendo el puente de la nariz, bajó hasta sus labios, carnosos, sensuales; le encantaba besarlos. Ese maldito idiota era muy guapo ¡y lo sabía!, como también sabía ser encantador cuando deseaba ser perdonado por él, que siempre acababa cediendo sin condiciones. Pero hoy, sonrió de oreja a oreja, ¡le había hecho el amor! Y fue, sorprendente, increíble, delicioso...
¿Perdón sin condiciones?, tal vez en un principio pero después... Otra mentira. Con la habitación iluminada y sin dejar de rozar suavemente con sus dedos el rostro y el cuerpo de YiBo, se le aparecieron a él sus fantasmas que le dejaron inquieto y apesadumbrado pero, no tenía miedo a hacerles frente y comenzó a recordar cuando, en los últimos dos o tres años de su convivencia, después de que le hubiese hecho el amor sin contemplaciones, sin preguntarle si lo deseaba siquiera, empezó a odiar este hecho y, en cierto sentido, también a él cuando le veía tan excitado. Sus interminables ganas de follarle que se parecían más a una descarga de enojo o frustraciones acumuladas a lo largo de la jornada, comenzaron a pesarle como una losa y resultaba imposible hablarlo. Por eso, se dedicó a vengarse y a mentir descaradamente, como él. Se inventó jaquecas, dolores de espalda, cansancio, horarios intempestivos que le obligaban a levantarse muy temprano y necesitaba descansar... Rehuía su contacto que ya sabía muy bien dónde les iba a llevar mientras aguantaba con resignación todos sus argumentos para convencerle y que cediese a sus más primitivos instintos, hasta que, un buen día, su mente comenzó a divagar imaginándose cómo sería follarse a otro tío, siendo él siempre el activo y, cuanto más guapo y atractivo fuese el amante ocasional, mejor.
Y, una tarde, tras una reunión con un cliente y su hijo -un muchachito muy bello y sensual de apenas 22 años al que le estuvo coqueteando con la mirada y los gestos durante un rato- cuando se abalanzó sobre él en el baño de un bar de copas donde habían ido a tomar algo tras cerrar el contrato y se dedicó a besarle y a acariciarle con ternura y deseo, él le correspondió y se dejó llevar de igual modo; incluso se sintió halagado al ver que había despertado esa pasión en un chiquillo doce o trece años menor. Lo convirtió en su amante durante un breve espacio de tiempo y lo dejó hecho un mar de lágrimas cuando le remordió la conciencia al enfrentarse a YiBo por diferentes razones en casa.
Esbozó una media sonrisa irónica mientras le volvía a acariciar los labios estando dormido. Ese adorable idiota nunca sospechó nada hasta que todo estallo al salir de su propia boca en medio de una acalorada discusión... y lo que vino después... Pero, vayamos por partes.
A esa aventura le siguieron otras, ni siquiera recordaba cuantas. Cada asalto de su cuerpo por parte de su pareja sin modificar ni un ápice sus brusquedades, o cuando se acentuaban porque le evitaba conscientemente y casi le tomaba por la fuerza, él se lo devolvía mintiendo, engañándole, marchándose con otros que se encontraba por bares y discotecas a los que no le costaba nada conquistar y poseer. Por primera vez en su vida, se aprovechó de la atención que despertaba allá donde iba y de que todas las miradas se posasen en su persona al verle aparecer. Adoptó -esta vez de verdad- un papel misterioso y distante y unos andares seductores y felinos, como los de una pantera a punto de lanzarse sobre sus posibles presas que, en algunos sitios, casi hacían cola para que los eligiese.
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SOBREVIVIR A TODAS LAS MENTIRAS
RomanceUna noche, Wang YiBo recibe la llamada de una amiga para que se reuna con Xiao Zhan en un hotel. Hace tiempo que se separaron, ha bebido mucho pero, solo desea hablar con él por unas horas.