REC 19

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Habían salido unas cuantas veces con otros compañeros a tomar cervezas y a relajarse un rato después del trabajo y él la miró aun enojado; no tenía ganas de hablar con nadie pero, de pronto, se dio cuenta de que, aunque pasaban muchas horas al día juntos o por ahí de vez en cuando, no sabían casi nada unos de otros, de sus vidas privadas y la volvió a mirar con más atención. Era muy bonita, ojos expresivos de largas pestañas que le recordaban a los de Zhan pero, lo que acabó por hacerle sonreír disipando bastante su mala leche, fue, que tenía un lunar sobre el labio superior izquierdo en el que no había reparado, en el mismo lado que él.

-¿Cuánto tiempo llevas casada?, le preguntó.

-Desde hace diez años; tengo dos niños pequeños, chico y chica, con poca diferencia de edad.

Ese período matrimonial le hizo sonreír de medio lado con condescendencia. Recordó también que, una noche, hace años, estando en un bar algo pasaditos de alcohol, él le dijo que vivía con un hombre pero les iba mal, porque ella le había preguntado antes si no tenía pareja o estaba casado. Fue la primera en saberlo y conoció a Zhan más adelante, alabó el buen gusto de YiBo por lo guapo que era y lo agradable, no se escandalizó, nunca le traicionó ni le dijo nada a nadie y ambos estuvieron haciéndose confidencias de las que apenas recordaba algunos fragmentos.

-¿Y cómo lo llevas?, le preguntó con ironía.

Ella rió divertida y eso la hacía aun más bonita, lo que acabó relajando a YiBo y aplacó su mal humor.

-Muchos ratos bien, los más y otros, no tanto, como en todas las parejas, supongo. ¿Y a ti?, ¿cómo te va?, ¿encontraste a alguien?

-A él, lo encontré a él durante varias horas el pasado fin de semana.

-¿En serio? ¿y cómo os fue?, ¿os habéis arreglado?, le preguntó con curiosidad.

-Estoy hecho un lío. Sí, nos fue muy bien. Le quiero tanto o más que el primer día y era como si nunca nos hubiésemos conocido de verdad; descubrimos cosas el uno del otro que nos pasaron desapercibidas durante nuestra convivencia o a las que no les dábamos ninguna importancia y sí que la tenían.

Ella palmeó contenta, era muy sincera en su alegría pero, al mirarle a la cara, le vio con el ceño fruncido.

-¿Y qué es lo que te preocupa?

-El no quiere que retomemos lo nuestro, al menos no a corto plazo, le dijo abatido, no confía en mí, no del todo y piensa que, si volvemos a estar juntos, no tardaré mucho en cansarme y seré como antes.

-¿Y tú crees que será así?, ¿dudas de ti mismo?

YiBo asintió con la cabeza mientras ella se llevaba una mano a la barbilla en actitud pensativa.

-Mira, ahora no tenemos mucho tiempo para conversar pero, otro día, podemos quedar si quieres para tomar algo y charlamos; te ayudaré en todo lo que pueda, te escucharé para saber cómo va la cosa. De momento, lo único que se me ocurre decirte es, que no lo pienses, no vayas tan lejos aun. Céntrate en lo que sientes, escucha a tu corazón más que a tu cabeza, valora las pequeñas cosas y alégrate con ellas; ya verás como, sin que te des cuenta, tu vida se va llenando de nuevo de forma muy distinta y satisfactoria. Te sorprenderás.

Habían terminado el café y ambos se levantaron para regresar al trabajo pero antes, YiBo le tomó una mano y le dio un beso en la mejilla dándole las gracias. Ella se ruborizó como una jovencita mientras él le sonreía y, antes de salir, aun le dijo:

-¿Sabes?, yo pasé por una crisis lo mismo que tú y supongo que mi marido también, aunque no llegamos a separarnos.

-Pero vosotros tenéis hijos y eso no os dejará mucho tiempo libre para pensar en otras distracciones ni para aburriros.

-¿Y qué?, ¿acaso crees que tengo que vivir exclusivamente para ellos, dejar un trabajo que me gusta o arrinconar y abandonar a mi marido por causa de los niños?; tu caso es exactamente el mismo, pero con un chico estupendo y guapísimo, rió ella poniéndose aun más colorada.

YiBo la acompañó en su risa haciéndole un gracioso gesto de entendimiento.

-Le regalé un gatito y eso le hizo muy feliz, le dijo él conmovido; supongo que, si consigo recuperarlo, será como si hubiésemos tenido un niño.

Ella le palmeó cariñosamente un hombro y ambos salieron riendo de allí ante la mirada curiosa y sorprendida de sus compañeros.

Sentado en la mesa de su despacho y ya más animado por haber recobrado la confianza, se golpeó la frente: ¡casi se le olvida la cita que tenían al día siguiente para comer!, tenía que ser algo muy especial y, el Sr. YiBo, se enfrascó en una búsqueda intensiva por internet, tratando de hacer una reserva para él y su Zhan, dejando de lado las preocupaciones causadas por su vacilante e inseguro ego. Se devanó los sesos intentando encontrar lo que buscaba y, al fin dio con ello. Más tarde, durante su tiempo libre de mediodía, le volvió a llamar para concertar la cita; pasaría a recogerle en la moto en donde estuviese. Zhan rió emocionado antes de colgar al ver el entusiasmo y la dedicación de su ex, deseando que no decayera y, esa risa, ese pequeño detalle, fue lo que caldeó el corazón de YiBo y lo hizo latir más deprisa.

Las breves llamadas continuaron por la tarde y se alargaron hasta la noche, "para saludar al gatito" y, la mañana del martes, un YiBo nervioso y emocionado como un adolescente, no encontraba nada en su armario que le gustase para causarle a Zhan la mejor impresión. Optó por un traje negro de firma, camisa blanca y corbata de rayas grises, negras y blancas y, cuando entró en la oficina, todos pensaron que tenía una fiesta en algún lugar muy elegante al acabar el día pero, él le hizo un guiño a las secretaria que le respondió con un gesto de OK con los dedos.

Por su parte, Zhan revolvía en el armario con la misma inquietud que YiBo, no sabía qué ponerse y también optó por un taje gris muy oscuro, camisa blanca y corbata negra que realzaban su piel clara e iluminaban sus ojos. Tenía que pasarse a revisar la marcha de una obra a última hora de la mañana, que es donde lo recogería YiBo pero, ya intentaría no ensuciarse y estar impecable para la cita.

SOBREVIVIR A TODAS LAS MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora